Nuestra realidad se está volviendo realmente imposible de satirizar, porque cualquier disparate que se elabore puede llegar a quedarse corto con algunas cosas reales que suceden. Incluso películas estrenadas hace décadas, que se veían como auténticas chorradas por mostrar un futuro exagerado de manera aún más exagerada, resultan ahora se ajustan bastante a nuestro día a día, o se acercan bastante.
Cosas como 'Mad Max. Salvajes de autopista' no entran del todo en esta categoría, pero sin duda cada vez parecen quedarse cortas para describir la psicosis colectiva que vivimos. Narices, hasta cosas que buscaban el divertido absurdo de un dibujo animado o una tira cómica ya resultan hasta comentario elevado del momento. Es un poco lo que pasa con el clásico de culto 'La carrera de la muerte del año 2000'.
Deporte nacional
La factoría de Roger Corman -al que debemos casi la existencia de muchos de nuestros cineastas favoritos- se encarga de traernos esta loca y divertidísima película con David Carradine, Sylvester Stallone, Simone Griffeth y hasta Don Steele que podemos disfrutar en Amazon Prime Video (también en Filmin). Una fabulosa pieza de serie B adelantada a fenómenos como 'Los juegos del hambre', que desarrolla alguna de sus ideas en un formato a medias entre 'Speed Racer' y 'Los autos locos'.
Aquí nos muestra el año 2000 visto desde 1975, con una sociedad que ha degenerado tanto que los neonazis se han vuelto el grupo demográfico más poderoso y han colocado en el poder a un enajenado totalitario que consigue mantener la ciudadanía (¿al público?) entretenidos gracias a un disparatado concepto: una carrera mortal donde atropellar conduciendo no es un crimen, es el deporte nacional.
Las parejas de conductores llevan mortales bólidos con los que deben atropellar viandantes y obtener puntos (cuanto más desprotegidos, más puntos). Y alrededor de las carreras se monta todo un círculo mediático desmesurado, donde los deportistas son tan aclamados como odiados (en el caso del personaje de Stallone es incluso un lema). Una oportunidad para denunciar las derivas totalitarias de la sociedad, el culto a la celebridad y la explotación de los circuitos deportivos que se adelantó a la saga de libros de Suzanne Collins.
'La carrera de la muerte del año 2000': disparate mortal
Podría intentar esforzarme en hacer conexiones con lo mostrado en esta fabulosa sátira de Paul Bartel con el presente que vivimos, pero es que incluso gente como Donald Trump se ha encargado ya de hacer evidentes los paralelismos. Han conseguido que una demencial y juguetona serie B de los setenta se haya convertido en realismo social en muy pocos pasos.
Pero más allá de eso, la película tiene una buena cantidad de virtudes que la vuelven todo un cañonazo entretenidísimo. Desde unos Carradine y Stallone acertados que saben en qué película están hasta el tono satírico elevado al 11 con dardos bien tirados, 'La carrera de la muerte del año 2000' hace gloria del bajo presupuesto sin preocupaciones de parecer ridícula y sin dar tiempo a aburrir con sus bien medidos 80 minutos. Uno de esos cañonazos que entran solos.
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