Estando como están los grandes espectáculos, no podemos permitirnos el lujo de dar la espalda a aquellos con la suficiente personalidad y desvergüenza para alejarse de la mediocridad genérica. Aunque puedan llegar a ser imperfectos, hay algo apreciable en esos proyectos rarunos que deciden abrazar la chaladura como método para insuflar vida más allá de imágenes muy trabajadas desde los efectos especiales.
Por eso mismo, hay que apreciar que siempre haya genios locos -o simplemente locos- como Roland Emmerich, que ha convertido las cintas de catástrofes en cine de autor, especialmente porque sus films parecen de los pocos capaces de tener personalidad propia en el panorama. Ejemplo de ello es 'Moonfall', su última película que tuvo un mal desempeño en taquilla pero ahora tiene una oportunidad de oro vía streaming con su llegada a Prime Video.
Viene la luna a la Tierra y yo con estos pelos
No hay aparentemente demasiada complejidad en la premisa de la película. Una extraña fuerza está provocando el movimiento de la luna fuera de su órbita, dirigiéndose peligrosamente hacia la tierra. No sólo está el problema de una colisión gigantesca, sino que en el proceso vemos también cambios inmensos en el clima, en el flujo del agua del planeta y más fenómenos de gran magnitud.
Para detenerlo, tenemos un trío protagonista: una antigua astronauta ejecutiva de la NASA (Halle Berry), otro antiguo astronauta caído en desgracia por advertir de una amenaza que ahora es contrastable (Patrick Wilson) y un obseso de la teoría de la conspiración (John Bradley). Tres fuerzas con las que Emmerich quiere poner en valor el sacrificio y el empeño de heroicos individuos por encima de instituciones caricaturizadas todo lo posible para que la idea quede clara.
'Moonfall': diversión espacial descerebrada
Más allá de ese tufo propagandístico a entrepeneurs multimillonarios que invierten en cacharros locos para ir al espacio, la película se guarda bajo su manga un par de sorpresas en su segunda mitad que la afianzan como un loco artefacto de ciencia ficción. En ese tramo donde vemos explicado el fenómeno que causa el desplazamiento de la luna, el director lanza un montón de ideas y ambiciones que podrían tener un desarrollo interesante en una secuela.
No parece probable dicha secuela, dado el pobre desempeño durante su estreno en cines, pero no por ello la película se queda tan hueca como la luna -o, al menos, a esa teoría se adscribe-. Hay secuencias espaciales alucinantes, hay tramos de desastre catastrófico marca de la casa y también una diversión descerebrada como hacía tiempo que las películas de Emmerich ya no lucían.
¿Es tan disfrutona todo el rato? No, no siempre, pero cuando lo hace consigue darle un carácter a la película que evita que caiga en el trámite mecanizado de la mayoría de blockbusters. Su imperfección está a la altura de su desmadre, pero no por ello deja de ser un entretenimiento gozoso, con puntos altos impresionantes. Una inversión muy adecuada de tu tiempo.
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