‘El Diario’ es de los pocos programas de Antena 3 que obtiene datos competitivos en la tarde; lo lleva haciendo desde nueve años y no parece que la tendencia vaya a cambiar mucho en futuro próximo. El cambio de estilo que experimentó poco después de sus inicios (pasando de ser un talk-show puro y duro a un programa al estilo ‘Sorpresa Sorpresa’) no afectó para nada a su audiencia, más bien lo contrario, y tampoco se vio afectado por la marcha de Patricia Gaztañaga, la cara visible de un programa que a estas alturas de la película produce más verguenza ajena que otra cosa.
Cuando comenzó a emitirse allá por 2001 no dejaba de ser un programa de testimonios medianamente visible, con entregas dedicadas a un tema en particular y testimonios de personas que simplemente iban a la televisión a contar una experiencia. Si el espectador lloraba o reía lo hacía con los invitados del programa (nótese la preposición “con”), unos invitados que sabían perfectamente a lo que iban al programa, y los especiales de “sorpresas” eran la excepción. Nada que ver con el programa que vemos ahora.
No tardó mucho (meses, diría yo) en cambiar de estrategia, y todo el que iba al programa lo hacía engañado. ‘El Diario’ se convirtió en un contenedor de basura donde familias enteras iban a lavar sus trapos sucios, con salidas de tono, abandonos de plató, gritos, desmayos, llantos y demás atentados a la inteligencia humana. No hay más que poner en youtube las palabras “el diario de patricia” y ver la infinidad de situaciones surrealistas que desde hace varios años nos viene dejando.
Míticos son ya el “Ya no soy un chungo…” que se hizo famosísimo gracias a ‘Sé lo que hicisteis’, el joven agresivo que casi da una paliza a su madre en pleno directo o el transexual que no quiso dejar la oportunidad de estar en la tele para mostrar a la gente el resultado de su reciente operación de cambio de sexo. Son sólo tres ejemplos de situaciones cómico-vergonzosas que se repiten en mayor o menor medida cada tarde en Antena 3.
Quizá por tratarse de personajes anónimos, el programa que ahora presenta Sandra Daviú no llama tanto la atención, pero el espectáculo ofrecido por este programa cada tarde, a mi juicio, no dista demasiado del que ofrecen ‘Sálvame’ y sus derivados. La lástima es que, como ya viene siendo frecuente en este tipo de casos, la audiencia responde y mientras siga marcando esos datos alrededor del 15%, tocará aguantarse con lo que hay. Que sigan todos los especiales en prime time que quieran, que yo mientras seguiré viendo ‘Pasapalabra’.
En ¡Vaya Tele! | El Diario de Patricia y su código ético