Si con ‘Wall-E’ algunos pensábamos que Pixar había alcanzado la excelencia y tocado techo en cuanto a calidad cinematográfica, ahora con ‘Up’ nos vuelven a regalar una nueva aventura fascinante que demuestra el estado de gracia de un estudio de animación ya ubicado en el olimpo del cine.
Parece inagotable la imaginación, el virtuosismo y el despliegue de sentimientos que se pueden ver y gozar en ‘Up’, una nueva entrega de genialidad con el sello de la factoría Disney/Pixar apta para todos los públicos y recomendable para todo tipo de espectadores, incluso los más reacios al cine de animación. Hay que rendirse ante semejante maravilla y dejarse llevar (si es con gafas 3D mejor) por la aventura de las emociones.
El atípico protagonista es buena muestra de lo capaz que es John Lasseter y su equipo de salirse de lo establecido. No han producido una película bajo el convencionalismo habitual (aunque contiene muchos elementos, no por ello menos brillante), sino que se han marcado un relato con un viejo gruñón para retratar múltiples sentimientos, sin renunciar a la fantasía y la diversión, propias del género.
El prólogo de la historia, ese repaso de la vida del protagonista que ocupa los primeros minutos de la película están a la misma altura, sino más, que la alabada y venerada primera parte de ‘Wall-E’. Un prodigio narrativo, capaz de sintetizar en unos planos, sin apenas diálogos, toda una vida, sin renunciar a mostrar la amargura y el dolor. Momentos que producen honda emoción y que vuelven a aflorar nuevamente, ya en el inicio del desenlace, y que acaban condensando una experiencia inolvidable.
A pesar de que la influencia del estilo Disney es patente, parece que se han empeñado en incluir sus habituales ingredientes bajo el prisma más original, inteligente e igualmente divertido que Pixar infunde en sus personajes. Es por eso, que además del prodigioso viejete terco Carl Fredricksen, desde ya uno de los mejores personajes de la historia del cine de animación, los menos brillantes como Russell, el locuaz niño que llega a ser algo repelente, el perro e incluso el extraño pájaro que se unen al viaje del protagonista, resultan realmente divertidos y entrañables. Además de que esa inclusión de escenas de pura aventura no resulta tan original, pero sí es igualmente entretenida y emocionante. Mención aparte merece el personaje del aventurero Charles Muntz, primero héroe y luego reconvertido en villano, que es toda una bofetada a la imagen icónica (y cegada) que a veces nos solemos crear de nuestros ídolos.
La película posee un ritmo fantástico y también podría servir como ejemplo paradigmático del más correcto uso del 3D, ya que no se pliega a buscar efectos mareantes constatemente, ni a aproximar objetos a las gafas del espectador para hacerse notar. Es más un ingrediente visual, que aporta espectacularidad pero perfectamente acoplado a la narración y su uso no abusivo, como digo, es de agradecer y espero que sirva de ejemplo para futuras producciones.
‘Up’ puede ser disfrutada por todo tipo de público, porque recorre todo un abanico de sensaciones, desde la pura diversión hasta los más profundos, desde la amistad y la solidaridad hasta el amor verdadero, desde la búsqueda de los sueños hasta el sentido de la vida. Y es que lo Pete Docter y Bob Peterson han utilizado en ‘Up’ es un lenguaje universal para contar una aventura cinematográfica inolvidable.