"Superarán a Japón en nada". El fundador de MAPPA cree que China podría ponerse a la cabeza de la industria de anime, pero hay una condición

Por "anime" entendemos animación producida en Japón, pero con los años se ha convertido en un estilo en sí mismo que ha inspirado tanto a generaciones de creadores que logrado saltarse fronteras.

Así tenemos muchas series y películas creadas en Corea del Sur, China, Francia o Estados Unidos que imitan a la perfección el estilo de animación japonés, e incluso la forma de tratar secuencias de acción, humor, personajes y escenarios. Y esto, sumado a que cada vez es más común encontrar extranjeros trabajando en producciones japonesas... pues ha llevado a que Japón ya no tenga la exclusiva en cuanto a crear anime.

El futuro está en China

De hecho para Masao Maruyama, el fundador de MAPPA y Madhouse, Japón se está quedando atrás respecto a otros países y piensa que China podría convertirse en el gran líder de la industria de anime.

Según Maruyama, Japón se ha ido apoltronando y se ha acostumbrado demasiado a crear animes comerciales, confiando en géneros con niñas monas o con animes isekai con giros sorprendentes (de los de "me reencarné en una máquina expendedora" o similares, a ver qué puede tocar en la lotería de reencarnación).

Esta fijación con comercializar todos los animes hace que Japón se haya ido quedando detrás de otros países en cuanto a creatividad, y en opinión de Maruyama también se ha ido descuidando a la siguiente generación de animadores que deben tomar el relevo.

Y en cambio, en China sí que se está cuidando la educación y formación de los nuevos animadores, lo que podría hacer que con el tiempo se pusieran a la cabeza.

"En Japón, a la gente ya no se la educa en animación. La única razón por la que China aún no ha alcanzado a Japón es porque tienen un montón de restricciones respecto a la libertad de expresión", dijo Maruyama. "Si consiguen más libertad, superarán a Japón en nada de tiempo".

Y lo cierto es que Maruyama no va desencaminado. En los últimos años China ha ido produciendo cada vez más y más series y películas de anime y se ha atrevido con todo tipo de técnicas y géneros, aunque la sombra de la censura sigue restringiendo mucho las historias que pueden contar y cómo.

Mientras tanto en Japón cada vez se producen más y más series, y obviamente es muy difícil competir con la cantidad de títulos que salen del país, pero solo unas pocas salen a la superficie como animes memorables cada temporada. El bombazo comercial del momento lo tenemos, pero también hemos visto que efectivamente muchas veces estudios más pequeños consiguen mayores éxitos al arriesgarse con historias que se salen del molde. Y en cualquier caso, a ver qué pasa si efectivamente Japón no cuida de sus futuros animadores.

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