'Toy Story' ya ha dado todo lo que puede: creo que Disney debería dejar morir la saga y olvidarse de Woody y compañía para spin-offs

Fue la primera película en 3D animada por ordenador, y un hito en la historia del cine: 'Toy Story' aún no tiene treinta años y ya es un clásico, una obra maestra y un pináculo inamovible de la animación. Y la calidad solo fue en aumento: 'Toy Story 2' es una dignísima secuela y, mucho después, tras un necesario descanso, 'Toy Story 3' supo sobreponerse a los gritos de quejas de muchos de nosotros con la mejor película de la saga. Pero ahora, 'Toy Story' necesita un descanso indefinido.

Hay un amigo en mi

Hace no tanto tiempo, el lanzamiento de 'Lightyear' hubiera roto las taquillas a pesar de su concepto, que parece sencillo (la película que inspiró el juguete) pero el gran público no ha comprendido. Solo el nombre de uno de los dos protagonistas de 'Toy Story' habría sido más que suficiente para atraer al público en masa. Su fracaso hace que podamos ver más claro algo que la propia Disney se niega a admitir: la saga ya se ha acabado.

Cuando, al final de 'Toy Story 3', Andy se separa de sus muñecos, la gran mayoría sentimos una sensación de cierre, de historia satisfactoria y plena. Y, sin embargo, llegó 'Toy Story 4', que a muchos ya nos pareció intentar sacar leche de una vaca que había sido ordeñada del todo. Y efectivamente, la película no es mala, pero ofrece un segundo cierre absoluto: 'Toy Story' había dejado de ser divertida y un acontecimiento para convertirse una saga (bien hecha) con la que intentar comprar emocionalmente al público. Si no te dejan echar de menos a unos personajes, no hay manera de que inviertas emocionalmente en ellos.

Cuatro películas, un spin-off, dos mediometrajes, cuatro cortos, dos series, cómics, videojuegos... La franquicia 'Toy Story' no da para tanto. Ha sido bonito mientras duró, pero el resultado en taquilla de 'Lightyear' no indica, como desearía cierto sector del público, que la audiencia ha dado la espalda a los guiños LGTB: lo que señala es un clarísimo cansancio de la saga, que debe parar antes de convertirse en un chiste.

Cuando la quería todo era lo mejor

No deja de ser irónico que 'Toy Story' trate de forma cíclica sobre la necesidad de abrazar el cambio, aprovechar las oportunidades de evolucionar y no tener miedo a crecer pero intente mantenerse en el candelero durante más de tres décadas ininterrumpidas... Y más cuando la propia Disney ha condenado a la Pixar post-pandemia a ser un producto del streaming.

La marca Pixar, que debería mantenerse intacta tras cintas tan dignas como 'Luca', 'Red' o 'Soul', se ha visto muy dañada por su condena al lanzarse directamente a Disney+, como si se trataran de películas de segunda división. No sería raro ver a algunas de sus mentes maestras dejando el estudio tras el varapalo de 'Lightyear' y a Disney tomando el control y obligando a hacer más series de 'Toy Story' hasta que, efectivamente, la vaca haya dejado de dar hasta la última gota de leche.

Un rumor indicaba esta semana que el estudio estaba ya preparando un proyecto centrado en Woody, para emoción, a estas alturas, de prácticamente nadie. 'Toy Story' tiene un universo muy pequeño con el que jugar (no es, por ponerlo así, Marvel) y llegado a un punto se ha contado todo lo que se puede contar sin caer en la repetición o en la aventura más mundana y clásica. Y Pixar vale más que eso.

¿Hasta el infinito y más allá?

'Toy Story 3' nos enseñaba a quedarnos con los recuerdos y el placer de mostrárselos a una nueva generación para que disfrute con ellos. Esta cuatrilogía debería ser exactamente eso: algo que mostrar a los más jóvenes, clásicos con los que crecer todos juntos, como 'Hércoles' o 'La sirenita'. Si la marca se degrada lanzando proyectos cada vez más incontrolados y faltos de calidad (imaginad un 'Toy story 7: el regreso de Lotso', por ejemplo), corre el peligro de dejar de ser la obra nostálgica y casi perfecta que es para convertirse en un repositorio aburrido y vacío.

Disney está obsesionada con mantener sus sagas vivas a la fuerza (ahí tenemos 'Obi-Wan Kenobi', por ejemplo) y debería aprender a levantar la mano y dejar que se conviertan en mitos por sí solos, como hicieron en su día los clásicos Disney. Y si dentro de veinte años llega el momento de hacer una nueva 'Toy Story' porque alguien ha tenido una buena idea para rodarla (como ocurrió en la tercera parte), bienvenida será.

El fracaso de 'Lightyear' es una pena, porque proponía un homenaje divertido y original, pero quizá, de rebote, consiga que Disney guarde la franquicia en un baúl y permita que su recuerdo crezca en su público actual y futuro: deja que sean los fans los que pidan más entregas, no seas tú el que se las meta por la garganta. Aún hay margen para salvar 'Toy Story' de la desidia, pero depende de que Disney tenga piedad con Woody, Buzz y compañía y les vuelva a meter en el arcón de los juguetes durante un tiempo.

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