Tobe Hooper ha influido desde a Ridley Scott a Rob Zombie, pero en su última etapa cayó en el olvido, aunque hay uno de sus trabajos que merece la pena rescatar
Han pasado ya 20 años de su estreno, pero por fin ‘La masacre de Toolbox’ se encuentra ahora disponible en Amazon Prime Video. El ignorado regreso de Tobe Hooper, que fue titulada para imitar a su gran éxito ‘La matanza de Texas’ (The Texas Chain Saw Massacre, 1974), como si “toolbox” fuera algún estado como Texas y no “caja de herramientas”, fue una pequeña gamberrada bastante adelantada a su tiempo y servía como una celebración de su propia obra.
El título original era algo así como “Los asesinatos de la caja de herramientas”, no hay que picar luego con la "secuela" no oficial de 2013, que luego fue retitulada como 'Coffin Baby', la cual, además de no tener que ver con esta, es terrible desde cualquier perspectiva. Hooper cogió la motosierra e hizo en su día un clásico indiscutible del género, que muchos consideran una de las películas más terroríficas jamás realizadas, pero a pesar de dirigir clásicos como ‘Salem’s Lot’ y ‘Poltergeist’, su carrera a lo largo de la década de 1990 fue en picado.
La fiebre de los remakes y la tortura
Por ello, muchos creen que la mayoría de su obra hasta su muerte en 2017 se convirtió en algo que incluso a quien le gustan algunos de sus trabajos peor recibidos le resulta difícil seguir defendiendo, aunque esto no sea del todo cierto. Es verdad que tiene muchos trabajos alimenticios e incluso serie Z de la peor calaña como ‘Cocodrilo’, pero es injusto meter dentro del mismo saco todos sus trabajos crepusculares, y no solo hay muchos dignos como sus episodios para ‘Masters of Horror’, sino que otros se han ido revalorizado.
Por ejemplo, ‘Mortuary’ era un digno divertimento que aprovechaba la fiebre de los zombies para hacer una versión adolescente y apócrifa de ‘El color que cayó del cielo’ de H.P. Lovecraft, y esta ‘Masacre de Toolbox’ es aún más rescatable. A partir del material de un slasher de derribo, tenemos una especie de versión de Nancy Drew en edad de hipotecarse, adaptada a la era del torture porn, pero con paranoia polasnkiana y una atmósfera inusual en la época, con asesinos esotéricos, terror genuino, gore, claustrofobia y suciedad, presente y opresiva, en cada plano.
En 2003 todavía estaba triunfando en cines el (excelente) remake de ‘La matanza de Texas’ e incluso homenajes directos a este como el debut de Rob Zombie, por lo que esta rareza en pleno albor del torture porn, tiene también trazas de misterio ocultista, creepypasta urbano y LA Gothic. Su gestación no habría sido posible sin la fiebre de los remakes de películas de terror de los años 70 de los 2000, que llegó a rescatar cosas como ‘Willard’ (2003) y no tuvo escrúpulos en afrontar ‘Amanecer de los muertos’ (2004), ‘Terror en Amityville’ (2005), ‘Las colinas tienen ojos’ (2006) o ‘La profecía’ (2006).
Una pequeña joya
Pero muchas de aquellas erraron al tratar de dar nueva cara a grandes éxitos de estudio, en lugar de insuflar vida a las rarezas underground que sí podrían tener un nuevo recorrido, por ello Hooper reescribió un viejo clásico grindhouse de 1978 sobre un asesino que usa diferentes herramientas para matar a sus víctimas, pero reinventándolo por completo. La original es vista ahora casi un experimento sórdido sin apenas argumento, con un enmascarado que mataba mujeres con distintos instrumentos.
La nueva versión centra su historia en una única localización, un edificio de apartamentos al que la protagonista, Nell Burrows, y su marido se mudan para empezar pronto a tener problemas con el mal mantenimiento, inquilinos extraños, ruidos a través de las paredes de papel e incluso a las eternas reformas que se están llevando a cabo en la construcción. Al mismo tiempo, un hombre enmascarado acecha a los inquilinos y los mata de formas bastante creativas. Sin duda, Hooper lograba recuperar algo de la brutalidad de sus sierras mecánicas, aunque aquí, a diferencia del clásico, no escatima derramando sangre.
Los ataques son frecuentes y desagradables, un taladro eléctrico en la nuca, un corte de la parte superior de la cabeza con una sierra eléctrica, ácido en la cara, golpes en la cabeza con un martillo, e incluso pistolas de clavos. Mientras, Nell nota cosas sospechosas, la policía lo descarta, casi como cuando nadie hacía caso a la vecina de Jeffrey Dahmer mientras continuaban los asesinatos. El pasado del edificio muestra que cada planta no tiene un apartamento 4 y que el arquitecto original lo diseñó con una serie de símbolos ocultistas que conducen a cámaras escondidas y pasillos alternativos.
Un legado con cierta importancia
Hooper ya había ensayado estos conceptos una comedia negra llamada ‘Apartament Complex’, en la que una comunidad cerrada vivía extraños, pero si aquella se movía hacia el surrealismo absurdo, en esta crea un eficaz clima de paranoia y extrañeza encarnado en el personaje de Angela Bettis, la inolvidable ‘May’ (2002), que ofrece una versión atípica de la clásica heroína de terror, aunque plasmando perfectamente el miedo de la scream queen clásica cuando escucha extraños ruidos a través de las paredes, u observa figuras siniestras al acecho.
Sin salir de Los Angeles, ‘La masacre de Toolbox’ se adelantaba a ciertos thrillers de conspiraciones posteriores como ‘El vecindario’ (2019), en las que la influencia de ‘El quimérico inquilino’ (1974) siempre está presente, pero plantear estos desde el puro y duro slasher era algo menos habitual de lo que podría parecer, y su huella se sigue hasta ‘El extraño’ (Watcher, 2022) en su premisa con una chica que sospecha de asesinatos en un edificio decrépito sin que nadie la crea, y que ni siquiera su pareja le haga caso, incluso el uso de espacios y el juego del gato y el ratón en ocasiones es muy similar.
La subtrama la casa secreta dentro de la casa la hemos seguido en ‘The Boy’, aunque el elemento esotérico le da un toque extra espeluznantes, especialmente cuando Bettis descubre la zona secreta, y, introducir símbolos ocultos, un asesino sobrenatural, relaciona las horribles catacumbas con restos humanos marca Hooper con el Hollywood weird, los sueños truncados de la meca del cine y su vículo con la turbia tradición mágika de pactos y hermetismo en Los Ángeles, siempre relacionado con personajes como Aleister Crowley, dando una dimensión fascinante y enigmática al villano, una especie de fantasma de la ópera que vuelve a plantear ‘La masacre de Toolbox’ como un cadáver exquisito de la filmografía del director.
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