La actualidad manda, y no se aplica sólo al momento actual. Tenemos montones de casos donde Hollywood ha intentado amoldarse a aquello que de repente causa sensación y trata de replicarlo por todos lo medios para tener éxitos asegurados. Una estrategia que deja algunos espectáculos bochornosos, pero también algunas cosas encomiables. Y algunas, sencillamente, disfrutables.
La franquicia de James Bond no es precisamente inocente de todo esto. Los cambios de actores han favorecido siempre el cambio de tono de las películas, pero estas también se han ido adaptando a lo que ha ido causando sensación en la industria en ese momento. La época de Roger Moore ha sido bastante marcada por esto, como el giro hacia el blaxploitation de 'Vive y deja morir' o el salto definitivo a la ciencia ficción de 'Moonraker'.
Bond en órbita
Esta última, disponible para ver en Amazon Prime Video, es uno de los ejemplos más flagrantes en esta clase de prácticas, porque en un principio no se iba a tratar de la undécima película de la saga Bond. Al final de su predecesora, 'La espía que me amó', se anunciaba que la próxima aventura de 007 iba a ser la adaptación de 'Sólo para sus ojos'. Pero esta se retrasó y fue finalmente la duodécima de la saga, dándose prioridad a esta loca aventura de acción en el espacio.
¿El motivo? Star Wars. La película de George Lucas se volvió el fenómeno de masas más importante el año que se estrenó 'La espía que me amó', volviendo dominante y accesible la ciencia ficción más pulp que apasionaba a cineastas como él en su niñez. Y aparte de hacer más películas galácticas, la industria tomó esto como una señal de virar hacia esa dirección.
Y el productor Albert Broccoli, por supuesto, estuvo dispuesto a subirse al carro. Por suerte, Ian Fleming tenía ya su propia novela de ciencia ficción pulp con la tercera novela del espía, así que sólo era cuestión de retomar algunas de sus claves, actualizarlas con bastante libertad como era habitual, y empezar a poner a Bond en órbita.
'Moonraker': diversión alocada
No obstante, la parte del espacio en 'Moonraker' se ve reducida casi exclusivamente al último acto de la película. El resto de la misma va dando los habituales bamboleos alrededor del mundo (Italia, Francia, Brasil, etc) con Bond pasando por diferentes intrigas incomprensibles, secuencias de acción ambiciosas además de alocadas y también momentos de humor tontorrón que han caracterizado la etapa Moore, llegando aquí a su máximo nivel.
Sería fácil desecharla por ser una tontada sin mayor sustancia, pero es difícil resistirse al desenfadado encanto de 'Moonraker'. Su abrazo a la tontuna y al disparate espacial la vuelven una divertida experiencia. Además, resulta impresionante por los efectos especiales y un magnífico diseño de producción (Ken Adams, maestro) que crea sets masivos pero artesanos que ayudan a mantener los pies en la tierra (irónicamente). Si quieres un rato de diversión desprejuiciada, esta es una de las mejores películas de 007 para ver.
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