Hacía tiempo que nuestro radar había dejado de señalizar la posición del Estrella Polar, el buque escuela en el que se desarrolla la acción de ‘El Barco‘. Anoche, la ficción de Globomedia echaba de nuevo el ancla en la parrilla televisiva para deleitar a los seguidores de la serie con nuevas aventuras. Y a pesar de que tan solo hemos visto el primer episodio de esta segunda temporada, ya podemos intuir el rumbo que va a tomar la serie: el mismo. A priori parece que la ficción va a seguir empleando la fórmula aplicada en anteriores capítulos; una combinación de drama, tensión por los conflictos que surgen en alta mar e historias de amor ultracomplicadas.
Así, no se han producido cambios sustanciales, aunque tampoco es que las expectativas de que se produjeran fueran muy altas. Al fin y al cabo, resulta lógico que se mantenga el modus operandi de la primera temporada, teniendo en cuenta que el proyecto les salió redondo a los de Antena 3. Recordemos que ‘El Barco’ supuso uno de los mejores estrenos del año pasado, consiguiendo llamar la atención de casi cuatro millones de espectadores por semana. Y a pesar de que muchos criticamos en su día que la premisa de la que partía la serie (un cataclismo ha acabado con toda forma de vida en la Tierra) fuera relegada a un segundo plano, aún seguimos enganchados a las disparatadas aventuras que surgen en la serie.
‘El Barco’: conflictos puntuales + conflictos a largo plazo
La estructura narrativa se mantiene intacta, por lo que se combinan los conflictos puntuales que ponen en peligro la vida en el buque con los conflictos a largo plazo relacionados, sobretodo, con el amor. El patrón con el que fue cortada la serie también vale para esta nueva tanda de episodios y vemos como los tripulantes del Estrella Polar se enfrentan al reto semanal que pertoca. Por supuesto, este reto es muy complicado, una auténtica misión suicida y las posibilidades de que se resuelva el conflicto son bajísimas.
En el capítulo de ayer los supervivientes del cataclismo conseguían contactar con una Estación Espacial (¡!), descubriendo que también quedaba gente viva en el espacio. La misión consistía en rescatar a los astronautas cuando éstos cayeran al mar, aunque no iba a ser tarea fácil: una tormenta sin precedentes (que ríete tú de la de ‘El show de Truman’ y la que vivió George Clooney) se acercaba y poner a salvo a los otros supervivientes iba a ser imposible. No obstante, y a pesar de las escasas posibilidades de salir triunfadores, conseguían salvar el pellejo. Conflicto puntual a un lado, seguimos siendo testigos de los problemas vividos en anteriores entregas y que continúan sin resolverse: la historia de amor entre los protagonistas guapos de la serie, Ulises y Ainhoa, truncada por los maléficos planes del villano a bordo, incombustible Gamboa.
Incoherencias e historias increíbles: Nivel Ninja
Y cuando digo increíble me acojo a la acepción que significa difícil de creer. Con la primera temporada ya deberíamos estar curados de espanto con las tramas que nos presenta la ficción semana tras semana, pero es que los guionistas se superan. Que se enfrenten a episodios naturales fuera de lo común tiene un pase, pero que un señor con un ataque de apendicitis protagonice una larga pelea a guantazo limpio ya no cuela. Y nos superamos con la doctora que se anima a operar al capitán del barco estando aún bajo los efectos del alcohol, sin tener ni idea del procedimiento quirúrgico y en medio de la tormenta más bestial de la historia. Es que se pasan. ¿Y la lluvia de peces?
Claro que toda ficción es eso, ficción. Así, si solemos aceptar que lo más inverosímil ocurra en un hospital, en un instituto o en una selva, ¿por qué no hacerlo con lo ocurrido en un barco? Acataremos. Eso sí, lo que no deberíamos tolerar son las incoherencias que presenta la serie. Hace semanas nos vendían que los alimentos básicos comenzaban a escasear en el barco y el racionamiento provocaba incluso algún que otro conflicto, pero ahora no tienen problema para encontrar alcohol y botellas de zumo de tomate. Y lo mismo con el espectáculo de los remos: ¿de dónde sale todo ese material?
Personajes magnificados
Ya lo ha dicho Salomé: “Las cosas en el barco, y en el fin del mundo, se magnifican”. Y aunque la frase nos suena de ‘Gran Hermano’, lo cierto es que no le falta razón al personaje interpretado por Neus Sanz. El que fuera el malo de la película es aún más malo y su crueldad no tiene límites ni atiende a razones; el que está locamente enamorado de la chica guapa del barco acaba perdiendo la cabeza por amor e incluso se atreve a secuestrarla; y la que está sufriendo por no poder estar con el hombre al que quiere llega a unos niveles de dolor y desesperación increíbles, como para dispararle. Los personajes están magnificados. Eso sí, aún es pronto para analizar si se produce alguna evolución en ellos, puesto que solo llevamos un capítulo. Los roles, sin embargo, parecen mantenerse en su sitio.
Mención aparte merecen los efectos especiales empleados en el primer capítulo de esta segunda temporada: ¿no os daba la sensación de que su calidad no cumplía las expectativas? El momento en el que el capitán se mete en una barca en plena tormenta nos ha regalado imágenes un poco pobres.
Y a pesar de todo…
Y a pesar del rapapolvo que le he metido, debo reconocerle a la ficción que acaba resultando muy entretenida. La duración del episodio es larga y aun así el montaje tiene ritmo y acaba cumpliendo su pretensión principal, que es precisamente la de hacernos pasar un rato entretenido delante del televisor. Además, la idea de la que parte la serie me sigue pareciendo buena y el doble papel que juegan algunos personajes me sigue atrayendo. Del mismo modo, la combinación de algunos momentos humorísticos y de las situaciones tiernas nos sigue gustando. Lo más curioso de todo es que algunos tenemos muy claro lo que no nos gusta de la serie, pero no tanto lo que sí nos complace; y aun así la seguimos viendo. Pero, y a ti ¿qué te ha parecido el primer episodio?
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