En los tiempos que corren, el cine de animación es quizás el que más alegría nos está dejando. No hace falta mucha memoria para recordar enseguida algunos maravillosos títulos del cine reciente. En ‘The Secret of Kells’ encontramos otra buena razón para confirmar el excelente estado de la animación. Una película al estilo tradicional, visualmente maravillosa y que con una historia sencilla, que engarza con precisión un mensaje universal apoyado en la mitología, la religión, la leyenda, la magia, la historia y, sobre todo, en una iconografía que es la pura esencia del film.
Dibujada a mano en su mayor parte, ‘The Secret of Kells’ posee momentos de virtuosismo sorprendente, alejándose de los patrones a los que estamos tan acostumbrados, dictados por Disney pero también por Miyazaki. Aquí tenemos dibujos nada realistas, con espacios y escenarios casi abstractos, pero siempre sumamente detallistas y bellos. Y la historia, tan sencilla, tan conmovedora que no queda sino de alegrarse que su nominación a los Oscars nos haya permitido disfrutar de su distribución.
Combinando la imaginería celta (también muy presente, como la historia demanda, en su estupenda banda sonora) con una fuerte carga religiosa –como no podía ser de otra forma–, su mensaje es claro y a la par universal. La necesidad de compartir la belleza y el conocimiento, de difundirlos, de dar a conocer que el mundo no es sólo oscuridad, de iluminar las tinieblas, de eso trata en el fondo esta historia en la que Brendan, un joven monje habita confinado entre murallas. Sobreprotegido y aislado del exterior, no puede ocultar ni contener su entusiasmo por los libros, por la ilustración y por la belleza. Sobre él recae el encargo de finalizar el libro de Kells, un valioso ejemplar manuscrito que tendrá que iluminar y luego mostrar, en una aventura vital que le lleva a expandir el conocimiento y la cultura.
‘The Secret of Kells’: repleta de iconografía y símbolos
Ambientada en un abadía irlandesa del siglo IX, que se protege del enemigo, los señores del norte, los vikingos, con especial énfasis, contiene a la pieza clave de la historia. Un joven monje lleno de inocencia y tan entusiasta que su imaginación y su fuerza por conseguir sus sueños no le detendrán. Su mensaje, como indicamos es muy claro: la necesidad de no esconder la belleza, la cultura y el concimiento, sino la necesidad de difundirlo entre todos los habitantes, como forma de luchar contra el desconocimiento. Iluminar a través de los libros para combatir las tinieblas. Es un discurso para adultos, porque es una película que los adultos sabrán paladear.
Sin embargo, la esquemática historia (junto con los arquetípicos personajes, quizás donde más flojea este breve pero intenso film) de ‘The Secret of Kells’ está asombrosamente apoyada en un tratamiento visual a todas luces deslumbrante. Tomm Moore y Nora Twomey (como codirectora), hacen un diseño de imagen bidimensional que juega con la iconografía a la que alude la historia, con escenas maravillosas, donde el despliegue imaginativo es bellísimo en los detalles y disfrutable absolutamente.
Alejada diametralmente del 3D imperante en la actualidad, ‘The Secret of Kells’ es un buen ejemplo de que la animación no necesita tanto del apoyo digital como del arte, destreza e imaginación de artistas con talento. El derroche estético de la película –aunque en algún momento prevalece por encima de la narración– bebe de los iconos celtas, del arte medieval especialmente, pero con un tratamiento tan original que justifica de sobra sus menciones, premios y su merecida nominación al Oscar a la mejor película de animación de 2009.
Estamos ante una pequeña rareza que no debería escapar a los paladares cinéfilos, ya sean amantes o no del cine de animación, por es una propuesta original, no sólo por su deslumbrante resultado visual, sino por tratarse de una historia tradicional, que muestra un mensaje de total vigencia. Cuando más necesidad tenemos de mentes abiertas, de abrir los ojos y de saber compartir.
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