En un Japón distópico, la sociedad está controlada por un sistema informático llamado Sibyl. Este sistema es capaz de identificar el estado mental de los individuos, que son clasificados socialmente según el resultado de este examen, un dato numérico denominado Psycho-Pass. Para entendernos, es un planteamiento algo similar al que vimos en ‘Minority Report’: una persona es juzgada por su potencial tendencia a realizar actos delictivos y salirse del orden social. No voy a contar todas las complejidades del psycho pass (es un valor que fluctúa) porque ir descubriéndolas es parte esencial de la serie.
'Psycho-Pass' arranca con Akane, una joven que ha obtenido la calificación más sobresaliente en su evaluación de perfil porque sí, Sibyl también determina la personalidad y aptitudes de cada persona, ofreciendo los diferentes roles a los que puede optar. La psique transparente de Akane la convierte en la candidata perfecta para pertenecer a la Oficina de Seguridad Pública, una especie de cuerpo de policía que persigue y captura criminales potenciales. Akane entra como inspectora, un puesto desde el que controla a una parte esencial del cuerpo de defensa: los ejecutores, un grupo de detectives cuyo índice de criminalidad supera los niveles permitidos y emplean su inclinación psicótica para ponerse en la piel de aquellos a los que persiguen.
El último punto clave que quiero comentar en esta introducción a 'Psycho-pass' son las Dominators, armas que llevan inspectores y ejecutores que son personales e intransferibles y miden el coeficiente criminal de la persona que tienen delante al instante, cambiando el modo de disparo dependiendo del resultado, desde bloquear el gatillo por no haber motivos de ejecución hasta matar de forma absolutamente brutal.
La distopía en la utopía
Este es el punto de partida de ‘Psycho-pass’, anime estrenado el pasado otoño en Japón que cuenta con 22 episodios de 25 minutos y que quiero recomendaros. Este es un anime adulto, oscuro, muy violento y complejo. Arranca como una especie de procedimental, el primer tercio de la serie se centra en que entendamos el funcionamiento de esa sociedad y el papel de los personajes dentro de ella, y siempre deja hueco para la sorpresa sin importar cómo avance la historia.
A partir de ahí (y sobre todo justo en la mitad de la temporada, tras el parón de navidad) la serie da un salto cualitativo con el que entra ya en esos ámbitos de la ciencia ficción que giran en torno a la reflexión filosófica, la controversia de esa realidad social y una estimulante ambigüedad entre el bien o el mal, que en ‘Psycho-pass’ se convierten en términos muy relativos.
Akane es un ser ingenuo que considera su universo una utopía. Todo está controlado, no existe la violencia (algo que la serie aprovecha de forma brutal – literal y figurativamente- a medida que avanza la trama), la población sigue el orden establecido y los criminales son rápidamente detectados. Poco a poco los acontecimientos la llevan a ir descubriendo la realidad del mundo en el que vive y la evolución de su personaje es uno de los puntos clave de la serie, junto con ese aspecto más metafísico que comentaba y con muchas referencias a literatura del género.
Animación, música y ambientación
Además de crecer exponencialmente en cuanto a la calidad y el interés del contenido, el aspecto técnico de ‘Psycho-pass’ es sobresaliente. Aunque los diseños de personaje sean algo genéricos, la animación destaca por seguir esa línea adulta y oscura, y brilla en los momentos de acción. Hacia el final se vuelve algo irregular, pero se mantiene a buen nivel, igual que la música y la ambientación, dos apartados muy cuidados que son una parte fundamental de la claustrofóbica atmósfera de la serie.
No quiero tampoco crear el hype supremo ni desvelar demasiadas cosas de ‘Psycho-pass’, pero si hace tiempo que buscabais un buen anime al que hincarle el diente, ésta es mi recomendación. Un estreno reciente que destaca por encima de todos esos títulos más miméticos orientados al público. Hace pocas semanas que ha arrancado la temporada de primavera en Japón y ya estoy Dominator en mano viendo qué se cuece. Si os apetece, quiero seguir hablando de anime en ¡Vaya Tele! de vez en cuando, así que os contaré si en cuentro algo interesante.
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