El reciente fallecimiento de Richard Williams, pilar angular de la animación contemporánea, ha sacudido a la industria audiovisual. El director fue una de las mentes más frescas y renovadoras del panorama animado, pero también uno de los maestros y mentores de los profesionales del medio gracias a su imperdible volumen 'The animator's survival kit', así como uno de los más preocupados por preservar el legado de la animación tradicional.
La ambición desmedida de este obsesivo artesano se prolongó durante más de treinta años en la que era su pretendida obra maestra. 'The Thief and the Cobbler', el trabajo por el que más se desvivió, comenzó a fraguarse en 1964, pero no sería hasta 1993 cuando la película viese la luz, guillotinada y lejos de la visión original de Williams, sepultada por la mediocridad de la versión que acabó estrenándose.
Esta ambiciosa cinta, de condición inconclusa y de aura mítica, es, además, un clásico aglutinador de la época dorada de la animación estadounidense, así como un interesante campo de pruebas dada su naturaleza cuasi muda. La ausencia de voz da pie a una animación desbordada y frenética en lo que parece un experimento continuo, una desmedida y desproporcionada prueba en busca del progreso.
'The Thief and the Cobbler', fundamental para entender decisiones formales como las realizadas en 'El secreto del libro de Kells', elige obviar la perspectiva lineal para realizar rígidas composiciones, al mismo tiempo que se sirve del dinamismo y los engaños ópticos escherianos para coquetear con el espacio y deformar la realidad representada. Son verdaderos hallazgos los que acumula una de las obras más icónicas de la historia del celuloide, que también es todo un manual a la altura del maestro generoso que fue Williams.
Un cuento de imperios persas y la época dorada de la animación estadounidense
La inesperada odisea comenzó en el Londres de los años sesenta. Richards Williams empezó a trabajar en una idea oscura y compleja, de base chaplinesca y con inspiración estilística del arte medieval europeo y del imperio safávida, que narraría la historia de raíces míticas de un antiguo reino gobernado por un mandamás gandul aconsejado por un vil y serpenteante esbirro que se fijaría, inevitablemente, en la hija del gobernante. Todo esto con un zapatero y un ladrón mudos como inesperados héroes.
'The Thief and the Cobbler' germinó en Williams a principios de la década de los setenta, y la cinta, según decidió su director, contaría con financiación independiente. El propio trabajo del animador fue el que sufragó parte de los gastos de la película tal y como hiciera habitualmente Orson Welles, cuyo trabajo como actor le proveía económicamente para sus películas dada la negativa de los estudios a producir sus proyectos.
Ken Harris, legendario animador que trabajó codo con codo con Chuck Jones en Warner Bros. Cartoons durante casi treinta años y encargado de animar al mítico Coyote, fue uno de los muchos veteranos que colaboró con Richard Williams. Harris comenzó a trabajar junto al director en un proyecto titulado 'Mulla Nasrudin', la adaptación un libro escrito por Idries Shah ilustrado por el propio Williams que, más tarde desembocaría en 'The Thief and the Cobbler'.
No fue la única participación sonada en la pieza que preparaba Williams. También estuvieron Art Babbit ('Dumbo', 'Mr. Magoo'), Emery Hawkins o Grim Natwick ('Betty Boop'), que, siguiendo una costumbre casi tribal, formaban parte del estudio del animador. Éste estaba compuesto por jóvenes que se iniciaban en el medio, al mismo tiempo que tenía a veteranos de la era dorada estadounidense, pero sin condiciones. Podían pasar cuando quisieran y trabajar tanto como les apeteciera. La única petición de Williams: que supervisaran a los nuevos trabajadores y les ayudaran.
El problema inicial era evidente: ¿Quién querría gastar su dinero en un proyecto de semejante calibre? Una película de animación que no sólo aglutinara dificultades técnicas por el perfeccionismo del director que encarecerían la producción y por sufragar un estudio inestable compuesto por personas con poco recorrido en la industria, sino que, además, no tenía garantías de éxito en taquilla por la dimensión prevista del mismo. ¿Cómo iba a caber entre los estrenos una cinta tan difícil de producir?
Roger Rabbit al rescate
Poniendo todo su empeño en innovar y hacer lo mejor posible, Richard Williams Production hizo de todo: desde los créditos de 'La pantera rosa' hasta un anuncio para un equipo de baloncesto estadounidense. Sin embargo, fue su trabajo como director de animación en el clásico '¿Quién engañó a Roger Rabbit?' tras de la insistencia de Robert Zemeckis, el que encumbró al director como uno de los grandes animadores de su generación.
Los estudios se rifaban a Williams, deseosos de producir su próxima película. Entonces, Warner se sentó con el autor para escuchar las palabras de un ilusionado profesional que quería terminar de sacar adelante un proyecto en el que llevaba trabajando más de veinte años y al que trataba con todo su mimo y cariño. El estudio dio el visto bueno a la propuesta, así como medios al animador y su estudio para trabajar a tiempo completo en 'The Thief and the Cobbler', con planes para estrenar la película en 1991.
Pero la presión de trabajar condicionado por los designios de Warner pudo con Williams, que, para la fecha estimada, aún no había acabado la película. Algo que no gustó en la cúpula de la compañía, que, después de ver una copia que combinaba el material que el estudio había acabado y diseños esbozados desde el storyboard -una muestra que dejó pasmados a los animadores que lo presenciaron-, decidió que ya había tenido suficiente.
Fred Calvert, Aladdin y el calvario definitivo
Todo aquello concluyó con la peor de las noticias: Richard Williams fue despedido de su propio proyecto, por el que se había desvivido durante más de veinte años. Warner se acogió a la completion bond, una cláusula legal de que permite detener una producción cuando ésta no ha cumplido sus plazos establecidos. 'The Thief and the Cobbler' pasó entonces a manos de Fred Calvert, que finalizó el quebradero de cabeza que había quedado para Warner Bros. uniendo las piezas que quedaban.
Mientras que Calvert trabajaba para enfocar la película a un público más amplio y comercial, Disney hizo otra jugarreta similar a la incansable polémica con 'El rey león' y 'Kimba'. Después de haber participado en la producción de '¿Quién engañó a Roger Rabbit?', la Casa del Ratón había estado en contacto con Williams, cuya obra en proceso era conocida por no pocos en la industria cinematográfica.
En 1992 se estrenó uno de los clásicos modernos del estudio, 'Aladdin', que tenía un indiscutible regusto a imágenes de 'The Thief and the Cobbler', en especial, con el personaje de ZigZag, el vil consejero al que dio voz Vincent Price de cuya división podrían haber surgido el Genio y Jafar. Algo que, por supuesto, nadie ha confirmado desde Disney, si bien, como mínimo, la inspiración de los diseños de personajes es innegable.
Finalmente, 'The Thief and the Cobbler' vería la luz, primero, en 1993 de la mano de Fred Calvert, y después en 1995 con su lanzamiento en Miramax. En ambas versiones se añadieron fragmentos musicales, así como la voz en off de Jonathan Winter, que hacía las veces de narrador, algo que lastró la idea primigenia y prácticamente muda de la visión original, con un joven Matthew Broderick dando voz al zapatero protagonista, también silente en la versión de Williams.
'The thief and the cobbler': el fenómeno de culto
La producción inacabada de Williams, sin embargo, se convirtió en un mito entre los profesionales de la industria, en primer lugar, por la pervivencia de técnicas olvidadas en la animación. No en vano algunos, el director tuvo en su nómina a algunos de los artífices de la era dorada estadounidense, y 'The Thief and the Cobbler' se convirtió en una muestra de este legado, una pequeña cápsula del tiempo que prolongó la pervivencia de este esplendor.
El mito derivó, primero, en una restauración que puede verse online. Capitaneada Garrett Gilchrist, esta versión incluye tanto escenas completas como guión gráfico e incluso bocetos de la película. 'The Thief and the Cobbler: Recobbled Cut' intentó acercarse tanto como fue posible a la idea original de Richard Williams, basándose en sus copias de trabajo para obtener un resultado final, como indica su propio título, completado con "remiendos".
Fue también motivo de regocijo la versión 'The Thief and the Cobbler: A Moment in Time', que, partiendo de una copia que la productora Imogen Sutton había guardado durante veinte años que estaba completada al 75%, se recompuso de forma similar al trabajo de Gilchrist. También participó en el trabajo la Academia de Hollywood, que se encargó de la digitalización de la película en 2013 para preservarla.
“El proceso ha sido terrible, pero ha tenido un final feliz”, señalaba durante la edición de 2015 del Festival de Sitges un emocionado Richard Williams. Aunque esta copia no se puede comercializar, el director pudo presentar en diversos festivales e instituciones las proyecciones de 'A Moment in Time', título que recoge la condición inconclusa de la película, algo que ya forma parte indiscutible de la naturaleza frankenstiniana de 'The Thief and the Cobbler'.
La similitud entre Orson Welles y Richard Williams es menos casual de lo que parece. Pues, como Glenn Kenny señalaba en su reseña del New York Times, 'El cuarto mandamiento' y 'The Thief and the cobbler' están mucho más cerca de lo que podríamos imaginar. Ambas históricas por la negación a sus autores, ambas manipuladas y distorsionadas, ambas leyendas sepultadas. Ambas emblemas de lo que aspiraban ser pero nunca fueron.
Ver 2 comentarios