Ya se nos despierta una alarma cuando un gran cineasta avisa de que su siguiente película va a mirar a la (su) infancia o a tiempos pasados que, casualmente, vivieron. Ya se ha vuelto bastante común tras el fenómeno de 'Roma', pero de tanto recurrir a esa mirada al pasado va a terminar volviéndose un cliché con más nostalgia fácil que otra cosa.
Y no, realmente los tiempos pasados no fueron mejores. Algunos de estos cineastas parecen tenerlo claro, pero no pueden evitar caer en la dulcificación. Pero siempre hay espacio para la sorpresa y los claroscuros, incluso en películas aparentemente celebratorias de los años dorados, como 'Érase una vez en... Hollywood' o la más reciente y más compleja 'Licorice Pizza', una de las mejores películas de este año.
Corre por tu vida
La película de Paul Thomas Anderson, ya disponible en streaming a través de Amazon Prime Video, también ofrece un nostálgico viaje por la California de los setenta. No por Hollywood, pero cerca, en el Valle de San Fernando en el que se crio. Vuelca en ella algunas de las cosas que sucedían durante su infancia de las que llegó a tener conocimiento, pero no precisamente con la intención celebratoria de Quentin Tarantino, aunque lo articule a través de una fresca y juvenil relación romántica.
La historia sigue a Alana (Alana Haim), una joven sin demasiado propósito vital que va intentando sobrevivir en Los Ángeles durante 1973. Un día conoce al aún más joven Gary Valentine (Cooper Hoffman), un niño actor que empieza a estar demasiado mayor para esos papeles y la industria empieza a cerrarle puertas, por lo que decide lanzarse a diferentes aventuras empresariales.
A pesar de cierta reticencia, especialmente por parte de ella (al fin y al cabo, hay una notable diferencia de edad), sus caminos se terminan cruzando sentimentalmente y también laboralmente. Gary trata de ayudar a Alana a establecerse en la industria como actriz y también la incluye en su emergente negocio de camas acuáticas. Habrá también baches y separación, como en todo gran romance que se precie, pero hay también muchas interacciones que les llevará irremediablemente a los brazos del otro.
'Licorice Pizza': la amargura de la adultez
Anderson desarrolla de manera atípica este relato de madurez que ambos personajes siguen que se va entrelazando con su complicado pero intenso romance. En el camino (sobre todo de ella) aparecen distinguidas personalidades a las que dan vida actores muy notorios como Sean Penn, Benny Safdie o Bradley Cooper como el impredecible y explosivo Jon Peters (aunque es una pena que no haga mención alguna a arañas gigantes mecánicas), que muestran el lado más amargo de la adultez.
Ambos protagonistas tratan de encaminarse a dicha adultez porque es el camino que toca tomar, pero Anderson no escatima a la hora de mostrar todos los escollos que hay en el camino y pone en duda no sólo que sea el mejor camino a tomar sino que también muestra los aspectos más oscuros de la época. Ese doble filo continuo que caracteriza a las obras del director está muy presente en 'Licorice Pizza', y evita caer en la nostalgia por el gusto de caer en ella.
Todo esto mostrado en un relato algo peterpanesco contando de manera exquisita (desde valores de producción o el uso de la música hasta cómo cambia la manera de moverse de los personajes, cambiando el correr por las calles por el coche que marca la madurez). Incluso sin arañas mecánicas gigantes, esta es una película maravillosa con un final extraordinario.
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