Tenía ganas de ver esta serie (siempre me pasa con los estrenos), y me he llevado un chasco de los buenos porque Generación d.F. no me gustó nada de nada. La serie da la sensación de estar a medio hacer, la producción deja mucho que desear, los decorados son más planos que los de Escenas de matrimonio, las risas enlatadas son insoportables, los personajes tienen poco gancho y los guiones no me hicieron gracia.
Generación d.F. cuenta con buenos actores y buenas interpretaciones, eso sí, pero no es suficiente para levantar el tono de una ficción que intenta hacer comedia de lo miserable (como todas las comedias), pero desde mi punto de vista no lo consigue. Los estereotipos lo son tanto que no hay giros sorprendentes, todo es previsible, y a los personajes se le ve venir.
Antes de que nadie me diga nada explico que el título de la entrada es una especie de homenaje a uno de los recursos de la serie: el uso de la iconografía de los Ochenta y de alguna que otra muletilla. Para complementar su tono de "para treintañeros" y sabiendo que la serie se concibió para el late night, abundan los tacos y hay algún que otro primer plano de escotes y de paquetes, todo mucho más soez y grosero que gracioso.
En cuanto a la realización, cámara al hombro, que es un recurso que me gusta pero que pienso que no vale siempre, y en este caso no sirve. Si los personajes tienen la cámara delante, ¿de qué sirve una cámara al hombro a no ser que interactúen con ella? Pero bueno, esto es sólo mi opinión.
Lo que ya me terminó de descolocar fue la voz en off, Ramón Langa, que empezó narrándolo todo en tono documental y que terminó haciendo valoraciones personales, como diciéndole al espectador qué tenía que pensar en cada momento. Y se complementaron las historias con el débil recurso a las estadísticas, como hacían en No es programa para viejos, que al final en lugar de complementar lo que estamos viendo lo que hacen es guiarlo, ordenarlo y estructurarlo. ¿Hay algo que estereotipe más que en el estereotipo que sale de una estadística?
En resumen, y aunque las comparaciones son odiosas, Impares era mucho mejor y aunque a los de Generación d.F. pueda dolerles, lo cierto es que las series tienen demasiadas cosas en común, hasta los actores, como para no levantar sospechas. La idea es la misma con la diferencia de que lo que en Generación d.F. resulta inexplicable, como la cámara al hombro o los monólogos de los personajes frente a la cámara, en Impares encajaba. A mí no me vuelven a pillar.