Los programas de cocina están viviendo un momento dulce en la televisión española y eso es la excusa perfecta para coger formatos de éxito en el extranjero, adaptarlos a los —presuntos— gustos del público de nuestro país y esperar que así se consiga el nuevo pelotazo que proporcione a la cadena audiencias millonarias y pingües beneficios gracias a que diferentes marcas soltarán una buena cantidad de dinero para que la gente asocie el programa con ellas. El plan perfecto si les sale bien, pero con 'Top Chef' se ha empezado tan mal que la palabra desastre es lo único que se me ocurre para lo que se emitió anoche en Antena 3.
Todos recordaréis que hace unos meses TVE se marcó un éxito importante con 'Masterchef', un concurso que empezó de forma dubitativa, tanto en calidad como en audiencia conseguida, pero que fue creciendo hasta convertirse en un fenómeno de masas. ¿Qué mejor forma de intentar replicar su éxito que haciendo un mal plagio en lugar de una adaptación más o menos lograda de 'Top Chef USA', el talent show de cocina que debería ser su auténtico modelo teniendo en cuenta que dice ser su versión española? Así ha sido el arranque del 'Top Chef' español, una mala copia de 'Masterchef' de la que difícilmente se puede salvar algo de la quema.
Mucho ruido y ninguna nuez
Sería estúpido poner pega alguna a los esfuerzos promocionales de Antena 3 para que 'Top Chef' fuese el éxito de lo que queda de año, ya que ahí el trabajo de la cadena ha sido impecable, no dudando en atacar de golpe de talonario a '¿Quién quiere casarse con mi hijo?' para fichar a los grandes responsables del éxito del programa de Cuatro en las redes sociales. Además, la jugada parece haberles salido bien por el momento, pero mucho me temo que una buena campaña promocional puede conseguir que des una oportunidad a algo en lo que no sentías especial interés, pero será el boca a boca positivo el que te haga mantenerte o crecer, porque la idea de que el temible hate watching lo logre se antoja como algo bastante complicado.
El fichaje de Alberto Chicote fue el otro detalle que jugaba a favor de 'Top Chef', ya que era inevitable que muchos de los seguidores de 'Pesadilla en la cocina' sintiesen curiosidad por su nuevo programa de cocina. Como resultado de ello, ha quedado la sensación de que Chicote se ha obligado a sí mismo a mantener las constantes vitales de su personaje en 'Pesadilla en la cocina', siendo quizá éste el origen de uno de los principales problemas de 'Top Chef': ¿Qué más dará que los concursantes sean profesionales de la cocina si van a ser objeto de tal nivel de críticas que parece que sean unos ignorantes de la vida?
Unos cimientos que ni llegan a defectuosos
Todo concurso debería tener muy claro que las grandes estrellas han de ser sus concursantes, pues de la implicación emocional del televidente con ellos depende que ver los nuevos episodios sea poco menos que una obligación o eso que podemos dejar para otro momento, y eso si tan siquiera llegamos a acordarnos. 'Top Chef' ha fracasado por completo en este punto, ya que ha cedido el protagonismo a los jueces, cuando éstos deberían limitarse a destacar en los momentos en que tengan que juzgar los platos o en los consejos que puedan ir dando mientras están cocinando para que ellos aprendan y cocinen algo mucho mejor. Aquí no ha sucedido eso, sino que se ha preferido abusar de la tendencia de la televisión española al critiqueo barato y el ensañamiento con los defectos ajenos.
Una vez descalificada la credibilidad culinaria de los concursantes —cuya personalidad además recuerda demasiado a los participantes en 'Masterchef'—, se dispara la importancia de tener un jurado capaz de darnos reflexiones ingeniosas o comentarios sagaces que hasta cierto punto compensen su tendencia a exagerar los defectos de los concursantes —de nada me sirve que luego se muestren mucho más comedidos en 'El almacén de Top Chef', donde la necesidad del morbo parece ser mucho menor—. Ya he comentado mis problemas con Chicote en este caso, pero es que incluso con esas limitaciones autoimpuestas le da para superar con holgura a a la ambivalencia campechana de Ángel León y la anodina sobriedad de Susi Díaz. Su indecisión pidiendo primero el plato estrella de los concursantes para luego quejarse de que no han arriesgado tampoco ha ayudado, y hasta han desaprovechado la aparición de alguien con tanto desparpajo natural como David de Jorge.
La importancia de los pequeños detalles
Nunca he sido un gran seguidor de '¿Quién quiere casarse con mi hijo?' u otros formatos derivados del éxito de éste, pero cuando veía un fragmento del programa me encontraba con que una idea que a priori no podría ser más ridícula era elevada de forma brutal por el brillante trabajo de montaje, ya sea para la elección de las frases de los protagonistas, los efectos sonoros o la utilización de diversos temas musicales. En 'Top Chef' se transmite una sensación de aleatoriedad tal que lo único que provocan es un desconcierto ante lo que pretenden conseguir, sobre todo, con la selección musical. De la posibilidad potenciar el suspense, la emoción o el drama se pasa a un batiburrillo que además se carga el ritmo, ya que por poner la música muy alta no vas a conseguir épica ni nada remotamente parecido a ella, sino caos y confusión.
Tampoco soy demasiado amigo de recurrir a tópicos como el empezar a asociar la imagen de villano a un concursante porque simplemente es consciente de que está en una competición y quiere actuar en consonancia. En España existe la mala tradición de que en este tipo de programas debe surgir una relación entre los concursantes muy similar a la de ser los integrantes de una familia y que sea muy duro ver cómo alguno de sus integrantes se va para casa. Felicidad amarga porque sigues adelante, pero alguien querido ya no estará allí. Sintiéndolo mucho, ha llegado el momento de erradicarlo —o al menos probar a hacerlo diferente una sola vez a ver qué pasa— y que en los concursos también haya espacio para alegrarte de ser —o simplemente creerte— el mejor sin que por ello seas poco menos que el diablo.
Esto no es 'Top Chef'
Lo que he visto hoy no tiene nada que ver con el 'Top Chef' que llegué a amar tanto que anteponía el visionado de alguna edición que tuviera pendiente al de muchas de las series que seguía al día. El 'Top Chef' americano es un concurso en el que tienes que demostrar que eres el mejor entre los mejores que aún no han conseguido reconocimiento mediático. Está claro que la personalidad también era un elemento clave para su elección, pero no recuerdo caso alguno en el que pensara "¿Qué demonios hace esa persona en 'Top Chef'?. Credibilidad ante todo.
Por desgracia, existía la posibilidad de que los españoles no tuviesen gran interés en ver un talent show de cocina solvente que procura evitar las polémicas estúpidas y en el que los concursantes son la estrella de la función y la fiabilidad del jurado es indiscutible. Un formato sin fisuras que no necesitaba de grandes cambios —lo esencial es acertar en el casting—, pero que en España se ha convertido en el primo feo de 'Masterchef'. De una personalidad definida y de eficacia demostrada a una mala copia de otro formato sin nada que aportar. Puede que eso cambie la próxima semana si confiamos en el avance de lo que está por venir, pero con este primer programa han conseguido que no me fíe ni un pelo de 'Top Chef'.
Veredicto
La primera entrega de 'Top Chef' ha sido tan extraordinariamente desastrosa que me parece imposible la idea de que pueda ir a peor. También el arranque de 'Masterchef' fue una pérdida de tiempo tal que tardé mucho en darle una segunda oportunidad gracias a lo mucho que parecía gustar a la gente, incluyendo a aquellos que echaron pestes de su inicio. Y la mejora fue real, ya que como adaptación quizá fuese discutible, pero al menos encontró la forma de articular un discurso propio que hizo que su visionado mereciese la pena. ¿Sucederá lo mismo en el caso que nos ocupa?
Lo único claro es que el avance de lo que veremos la próxima semana al menos invita a la esperanza en que se parezca más al formato original —del que fui fan durante muchos años— y que quizá, y sólo quizá, comience entonces su remontada. Supongo que habrá que darle una segunda oportunidad, pero como la cosa siga igual —o incluso empeore, que todo puede ser por mucho que me niegue a creerlo—, lo único que podré decirle a 'Top Chef' es que recoja sus cuchillos y se vaya de mi televisor.
En ¡Vaya Tele! | 'Top Chef', lo que necesitas saber
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