La renovación de una serie marca el éxito o fracaso de una producción y, por ahora, las series van recibiendo el apoyo de las cadenas para continuar trabajando. Ha sido una temporada difícil, con mucha competencia de ficción nacional, y los últimos en renovar han sido Cuestión de sexo y El síndrome de Ulises.
De cara a la audiencia, también reviste de prestigio a las cadenas el que sus series cuenten con la aceptación del público, y las renovaciones de este año se están produciendo con series que no han alcanzado los mínimos de audiencia exigidos por las cadenas, pero que han conseguido fidelizar a un porcentaje nada desdeñable de espectadores.
Poco se habla ya de Quart o de C.L.A. No somos ángeles, dos de las producciones de Antena 3 que han sufrido los vapuleos derivados de una mala programación y las exigencias de un mercado, el televisivo, que no tiene tiempo para experimentos. Nunca sabremos qué habría sido de Hermanos y detectives, hoy renovada, si no se hubiera pasado al domingo. En esto la claramente perjudicada ha sido R.I.S., que agoniza los martes y tiene un futuro aún incierto.
Vista la audiencia que recogió Aída el domingo (casi seis millones de espectadores), me planteo qué habría sido de las nuevas series si hubiesen tenido que competir con los productos nacionales ya consolidados. Por otro lado, es una suerte que las cadenas hayan optado por esta fragmentación en la emisión de las series, intercalando nuevas con las antiguas. De lo contrario, las parrillas estarían saturadas de productos ya conocidos y habríamos perdido la posibilidad de ver novedades.
Vía | Fórmula TV