El pasado miércoles 13 de febrero se estrenó la segunda temporada de 'Luna, el misterio de Calenda', la serie producida por Globomedia y protagonizada por Belén Rueda y Daniel Grao (entre otros muchos) para Antena 3. Su estreno se ha visto empañado posiblemente por la guerra de contraprogramación que se ha recrudecido últimamente entre las cadenas privadas. Telecinco hizo doblete con 'Gran Hermano' en su primera semana y enfrentó su reality de referencia con la serie de misterio, consiguiendo alzarse con el triunfo de la noche, con un 19.9%. Mientras, la serie de los hombres lobo se tuvo que conformar con un segundo puesto y un 13.6%. La semana que viene, pero, el enfrentamiento será contra otra ficción: 'Familia'. Veremos cómo resulta toda esta lucha que, ya os lo digo yo, seguramente será con un mal final para la ficción nacional. Pero, en fin, dejémonos ahora de ver cómo las cadenas siguen destrozando su riqueza audiovisual y pasemos a hablar de cómo ha regresado esta ficción en su segunda temporada.
Uno de los miedos que más tenía yo respecto a esta serie es algo que previsiblemente parece que se cumplirá. Las tramas amorosas y, mejor aún, las amorosas adolescentes, son uno de los puntos fuertes de las producciones de Globomedia y en esta 'Luna, el misterio de Calenda' no iba a ser menor el asunto. Con una primera secuencia que siempre debería poder ser entendida como compendio del argumento, vemos a una Leire un tanto traumatizada recordando los sucesos que cerrarron la primera temporada. Ese salto final de Joel, ese secreto a medias desvelado, la imposibilidad de la chica de tener una relación normal con el muchacho del que está enamorada, es la "crepusculización" de una serie a la que no le haría falta centrarse tanto en esas tramas.
El chico bueno es un hombre lobo, vaya tela, pero no pasa nada, porque hay un chico nuevo en la historia que va a hacer que Leire sienta dudas respecto a su amor, o si no, al tiempo. Riky es lo bastante guapo, lo bastante golfo y tiene un pasado lo bastante traumático (una madre alcohólica, una temporada en un centro de acogida, una hermanita pequeña a la que proteger) como para que protagonice muchos minutos de esta nueva tanda de capítulos. A todo esto, ¿qué pasa con la historia de la maldición de Calenda que dejamos colgada la temporada pasada?
Antes de eso, más amor. Vera y Nacho se reencuentran y todo es silenciosamente doloroso. Raúl le dice a Sara (por enésima vez) que tiene que centrarse más en su familia y dejar el trabajo de lado. El anteriormente invisible hermano de Vera, Pablo, se ha echado de novia a la guapa de la panda y se ha hecho malote, y roba motos de Correos y todo... un extraño detonante que forzará de manera un tanto ortopédica, la primera aparición de Joel en la temporada, por supuesto, salvando a Leire en un incomprensible momento en el que ella cae al río.
Y, por fin, la trama troncal, la que habla de los misteriosos sucesos que acontecieron en Calenda y que explican la existencia de los hombres lobos, mi favorita y por la que sigo esta serie. ¿Qué hay de nuevo? Pues un elemento recién aterrizado viene a aderezar toda esta historia. La ermita de San Clemente se ha visto destrozada y, en su interior, en una suculenta cripta, hay un señor momificado, un señor "resucitado" que habla en armenio y riega de amenazas y profecías a todo el que se le acerca. Muy bien, como ingrediente de terror muy bien pero, ¿qué pasa con Salva (al que se han ventilado sin piedad)?, ¿qué pasa con la trama que ya teníamos lanzada? porque el "resucitado" es un elemento nuevo, no algo continuista, sino un arranque a partir del que se puede construir sin necesidad de volver a los misterios de antaño. Y todo lo que ya sabemos, ¿se va a quedar aparcado en virtud de este nuevo personaje? Porque no se ha cerrado nada, sólo hemos girado la cara hacia otro lugar. ¿Está eso bonito? Ya veremos.
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