'Elemental' es una historia llena de química, con un virtuosismo y sensibilidad que otros, simplemente, no pueden replicar
Candela (Laura Martinez García / Leah Lewis en la versión original) es una joven de fuego que vive en el distrito del fuego, dentro de Ciudad Elemento. Desde pequeña, ha sentido admiración por su familia y por su padre, Lucio (Luís Fernández Ríos / Ronnie Del Carmen), que regenta una tienda de ultramarinos importados de su país natal. Pero un día, después de uno de sus habituales estallidos de genio, Candela provoca una fuga de agua en el sótano y conoce a Nilo (Javier Lorca / Mamoudou Athie), un ser líquido que pondrá su vida patas arriba.
¿Qué hace que 'Elemental' sea, a la vez, una película digna del legado de Pixar sin parecerse (argumentalmente) a otras propuestas de la productora? ¿Qué la hace especial dentro de su filmografía?
El secreto de mi éxito
Cualquier persona que se declare fan de Pixar tiene que admitir que ha habido un cambio en la productora y en la forma en que enfoca las historias. Hasta hace 5 años, la broma más habitual para definir a la mayoría de películas de Pixar es que responden a la pregunta de «¿Y si "esto" tan insospechado tuviera sentimientos?». El culmen, por supuesto, fue la increíble 'Del revés' ('Inside Out'), que se preguntaba si los sentimientos tenían sentimientos.
Pero lo cierto es que hay una forma más acertada de abordarlas: ¿cómo vería un adulto un mundo infantil? Pues desde el trabajo y la familia, de ahí que los títulos que hicieran conocida a Pixar trataran sobre el mundo laboral (¿en qué trabajan los juguetes, los bichos, los monstruos, los coches, los sentimientos?), sobre el núcleo familiar ('Buscando a Nemo') o ambos ('Toy Story 2', las dos de 'Los increíbles').
También había una ausencia notoria de romance, relegado esto a un puñado de escenas: si Disney hubiera hecho las de Nemo, Marlin y Dory habrían descubierto sentimientos mutuos y hubieran acabado casados. En 'Brave', incluso, llegaban a chotearse de la posibilidad de emparejar a Mérida, un personaje tan gigantesco que ni siquiera tenía sentido plantearle un príncipe.
El juego de Hollywood
La marcha del mandamás de Pixar, John Lasseter, en 2017 supuso un punto de inflexión y un cambio de perspectiva: 'Coco' y 'Los increíbles 2' volvían a tratar el núcleo familiar, pero de repente 'Toy Story 4', entre los hilos argumentales que manejaba, estaba el romance crepuscular de Woody con Peep como sustituto del amor que le daba su trabajo, ahí es nada. La máquina tenía que seguir girando, que Disney se había gastado mucho dinero en adquirir Pixar, pero las piezas estaban cambiando.
Desde 2017, Pixar ya no cuenta historias en mundos de fantasía desde la perspectiva y las metas de un adulto, sino desde la vista de niños ('Coco', 'Luca') y adolescentes ('Onward', 'Red') que maduran. Es cuando se ponen en el lugar de un adulto cuando, en lo creativo y siempre bajo la opinión del que escribe, peor les sale la jugada ('Soul y 'Lightyear').
Por si fuera poco, también han dejado el clasicismo y las miras al cine añejo, con los 80 y 90 como nuevos referentes: 'Onward' y 'Red' te las podrían haber firmado Amblin, 'Lightyear' podría haber venido de Lorimar o Carolco y 'Soul' hubiera encajado en todas esas comedias que salieron sobre la vida más allá de la muerte, como 'El cielo… próximamente' o 'El cielo se equivocó'.
Un último ingrediente: la experiencia de la inmigración y formas de vivir y sentir que no sean americanas. 'Coco' abrió paso, aunque el corto de 2018 'Bao' fue la verdadera piedra de toque, el revulsivo definitivo, pues valió a su directora, Domee Shi, para desarrollar su proyecto de la niña que se convierte en panda rojo.
'Elemental', un gran amor
A lo que quiero llegar con todos estos prolegómenos es que ‘Elemental’ no hubiera sido posible con la antigua Pixar, y sale milagrosamente bien con la nueva. Porque 'Elemental' es una comedia romántica, ¡la primera del estudio!, entre jóvenes adultos, una de esas películas donde los protagonistas encuentran el amor y su lugar en el mundo.
Al parecer, en primeras versiones sí que había villano y lucha de poderes, pero fueron felizmente descartados para centrarse en cómo dos elementos tan opuestos como el fuego y el agua pueden encontrarse. Si yo meto una cerilla encendida en el agua, solo consigo una cerilla apagada y un poco de humo: aquí hay una forma de que puedan relacionarse y mimarse; aquí está la grandeza de la animación, el contarte algo fantasioso y de una manera que la imagen real no puede, con personajes muy humanos.
Los avances técnicos hacen que la representación de los elementos sea plausible y visualmente espectacular. Todavía recuerdo cuando, con 'Buscando a Nemo', se hablaba de lo arduo que es animar el agua. Aquí, en todas sus formas corrientes (mar, riada, lluvia) y antropomórficas, el agua luce natural y en perfecta armonía con vientos, tierras y fuegos.
Lo difícil de ‘Elemental’ es que el argumento puede decir que, en efecto, Nilo y Candela están destinados a enamorarse, pero de nada serviría si ambos elementos no casaran bien en pantalla. Hace falta técnica, la misma que hace de la animación un modo único de contar historias.
Pues bien, en una escena, ambos se cogen de las manos y, mientras que ella se apaga un poco en los bordes de los dedos, a él le bullen por el calor, y yo, paradójicamente, sentí una corriente eléctrica recorriéndome la espalda. Ahí supe que ‘Elemental’ es una buena película romántica.
Amigos muy íntimos
Si le sumas unos secundarios encantadores, como esa Galerna (Begoña Hernando / Wendy McLendon-Covey) que llena la pantalla, a veces de forma literal, los padres de Candela apegados a las tradiciones o la familia estrambótica de Nilo, sientes que es una de esas películas que te hacen sentir bien y que solo Netflix o Amazon producen (y no muy bien) a paladas.
Tan encantadores, que se echa de menos algo más de tiempo en pantalla para ellos y un poco más de profundidad, como la madre de Candela, Ceni (Ana Plaza / Shila Ommi), que vive a la sombra de Lucio.
Ni siquiera la necesidad de tener un final con espectáculo lastra la película: después de todo, aunque 'Elemental' venga a llenar el hueco que ha dejado en los cines la falta de comedias románticas hollywoodienses, se trata de una producción de muchicientos millones de dólares. Puedes apostarte un dedo y no perderlo a que la inundación del sótano de la tienda de Candela traerá espectaculares problemas.
Cuando Nilo encontró a Candela
Una parte importante de la trama tiene que ver con la herencia de Candela, cuya familia vino de otro país hasta Ciudad Elemento y que intenta adaptarse y, a la vez, mantener vivas las tradiciones, materializadas en una llama azul por la que llegan a poner en peligro su vida con tal de que no se apague. Hay incluso metáforas sobre el racismo, algunas tan obvias como el romance interracial, y otras más sutiles.
Hablando de adaptarse, a destacar la traducción de Lucía Rodríguez Corral y la dirección al doblaje de Juan Logan Jr. La película está plagada de juegos de palabras con los elementos desde el mismo nombre de los personajes y salen bien parados del brete.
Por ejemplo, en inglés el protagonista masculino se llama Wade, que es a la vez nombre propio y un verbo que habla de moverse entre aguas, y se ha replicado esa dualidad con Nilo, un nombre propio y también un río. Por no hablar de la propia Candela, Ember (ascua) en inglés por su parecido con Amber, una elección donde la versión española supera a la original.
El director de 'Elemental', Peter Sohn, recogió su experiencia y la de muchos de sus compañeros de Pixar para ponerla en pantalla, y se nota ese equilibrio entre sembrar tu propio camino y respetar el que tienes detrás.
Un poco como lo que también está consiguiendo esta nueva Pixar, que sigue contando historias con una sensibilidad que otros estudios no pueden replicar (o no quieren, como Dreamworks) y con una factura técnica que sus competidores solo pueden soñar.
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