'Toledo', una monarquía sin reino

Antena 3 cumplió con su calendario y cerró anoche la primera y única temporada de 'Toledo', su primera gran apuesta de ficción para 2012 que, pese a reunir a más de dos millones de espectadores cada semana, no superó la criba necesaria para conseguir la renovación. La ficción histórica no ha contado con los espectaculares datos de audiencia que Antena 3 esperaba alcanzar, siendo una de las primeras series de este tipo de género que no logra tener continuación más allá de la primera temporada.

Las intenciones de 'Toledo' eran buenas. Llegaba para seguir explotando el filón de las series históricas, ése que tan buenos resultados ha dado en el pasado. Además, lo hacía acompañado de un buen reparto, que muchas ficciones envidiarían tener, y con una historia que parecía sólida y atractiva de cara al espectador. Aún así, no podemos decir que 'Toledo' haya destacado en el panorama de la ficción nacional, por lo que después de valorar sus aspectos positivos, solo nos queda preguntarnos cuáles han sido los motivos por los que la ficción no ha cumplido con las expectativas.

Siguiendo la estela de 'Hispania'

Desde su inicio, 'Toledo' se ha visto influenciada por cierta saturación existente en el espectador provocada por la continua emisión de ficciones del mismo estilo en el pasado. La serie incluso ha mantenido parecido con otros productos como 'Hispania' que, épocas históricas al margen, también ha girado en torno a personajes clave como el rey (en caso de 'Hispania' el pretor), el magistrado (en 'Hispania' Viriato) y el resto de personajes que buscaban su beneficio personal a costa de perjudicar a los demás. Todo ello decorado con peleas de espadas y conflictos derivados del choque de culturas. Quizá por eso, 'Toledo' se ha presentado como la hermana mayor de 'Hispania', una ficción que avanzaba en el tiempo pero que presentaba un producto de similares características, que no lograba aportar nada nuevo, principal punto en el que la serie de Antena 3 ha fallado.

'Toledo' llamó la curiosidad de más de tres millones de espectadores en su estreno, por lo que consiguió ser un producto atractivo que poco a poco se ha ido desinflando. Otra de las causas que le ha podido influir en este descenso de audiencia se encuentra en la ausencia de credibilidad que ha provocado un conjunto de factores entre los que destacan su ambientación, algunas de sus tramas y el desarrollo de varios de sus personajes. Sobre la ambientación, nada que decir que no se haya dicho ya. Por muy alto que haya sido el presupuesto parece que todavía hay cosas que la ficción española debe mejorar para recrear épocas históricas, sobre todo en cuestión de vestuario y decorados interiores.

Desde el primer día, 'Toledo' ha querido ser una serie correcta, en el que los personajes malos actuaran de forma malvada y los buenos se presentaran como los héroes de turno. Díficil elección si tenemos en cuenta la historia que nos pretendían contar, en el que algunos personajes, como el magistrado, deberían tomar decisiones difíciles, unas veces pensando en el bien común y otras centrándose en la felicidad de los suyos. Aún así, el espectador sabía perfectamente dónde estaban los buenos y qué hacían los malos para perjudicarles, y mostrar de una forma tan simple la personalidad de los personajes provoca que no lleguemos a conectar con ellos ni que nos lo terminemos de creer, exactamente lo que le ha pasado a 'Toledo' en el desarrollo de su temporada.

El ejemplo más claro que especifica este hecho se encuentra en la relación que han mantenido el Conde de Miranda con el arzobispo Oliva, una relación que ha terminado mostrando a dos personajillos dependientes el uno del otro que deambulaban siempre juntos murmurando y pensando qué hacer para perjudicar al reino. Hubiera sido más interesante ofrecer algo más de sus historias personales, sobre todo porque cuando hemos visto, por ejemplo, momentos de la relación del Conde con la prostituta ciega, es cuando más personalidad se le ha conseguido dar al personaje y por lo tanto más atractivo se volvía de cara al espectador.

Así, se han mostrado personajes en ocasiones algo planos, con los que el espectador no ha terminado de conectar. Los guionistas se han olvidado de desarrollar sus historias para darnos un episodio autoconclusivo cada semana, otro de los errores con los que ha contado la ficción. 'Toledo' no parece ser la serie adecuada para mostrar cómo resuelve el magistrado el problema en el que se centre cada capítulo o en qué nuevo lío se meten el hijo del rey y sus amigos. Hubiera sido más oportuno intercalar estas historias con una trama continuada que mantuviera la atención semana tras semana.

Un vistazo a…
ENFOQUE PROFUNDO Y LENTES PARTIDAS

Un final digno

Toca el turno de los elogios, en primer lugar para Antena 3 por mantener la ficción en la noche de los martes sin que los espectadores sufrieramos las consecuencias de ningún tipo de contraprogramación. Es cierto que, pese a no obtener la audiencia deseada para la renovación, los seguidores que conseguía 'Toledo' cada semana estaban en la línea de lo aceptable, por lo que también es comprensible que la cadena no haya realizado ningún movimiento que afectara a los episodios de 'Toledo'. Pero, aún así, no estamos acostumbrados a que una serie que no alcanza las audiencias deseadas mantenga día y horario de emisión cada semana, un buen camino a seguir en el futuro que el espectador acaba agradeciendo.

Y, a los creadores de la serie, les tenemos que agradecer el final con el que 'Toledo' finalizó su andadura en televisión, cerrando todas y cada una de sus tramas y creando un último episodio que estuvo a la altura de las circunstancias. Quizá, para mi gusto, demasiado correcto (todos los que hicieron algo malo en el pasado, menos el rey, acabaron pagando las consecuencias de sus actos) e incluso la muerte de Rodrigo se veía venir desde que supimos que él también había hecho cosas reprobables cuando estuvo en la guerra. Pero, aún así, el final de la ficción me dejó satisfecho y agradezco que no se dejara ninguna puerta abierta de cara a una posible segunda temporada, algo que al final habríamos acabado lamentando.

'Toledo' ha aguantado digna hasta el final gracias al cóctel inicial que formaban algunas de las interpretaciones de sus actores (Eduard Farelo, Fernando Cayo, Rubén Ochandiano...) y a la dosificación de sus tramas, ya que ninguna ha llegado a saturar demasiado y todas ellas han tenido una evolución coherente. Quizá eso es lo que más le podemos reprochar a 'Toledo', haber sido una ficción demasiado correcta que no ha querido arriesgarse ni sorprender al público, ya que tampoco se han dado grandes sorpresas ni importantes giros en el guión a lo largo de los trece episodios que ha durado la temporada. Los malos por un lado, los buenos por otro y, mientras tanto, el espectador queda sentado enfrente de la televisión esperando encontrar en la serie algo más que mereciera la pena.

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