Llegó el momento de la final y 'Mask Singer' nos ha tenido enganchados desde su estreno en noviembre: Caniche, Cuervo, Catrina y Camaleón se enfrentan en combate musical en el programa revelación de la temporada de Antena 3. Ocho programas en los que identidades ocultas nos deleitaban con grandes actuaciones en un espacio que reivindicaba la televisión más festiva.
Como suele pasar en este tipo de programas, 'Mask Singer' ha ido de más a menos. Algo que coincide con que también ha ido de menos a más en cuanto a duración. Lejos quedó esa promesa de mantenerse en torno a los 90 minutos para no terminar demasiado tarde.
Y no todo es culpa de la publicidad (que también ha ido en aumento). La final duró dos horas "de tiempo de juego" y no ha sido el programa más largo. No sé qué pasa en la televisión española, pero no conciben el terminar las cosas antes de la una y pico de la madrugada.
Este mal endémico que sufren todos los programas de este corte (no hay más que ver 'Masterchef') obliga a un alargamiento innecesario con gags de inicio y divagaciones del jurado más "relajadas". El truco de mantener el ritmo es edición, edición y edición. A base de tijeretazo cuando hace falta. Aquí parecen no conocer esto.
Lo difícil de mantener la intriga en 2020
No ayuda que el jurado requiera llamar más la atención que las propias máscaras y, por tanto, se algo difíli cortar por ahí. Los "alumbramientos" de José Mota compiten con los aspavientos y gritos de Javier Ambrossi en cuanto a pesadez, menos mal que tanto Malú como Javier Calvo son (ligeramente) más moderados.
Y aquí tenemos otro fallo: de qué sirve extenuar el misterio de una identidad de máscara en tiempos de Internet. Sí que es cierto que, a la hora de grabar los programas, se puede mantener ese misterio allí y en directo. Pero los editores no han contado con que de semana a semana los fans —y los espectadores— del programa desengranan cada pista y en cada programa las máscaras son más y más obvias. Esto resulta que, en según qué entregas, no exista ni por asomo un efecto sorpresa en el momento de revelación.
Pero esto no ha impedido que 'Mask Singer' haya sido una gran fiesta de principio a fin. Lo malo es que como pasa con todas las fiestas, uno termina aburrido después del chispazo inicial y, o te vuelves a meter en ella o terminas yéndote a casa o, en este caso, apagas la tele y te vas a dormir.
Paz Vega, ganadora de 'Mask Singer' como Catrina
Cuando tú venías, ella estaba llegando 🥳 ¡Paz Vega es la GANADORA de #MaskSingerFinal! 💀 ¿Habías descubierto que ella era CATRINA? https://t.co/LWamhPf6MP pic.twitter.com/oQxEwHK4kO
— Mask Singer (@MaskSingerA3) December 24, 2020
El juego también es responsabilidad de las máscaras y creo que han sabido jugar bien al despiste, aunque a ratos eran absurdamente obvios. En este sentido creo que la ganadora de la primera edición de 'Mask Singer' es, precisamente, una de las que mejor han sabido vender su identidad ficticia. Paz Vega como Catrina ha sido la concursante más sólida en todos los sentidos: vozarrón y capaz de crearse un personaje que, sin faltar a la verdad, logra engañar.
Para mí sin duda alguna lo mejor de esta edición. Es, entre otras cosas, lo bueno de este concurso: que uno sabiendo la identidad —yo suelo ver el programa al día siguiente no sin antes desayunarme el spoiler por gajes del oficio— reconoce absolutamente a quien quiera que sea en cada pista y en cómo canta.
Hablando de musicalidad, estoy impresionado por el alto nivel de la mayoría de los que han pasado por ahí. Quitando a los que de por sí eran cantantes profesionales (Albano como Girasol) y a algún desastrito (Terelu como Cerdita) el promedio era más que decente.
En definitiva, los mayores contras de esta primera edición de 'Mask Singer' creo que son más de temas de edición y realización que de la dinámica en sí. Antena 3 ha propuesto algo muy festivo para alegrarnos la mitad de la semana y, viendo audiencias, ha funcionado muy bien.
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