Quienes televisivamente hablando todavía no sepan lo que es sufrir que prueben a ver el último capítulo de ‘El internado’ (con anuncios incluidos) y luego me cuenten. La serie de misterio de Antena 3 ya ha terminado, esta vez para siempre. Después de 71 capítulos y siete temporadas las aventuras dentro de la Laguna Negra han pasado a la historia. Para aquellos que aún no lo supieran, los guionistas han intentado recordarlo a lo largo de esta temporada. Por ello los títulos de los capítulos tenían nombres tan originales como “El último deseo”, “El principio del fin”, “La última dosis”, “Los últimos recuerdos”, “El último aliento” o “El fin”.
Ahora que la serie ha terminado es hora de hacer balance. ‘El internado’ llegó apostando fuerte por un género del que antes habíamos visto muy poco. Su primera temporada nos enamoró y las tramas que a partir de ahí surgieron nos engancharon. El misterio se apoderó de nosotros y no tuvimos más remedio que seguir viendo capítulos, aunque la trama perdiera fuerza con cada nueva temporada que llegaba.
Y, cuanto más avanzábamos, menos nuevo se nos hacía todo. El espectador adquirió un poder de predicción y en ocasiones era capaz de adelantarse a lo que estaba por venir, porque hubo un instante, que yo situaría después de descubrir que los malos eran nazis, en el que las tramas se volvieron predecibles.
Una historia de traidores
Hubo un momento en que la llegada de nuevos personajes sólo significaba que nuevos malos enmascarados habían llegado a la Laguna Negra, tónica que se ha mantenido hasta el final. Por eso creo que más allá del virus, de los nazis o del propio internado, la serie se ha centrado en contarnos una historia de traidores. Personas que parecían buenas pero que por su culpa todos los demás estaban sufriendo y ese hecho sólo lo conoceríamos en un momento clave de cada temporada. Pasó con Camilo, Noiret, Roque, Amelia, Hugo, el teniente Garrido, Amaia… Seguramente me olvidaré de alguien pero creo que con estos ejemplos queda claro a qué me refiero.
Y a medida que soltaba maldiciones a cada personaje con doble cara, me daba cuenta de que a los mayores traidores nunca les vería la cara, a pesar de ser ellos quienes mayor daño le estaban haciendo a la serie. Me refiero a los guionistas. Odiados y queridos a partes iguales, los encargados de crear las tramas de ‘El internado’ nos traicionaron hace ya mucho, y esa será la puñalada que yo nunca podré perdonar, cuando nos vendieron ‘Los archivos secretos de El internado’ como una forma de resumir las tramas añadiendo flashforwards que nos daba pistas sobre el final de la serie.
Se trataba de interrogatorios situados en algún momento del futuro en los que los personajes recordaban lo que había sucedido. Héctor salía en silla de ruedas, Carolina seguía viva… Esa fue la forma en la que los guionistas nos decían que estuviésemos tranquilos, que tenían pensado un final para esta historia. Pero tras el resumen centrado en Noiret descubrimos que los otros interrogatorios sólo habían transcurrido en su imaginación, ya que él estaba loco en el futuro. Y esa fue la forma en la que los guionistas nos decían que ‘El internado’ viajaba sin rumbo, aprovechando el éxito de audiencia lo máximo posible y sin importar que la serie perdiera calidad capítulo tras capítulo.
El reencuentro de la familia Espí
Desde que a los padres de Marcos y Paula se les dieran por muerto, Irene Espí, también conocida como Sandra Pazos, ha estado retenida en cuatro ocasiones contra su voluntad, y no siempre quienes la retenían eran las mismas personas. El colmo fue cuando Camilo, convertido ya en monstruo, se la llevó a hombros a principios de la séptima temporada y la tuvo secuestrada en una cueva hasta los últimos capítulos. Aún sin saber las razones por las que Camilo haría algo así, ya que no se han explicado (podríamos pensar que él estaba de parte de los malos, pero sus acciones en esta temporada demostraban que iba por libre), Irene aguantó pacientemente a que su hermano escapara de su propio cautiverio para salvarla.
Y es que los secuestros de Irene eran una forma de hacer que el esperado final llegara lo más tarde posible. Ya dábamos por hecho que en el final de ‘El internado’ Marcos y Paula se reencontrarían con su madre, era otro de los hechos predecibles que podía haber sucedido antes y así nos hubieran mostrado otra faceta de Irene Espí distinta a la de eterna secuestrada.
Algo parecido ha ocurrido con Samuel Espí, también conocido como Héctor de la Vega. Me ha decepcionado enormemente la vuelta de Luis Merlo porque no he podido disfrutar con su personaje como a mí me hubiera gustado. Apenas ha aparecido, sólo en momentos puntuales y en el final de la historia y yo me esperaba mucho más de su retorno.
El héroe convertido en cocinero y otras muertes
La muerte de Fermín creo que le da un toque agrío al final feliz de cuento que en general nos querían ofrecer. Al fin y al cabo, el héroe de esta historia era él y ya deberíamos tener aprendido que no siempre estos personajes acaban bien. Fermín se ha jugado tantas veces la vida por el bienestar de los demás que era de esperar que alguna de esas veces no sobreviviera, y el capítulo final era el mejor de los momentos para que dejar claro que gracias a él, todos los demás están a salvo. Así, el cocinero consiguió engañar a Garrido (con una táctica muy parecida a la que vimos en el final de ‘Motivos personales’), pero en el enfrentamiento final fue él quien salió peor parado.
Creo que esta es la muerte de un protagonista principal que menos daño podía hacer. Es cierto que nos han dejado a María derrumbada y sin cocinero, pero el espectador se puede consolar pensando en los escarceos que tuvo con Héctor en las primeras temporadas de la serie, acercamientos que podrían volver a suceder ya sin nazis de por medio. Pero eso son ya muchas especulaciones.
Desde luego que al menos la muerte de Fermín tiene mucho más sentido que la de Elsa que, aunque no se tomó las medicinas para que otros sí pudieran hacerlo, se tumbó a esperar a morir cuando podría haber hecho algo más. Doy las gracias porque mataran a Curro al principio de los nuevos capítulos que han ofrecido tras el verano, era un personaje insoportable hasta para los más pacientes. Y también agradezco que Hugo y Amaia murieran en este último capítulo, así nos dejan claro que los malos también pueden morir. Respecto a las muertes de Roque y Lucía, no diré que eran necesarias pero tampoco que me sorprendieran demasiado.
La Laguna Negra arrasada por las llamas
Nos avisaron de que el final de la serie sería un final definitivo y qué mejor manera para que los malos no vuelvan a hacer de las suyas que quemando todo el internado. Porque después de comprobar que aparecían personas de Ottox de hasta debajo de las piedras, que el internado hubiera quedado en pie sólo significaría que dentro de unos años podrían haberse repetido los experimentos. Pero después de esta (para mí acertada) decisión, el espectador puede quedarse tranquilo. Nada volverá a repetirse, al menos en la Laguna Negra.
Iván, Marcos, Julia y Vicky tuvieron la tarea de rociar de gasolina todo el colegio para después prenderle fuego. Pero eso sí, cómo desaprovechar la oportunidad de que uno de los niños quedara atrapado entre las llamas. La agonía de ver a Paula y compañía en peligro de muerte se dio hasta el final. Estos niños empezaron siendo graciosos pero sus gamberradas evolucionaron hasta convertirse en lo más odiado de ‘El internado’. Porque al final los niños ya perdieron frescura y sus travesuras no hacían más que estropear la trama de algunos episodios.
Y al final todos tan felices
Con el internado ardiendo, los protagonistas consiguieron escapar y volver a casa. Pero antes hubo tiempo para una secuencia final, en el que todos miraban con nostalgia al pasado y se adentraban en un futuro lleno de posibilidades en el que cada oveja estaba con su pareja. Es cierto que los amores de Marcos y María no han acabado bien, pero al menos ellos se van del internado con la familia que perdieron antes de que llegaran allí. Así que todos quedaron contentos, recordando a los que se quedaron por el camino sí, pero con motivos para seguir adelante.
De este final yo lamento que los guionistas no se arriesgaran más con la historia. Al fin y al cabo, todos los traidores eran personas que podían serlo y nunca llegamos a descubrir un malvado que realmente sorprendiera, y todas las muertes que se han dado al final eran esperadas y no se llegó a dar una que se lamentara aún más que la de Fermín.
Por cierto, al principio de la séptima temporada aseguraron que todos los misterios quedarían resueltos y a medida que he ido viendo capítulos comprobaba que en realidad la serie ya no tenía que dar respuestas, sólo finalizar sus tramas. Y puestos que los sucesos paranormales no tenían explicación (las visiones con el más allá de Julia, los sueños premonitorios de Lucas…), todos los interrogantes se esclarecieron hace ya tiempo.
Aún así, me quedo con la sensación de que ‘El internado’ comenzó como un cuento y, aunque valorando la serie en su conjunto sobran más de veinte episodios, el final tuvo acción, emoción e intriga hasta el final. Un buen broche para una temporada bastante
floja. Sólo espero que la próxima vez que apuesten por el misterio lo hagan con todas sus consecuencias, y si tienen que terminar después de tres temporadas lo hagan. Si así hubiera pasado con ‘El internado’ hubiéramos despedido a una de las mejores series que ha dado la televisión en mucho tiempo. En vez de eso, decimos adiós a una serie que nos deja un buen recuerdo, pero que pasó de ser una de las grandes a una más de las muchas que podemos encontrar hoy en día en nuestra televisión.
En ¡Vaya tele! | El principio del fin de ‘El internado’
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