El camino de 'Ultraman' entre imagen real y animación es particularmente llamativo a lo largo de la historia de la franquicia. De inicio, los trabajos de Eiji Tsuburaya para la serie estrella de su productora eran de imagen real, de la mano con la labor que el diseñador de efectos especiales de Kaiju clásicas como 'Godzilla' realizaba habitualmente.
'Ultraman' fue una suerte de contraposición a estas películas sobre monstruos gigantes, en las que era el propio ser humano el contrincante de las enormes amenazas que asolaban el planeta.
De hecho, el nuevo anime de Netflix, desarrollado para la plataforma por Tsuburaya Productions junto a Production IG -estudio responsable de animes como 'Ataque a los titanes', 'Haikyuu!' o 'B, the beginning', ésta última para Netflix- parte de la referencialidad más explícita posible: su primer capítulo habla, en pasado, del final de los combates del gigantesco héroe, que dejó la Tierra una vez consiguió la paz para la humanidad.
El nuevo 'Ultraman', que adapta un manga de 2011 de Eiichi Shimizu y Tomohiro Shiguchi, es una secuela directa de la primera serie para televisión, algo patente desde el inicio, ya que el primer protagonista de Ultraman, Shin Hayata, es el padre del protagonista. El anime no se queda ahí con los guiños continuos a los numerosos spin-offs y continuaciones de la exitosa serie: aparecen personajes como Dan Moroshi, el 'Ultraseven' de 1967, Seiji Hokuto de 'Ultraman Ace' o Jack, que, a todas luces, sería Hideki Go de 'El regreso de Ultraman'.
La nueva versión establece un repaso a la historia de la franquicia con la inclusión de estos personajes, pero también se aleja de ellos en su concepción más básica: el Kaiju. En el anime de Kenji Kamiyama y Shinji Arakami, también encargados del nuevo 'Ghost in the Shell', el personaje principal es el hijo de Hayata, Shinjiro. El joven, que ha heredado de su padre unas habilidades sobrehumanas, se enfunda en un traje que recuerda rabiosamente a 'Iron-man' para combatir contra nuevos rivales de tamaño natural, no gigantes.
Menos tamaño hacia la intimidad
Este nuevo 'Ultraman' presenta píldoras híbridas que ya poco o nada tienen que ver con el kaiju en su concepción de género. Y, sin embargo, la decisión de las redimensiones de los personajes que combaten entre sí no es una elección baladí: pasando de lo global a lo individual, el empequeñecimiento de los personajes y, por ende, de los conflictos, tiene como clara intención restar epicidad a los eventos que se suceden en la serie.
En el anime, la importancia que tiene el desarrollo de Shinjiro como héroe es la misma de la que goza la vida personal del joven, con los flirteos y coqueteos de la juventud como telón de fondo y constructores de su psique. La relación que el protagonista tiene con sus capacidades físicas, inentendibles e incontrolables, funcionan como una suerte de asunción de la pubertad, de crecimiento.
Estos elementos sitúan a 'Ultraman' en la búsqueda de un nuevo público que, nunca alejado de la historia de la saga, sea fiel a la historia de un nuevo héroe, repensado y actual. Al igual que ocurriera con cintas como 'Spiderman: un nuevo universo', el anime se sienta sobre sus bases y las repasa para buscar un camino hacia algo nuevo, aunque los resultados aquí poco tienen que ver con los de la cinta sobre nuestro héroe y vecino Spiderman.
El uso del 3DCG para la animación de la serie hace destacar con especial brillantez sus momentos de acción. Las deslumbrantes peleas, con movimientos titilantes que acercan al espectador al conflicto físico, son los momentos en los que el anime destaca con diferencia. El subrayado de contornos que delimitan las formas de trajes y movimientos frenéticos ensalzan secuencias verdaderamente prodigiosas en lo técnico.
Esta apuesta, en consonancia con el espíritu innovador de Tsuburaya Productions y con la experimentación con nuevas formas de hacer efectos especiales, es prácticamente lo único que salva a 'Ultraman', ya que en el resto de sus elementos hay soluciones pobres y poco más.
Pobreza expresiva en animación y construcción de personajes
Al igual que la generación de 3D por ordenador es una virtud para las escenas de acción, la tecnología juega un flaco favor a la serie en escenas pausadas y calmadas, especialmente en diálogos. La técnica se siente lejana al 2D en la expresión facial, y aquí los rostros recuerdan a los momentos más artificiales de la saga 'Kingdom Hearts', donde las conversaciones se suceden con caras inmutables de los interlocutores, sin importar la gravedad del tema del que se hable.
Aunque los marcados contornos de rostros y personajes sirven como líneas de guía de expresión de los personajes, el silueteado funciona de forma artificiosa fuera de los diseños que incumben a escenas frenéticas. Y la pobre construcción de personajes, así como su historia simplista, no hace más que destapar carencias de una serie muy convencional y de argumento algo perezoso.
El arco de evolución de Shinjiro y la asunción de su rol como héroe, verbalizada hasta el extremo y sin espacio para la subtextualidad, absorben la totalidad de la serie. Los secundarios apenas tienen importancia más allá de en su relación con el protagonista, y dan la sensación de ser más bien caricaturas que caracteres en sí mismos, en especial Rena Sayama, la joven idol con la que el protagonista flirtea y sólo funciona para detonar en él conflictos sobre sus poderes y capacidades.
Bemular, el primer monstruo gigante al que el héroe se enfrentaba en la serie original rediseñado para el anime como un alien que solo quiere destrucción, aparece de inicio como gran antagonista, y es la confirmación definitiva del cliché continuo que 'Ultraman' mastica. Las pocas intervenciones que tiene el personaje están repletas de vaguedades con clara pretensión de intrigar.
El desdibujamiento del personaje hacia el tramo final de la temporada, que siembra la sospecha sobre su maldad, insiste hasta la irritación en la creación de un villano gris y justificado que quiere pero no puede ser multidimensional por sus poco naturalistas motivaciones.
'Ultraman': una mirada simplista en busca de la reinvención
El nuevo anime de la franquicia tiene una llamativa cualidad, su descaro. Y ésta es una virtud que le permite alejarse de la historia clásica del héroe para reinventarse desde sus cimientos. Precisamente por ello la elección de una animación tan denostada por el fandom es una apuesta que va más allá de lo estilístico y lo estético: es una premeditada decisión que quiere marcar una lejanía clara con sus predecesoras.
El 'Ultraman' de Kemiyama y Arakami tiene muy claro lo que no quiere ser, y quizá por eso se acerca de forma tan somera a los referentes que pueblan la serie, más por obligación y respeto a la franquicia que por los intereses narrativos en sí. Esta marca, esta distancia, la encarna un joven Shinjiro que tiene un objetivo claro más allá de proteger a la humanidad con su poder: la de encontrar su propia voz como héroe, la de crecer.
Son pocos los elementos que permiten entender 'Ultraman' como un anime que vaya más allá de una historia bastante básica sobre la madurez y lo que conlleva ser un héroe, un conflicto más que masticado en un contexto audiovisual plagado de superhéroes. Y, sin embargo, resuenan en sus ambiciones de superación del legado pasado sus mejores momentos. Porque 'Ultraman' tiene clara su simpleza, quién sabe si condicionada por el público al que quiere acercarse, pero también que su mirada se dirige hacia el futuro.
Ver 9 comentarios