Aunque tiene casi un año desde que apareció en la red, merece la pena, y mucho, “rescatar” este cortometraje fabuloso, otro más de la escuela Gobelins (en la que sospecho que está gran parte del futuro o presente talento mundial para la creación de largos de dibujos) de los que ya he traído aquí bastantes trabajos realmente muy buenos. Probablemente, este es uno de los mejores. Y no tanto por la estupenda y divertidísima (aunque también, hasta cierto, punto, melancólica) historia que nos cuenta, como sobre todo por la forma increíblemente dinámica, lúcida y llena de ironía en que está contada. Un rey sin reino, más dueño de su obsesión que de una verdadera corona (aunque nunca se sabe si alguna vez la tuvo), vagabundea de aquí para allá con el anhelo de construirse un enorme castillo en el que sentirse como en casa. Claro que los elementos, su ambición desmesurada, y la mala leche de los “siervos” que trabajan para él, terminarán por arruinarlo todo una y otra vez, en la más vigorosa tradición de los relatos circulares.
Una obra realmente inspirada de los creadores Nuno Aves-Rodrigues, Oussama Bouacheria, Julien Cheng, Aymeric Kevin, Sébastien Hary, Franck Monier y Ulysse Malassagne, con una caracterización ejemplar de los dos personajes protagonistas, un estilo admirable a la hora de retratar la naturaleza, y un sonido trabajadísimo, con el que finalmente nos zambullimos en el torrente de imágenes que nos ofrecen en pantalla. Dado que está disponible la opción de verlo en HD, la recomiendo encarecidamente, así como disfrutar de este trabajo de cuatro minutos bien recostados en el sofá. La pena es que dure tan poco, sin duda ninguna. Verdaderamente, se me cae la baba con este corto.
P.D.: Más abajo, dos vídeos de cómo se hizo, muy interesantes para todo amante de la animación.
Vía | D’LAST FRAME