Nada, no hay manera de que Antena 3 logre encontrar un reality que le funcione. Y no será porque no lo intenten; la cadena se esfuerza en incorporar a su parrilla programas de telerealidad, pero parece que a la audiencia no acaban de convencerle las propuestas ofrecidas. Entre los fracasos más recientes, todos recordamos ‘La vuelta al mundo en directo‘, el espacio presentado por Óscar Martínez que apenas consiguió un 9% de cuota de pantalla media y que generó más polémica que otra cosa (con la participación de un concursante patricida). Más tarde vino ‘El Marco‘, el reality conducido por Patricia Gaztañaga que anotó un flojísimo 7’5% de share en su primera gala y un aún más triste 3’2% en la segunda entrega.
Y aunque es cierto que algunos formatos sí que han funcionado (aquel lejano ‘El Bus’, ‘Confianza ciega’, ‘La granja’, por ejemplo), Antena 3 no se puede permitir el lujo de mantener un programa que registra menos de un 10% de cuota de pantalla en un prime time. Esto hace que nos planteemos una cuestión: ¿Qué va a pasar con ‘El Barco: Rumbo a lo desconocido’? Se trata de la nueva apuesta presentada por la cadena este pasado martes, un reality ambientado e inspirado en la ficción protagonizada por Mario Casas y Blanca Suarez. Claro que aquí no tenemos ningún acelerador de partículas, un villano que atenta constantemente contra la tripulación o un actor guapérrimo por el que las féminas adolescentes beban los vientos. Y parece que sin esos (u otros) ingredientes, lo de la fórmula del barco perdido en alta mar no acaba de cuajar.
El concurso generó un escaso seguimiento, estrenándose con solo un 7,4% de share y poco más que un millón de espectadores. Lo mires por donde lo mires, el dato es bastante malo y hace presagiar lo peor. De hecho, la audiencia diaria de la cadena bajó y el programa tampoco ayudó a que el espacio que se estrenaba tras su emisión, ‘Comer, beber, amar‘, registrara un buen dato. Todo ello hace que ‘El Barco: rumbo a lo desconocido’ se situe en una posición muy peligrosa.
14 concursantes que compiten por hacer sus sueños realidad
Y no es tan solo una frase bonita, los concursantes enrolados en esta aventura compiten por un suculento premio: hacer sus sueños realidad. Cada uno de ellos anotó en un pergamino qué sería lo que les haría más felices en la vida; al terminar el viaje, el programa hará que los deseos del ganador se cumplan. No obstante, ninguno de ellos es poseedor de tal información. ¿Qué os parece el premio? Debo reconoceros que a mí me sorprendió gratamente la idea, me pareció bien planteada a nivel de guión. Cabe destacar que, al menos, se trata de una recompensa original que dista del típico cebo económico.
Eso sí, para conseguir ser el ganador del concurso hay que aguantar las incomodidades que puedan causar las inclemencias meteorológicas, los mareos, los vómitos, el aislamiento, el esfuerzo físico, la escasez de comida y a tus propios compañeros. Está claro que los que se enrolan en la aventura no iban a vivir un crucero. Nada más comenzar, los concursantes escogieron a dos capitanes y formaron dos bandos. Mientras, los espectadores éramos testigos de cómo se conocían los unos con los otros y, a su vez, podíamos intuir que los de la organización del programa no habían acabado de acertar con la elección del casting.
Oficiales contra Marineros, se acentúa la rivalidad
Tras disputar la primera prueba, solo un bando resultó vencedor, el capitaneado por un tal Jaime. El resultado del juego marcó también la convivencia en el barco. Unos serían los oficiales y disfrutarían de privilegios como dormir en camarotes y no tener que trabajar. Mientras, los otros serían los marineros que deberían cocinar, servir la comida y limpiar todas las instalaciones del barco, para luego compartir un camarote de 7 metros cuadrados. El hecho de que la prueba determinara el status social dentro del recinto y estableciera una jerarquia hizo que se avivara la rivalidad entre ambos bandos, hasta el punto en el que pronto comenzaron los piques.
Lo cierto es que esta idea resulta interesante, ya que los problemas de convivencia empizan a aflorar muy rápido y esto puede dar mucho juego. Claro que es aquí donde reside toda la emoción que promete el programa, pues se nota una destacable carencia de aventuras. Si a eso le sumamos un casting poco carismático (casi ningún concursante destaca sobre los otros) y que no se establece ningún tipo de estrategia por parte de ninguno de los bandos, la cosa pierde fuelle. El programa no tiene mucho ritmo y la realización está únicamente enfocada a ofrecernos las peleas entre los tripulantes, ya sea entre bandos o entre miembros del mismo grupo. Solo hubo dos juegos, el que enfrentaba a los dos bandos y el que determinaba el expulsado, y tampoco es que fueran realmente emocionantes. Nada que no se pueda ver en otros realities.
Al final la sensación que nos queda es de aburrimiento, pues le acaba faltando algo al programa para que logre engancharnos. El montaje es muy lineal y prácticamente no entretiene; ni tan siquiera las pruebas tienen algo de emoción. Los profesores tampoco tienen demasiado gancho y, por el avance que nos mostraron, los concursantes tampoco mejoran (acaban todos llorando, quejándose y queriendo abandonar el barco). Y a pesar de que otros formatos de realities grabados convencen (me gusta que no haya plató), el hecho de que no se hilen demasiado bien las historias y que haya transiciones tan largas acaba restándole credibilidad al resultado final. Y aunque no me atrevería a decir que es un programa malo del todo, porque creo que tiene puntos interesantes, creo que falla en la parte de ‘show’... No creo que la apuesta llegue a buen puerto, pero todo puede pasar.
En ¡Vaya tele! | ‘El Barco’, nuevo reality de Antena 3: si una idea funciona, ¿por qué no exprimirla hasta lo ridículo?, Cinco realities shows que fracasaron en Antena 3