Aquí vuelvo al ataque una semana más, inasequible al desaliento, con el análisis del capítulo de anoche de Doctor Mateo. El episodio se centró como tema general en el de los compromisos de la parejas, uniones y separaciones, y me parece que es uno de los episodios que más movimiento ha tenido de todos, con cambios severos en las tramas de los personajes principales.
Dos de las cosas más destacables del episodio de ayer, desde mi punto de vista, fueron el tono poco sensiblero con el que se trataron en general los momentos más propicios a caer en el empalago y la ausencia del típico caso médico al que nos tenían acostumbrados, que en el capítulo de ayer se limitó a la curación del colapso alérgico de Dani. Si bien es cierto que fue un desencadenante, en los primeros minutos estuvo solventado y no actuó como metáfora de nada, como sí ha sucedido en capítulos anteriores. Podría considerarse caso médico la búsqueda de los amigos perdidos en el monte, pero no tuvo demasiada intensidad y quedó algo eclipsada por la cantidad de cosas que pasaron en el episodio.
Adriana y Dani se prometen y eligen de padrino a Mateo, que en principio acepta pero que después, aconsejado por su tía, se desmarca del asunto. Adriana termina rompiendo con Dani porque éste empieza a hablarle de irse a vivir a Londres y de tener hijos. Éste es uno de los momentos elegantes a los que me refería antes. Pudiendo haber preparado una escenita se limitaron a contárnoslo con un plano distante, sin diálogos, de ellos hablando en la playa. Mateo, espoleado por Tom, va a casa de Adriana y se declara, eso sí, borracho como una cuba, y después lo niega todo. Otro momento de intensidad amorosa que solventaron con un giro sencillo pero, desde mi punto de vista, efectivo. Parece que los guionistas tienen claro qué y cómo contarnos las cosas y se agradece que no deriven hacia otros tonos.
Alfredo empezó el episodio celebrando su futura paternidad y lo terminó despidiéndose de una prometida que resultó ser una estafadora y que se marchó escoltada por una pareja de la Guardia Civil. Entre medias, Alfredo planeó una despedida de soltero en la montaña que terminó como el rosario de la aurora. Ayer le tocó padecer a Alfredo y sus lágrimas sacaron a la luz las debilidades de un personaje que, quizá por parecer el tontorrón del pueblo, no merece. Esta trama demostró la importancia del personaje, sus posibilidades, y marca un camino que no sé si atreverán a seguir. ¿Le mantendrán en la tristeza o volverá a ser el de antes como si no hubiera pasado nada?
Los hermanos Escribano y la pandilla de amigos tuvieron menos importancia. Por un lado, los deseos de independencia de Ernesto le llevan a enfrentarse con su hermano. Marga y Ana se distanciaron definitivamente mientras que Ernesto y Riqui superaron rápidamente la tensión por la relación entre Riqui y Marga. Estas subtramas, aunque necesarias, son las que me parecen menos interesantes de todas. No acabo de engancharme a ninguno de los personajes.
Por último descubrimos que el padre de Pedro, el hijo de Elena, es Mario, el marido de Carol, y ella lo descubrió recién solventada su última crisis matrimonial. Esta trama yo creo que puede dar más de sí, aunque tratándose de una comedia va a ser complicado darle una salida al conflicto. En un drama Mario reclamaría sus derechos de padre, y asunto arreglado. En una comedia hay que plantearlo de otra manera, sobre todo porque Mario no ha sido un personaje muy presente en la historia hasta ahora. Veremos cómo lo resuelven.
El capítulo terminó dejándonos en puertas de la Semana Santa, coincidiendo cronológicamente con el tiempo real de los espectadores. Éste es un recurso muy habitual de los culebrones y en este caso no sé si será un detalle intencionado pero lo cierto es que aporta cierta frescura y situado en una serie semanal puede hacer que el espectador se sienta más próximo a los personajes. Si las parrillas no engañan, la semana que viene, a pesar de ser Domingo de Resurrección, habrá serie, así que ya veremos cómo ha ido la aventura en Grecia.
Imagen | Fórmula TV
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