Hay películas con imágenes tan poderosas que se te quedan grabadas, y luego cuesta quitárselas de la cabeza, para bien y para mal. ‘Vals con Bashir’ es de ésas películas. Y no sólo por lo que cabe esperar, por lo que cuenta, sino por cómo lo hace, alternando entrevistas con recreaciones de los hechos que se relatan, unas realistas, otras oníricas, todas con una fuerza y una belleza extraordinarias.
‘Vals con Bashir’ es otro de esos títulos que no tendrían tanta repercusión si no hubieran tenido la suerte de resultar nominados al Oscar. Como con ‘The Visitor’, la dorada y preciada estatuilla sirve para llamar la atención, para que el gran público pueda sentir (algo de) interés por un título que, de otra forma, podría pasar desapercibido. Y la verdad es que si eso ocurre, si dejas pasar esta película, estarás cometiendo un error, a menos que seas una persona que no tolera la violencia, ni siquiera cuando se muestra de forma animada, como en este caso (a excepción de cierto segmento al final, verdaderamente insoportable y también creo que gratuito).
Como dijimos cuando comentamos los nominados a los Oscars, la categoría de mejor película extranjera era la más difícil de pronosticar, puesto que sólo una de las candidatas se había estrenado en nuestro país, ‘La clase’, y en tan pocas salas que aún no había podido verse en muchas ciudades españolas. La segunda en llegar ha sido ‘Vals con Bashir’, que desde el 20 de febrero adorna las carteleras de algunos cines, muy posiblemente llevando a la confusión al público más desinformado, que si creía que los dibujos animados eran para verlos relajadamente y en familia, se habrán llevado una descomunal sorpresa.
Y es que la película de Ari Folman no es la mejor opción para esos casos, resultando una película muy dramática y con momentos verdaderamente difíciles de digerir. Por otro lado, no dejamos de estar ante un documental que investiga la memoria de un suceso terrible, lo que quiere decir que no estamos ante un producto comercial corriente, de entretenimiento, para pasar el rato. Requiere atención y una predisposición especial para poder consumir y asumir la crudeza de la narración y la particular composición de sus imágenes, algunas creadas a partir de falsos recuerdos, sueños o pesadillas.
‘Vals con Bashir’ gira en torno a la matanza de refugiados palestinos en las poblaciones de Sabra y Chatila, ocurrida en el Líbano de 1982. La excusa es un sueño recurrente al que el propio cineasta israelí quiere dar sentido. Él es protagonista del documental porque lo fue de la historia que cuenta y son sus recuerdos (o la falta de ellos) los que originaron el film. Folman estuvo en la zona en la que sucedieron los terribles hechos, como soldado, pero su memoria le traiciona y quiere saber hasta qué punto ese sueño es real o totalmente inventado. La búsqueda de la verdad le llevará a revelar la estupidez, el horror y las consecuencias de otro conflicto bélico absolutamente despreciable.
De este modo, tenemos una película documental que también trata sobre la memoria del individuo, además de sobre lo que ocurrió en Líbano. Y más globalmente, estamos ante una obra que trata del ser humano, de sus límites, su capacidad de adaptación, supervivencia y violencia descerebrada. Porque quizá el formato de ‘Vals con Bashir’, el que la acción se muestre animada, en lugar de real, podría llevar al público a esquivar la contundencia de los hechos que ahí se muestran, a pesar de que se conozcan y de que los dibujos busquen el realismo.
De ahí que Ari Folman incluya al final ese segmento de imágenes que muestran el horror verdadero, crudo e insoportable. Personalmente, me parece un recurso gratuito y efectista, que sobraba, al igual que en ‘Redacted’, que también incluye una pieza similar. Me parece innecesario y de mal gusto, rompiendo la terrible belleza del conjunto. Pero claro, puede que sólo así se llame la atención sobre determinado público. Puede, porque no estamos precisamente en una época en que ese tipo de piezas vayan a escandalizar a nadie. Cosas igual de terribles se pueden ver a diario, si se tiene el estómago adecuado.
Aunque a menudo la animación recuerda a lo que hizo Richard Linklater con sus ‘Waking Life’ y ‘A Scanner Darkly’, lo cierto es que Folman no recurrió a la rotoscopia para su película. ‘Vals con Bashir’ se grabó primero en un estudio, en vídeo, se montó y a partir de ahí se crearon más de 2.000 storyboards, que fue la base para empezar, de cero, la labor de animación, mezcla de Flash, clásica y en 3-D. El acabado es extraordinario, todo un acierto.
Como dije al principio, esta película es de las que recuerdas con el paso del tiempo. Ya sabéis que hay otras que, pasados unos días, ya no sabes ni de qué iba, y pasados unos meses, dudas de si llegaste a verla o no. ‘Vals con Bashir’ se queda grabada. La vi hace más de una semana y aún tengo en la retina escenas como las que os pongo en la primera y en la tercera imagen de este texto. Son algunos de los momentos más poderosos de la película, que no debe “asustar” a nadie. Quiero decir, ni por ser un documental, ni por el tema que trata, ni tampoco porque sea de animación, cosa que espanta a cierto público, que considera que los dibujos son para los niños. Nada de eso, y aquí uno de tantos ejemplos para comprobar lo contrario.