Ha llegado a Amazon Prime Video la reimaginación del clásico más denostado del cine de acción de los 80, ‘De profesión, duro’, quizá olvidada en España porque su título singular evoca un material de tercera categoría con el que realmente no se corresponde. Lo que sugiere esta ‘Road House’ con Jake Gyllenhaal es la cuestión de si era necesario un remake de aquella. Y la respuesta corta es rotundamente no, ya que es una producción de Joel Silver que sigue funcionando igual hoy.
No solo mantiene una bella fotografía que, pese a estar rodada 1989, parece una más de las grandes películas del productor de los 90, sino que su acción cuerpo a cuerpo sigue siendo un espectáculo que no ha decaído nada, además, es un poco como una aventura del Snake Plissken de los bares de mala muerte que no sabíamos que necesitábamos, puede ser fácilmente el mejor papel de Patrick Swayze junto a su mítico Bodhi.
La oda a los antros de carretera de aquella se ha convertido aquí en un tratado del cabezahuequismo espiritual de la Florida actual, y en ocasiones parece un episodio dopado de ‘Los vigilantes de la noche’, con tollinas que te dislocan la mandíbula y una caricatura del macarrismo ciclado nivel ‘Dolor y Dinero’. Su ubicación le permite añadir algunos usos creativos de los cocodrilos que añaden un toque macabro a su extraño tono entre el humor autoconsciente, el cine de acción post ‘Fast & Furious’ y el legado del cine obsesionado con el neón de la década pasada.
Un cómic para adultos con humor weird
A priori, ‘Road House’ respeta la trama de la original, cambiando sexo y raza del dueño del bar que contrata a Dalton para transformar un lugar peligroso y lleno de gentuza por un sitio de moda donde reina el buen rollo y la buena música en directo. Sin embargo no pone mucho énfasis en las reglas de Dalton, su equipo y la transformación del lugar, que era el corazón de la película, sino que opta por obviar la melancolía romántica de aquella para centrarse en sus elementos más reconocibles: bares, mucho R&B, muecas perdonavidas y gresca.
Ahora el humor ridículo de marca Doug Liman está en cada fotograma y hay nuevas, espectaculares, escenas acuáticas que son un puro dibujo animado. Como en ‘Barry Seal: El traficante’ puedes esperar que pase cualquier cosa. Un cambio notable es el cambio de cara del protagonista, aquí un Jake Gyllenhaal que busca ser sardónico y resulta un tanto perturbador, retomando su vis salvaje de ‘Redención’, sustituyendo drama por autoparodia, porque quizá está contándonos su vida real, o cómo la ve en su cabeza.
No es la primera vez que le vemos haciendo de tío raro, difícilmente un héroe tradicional, pero que abre nuevas vías de histrionismo sosegado para convertirse en un nuevo Nicolas Cage. También se ha hablado mucho del uso creativo del cgi en las escenas de acción, aunque en realidad supuestamente no hay nada generado per sé, sino una nueva técnica creada específicamente para la película, que consiste en la sustitución de los actores en los momentos de impacto.
Un mojito de sopapos y rock a pleno sol
Un experimento que puede sacar a muchos, pero que ofrece peleas que convierten a seres humanos en muñecos sin autonomía psicomotriz al recibir las hostias como panes, hasta el punto de que parecen de personajes de dibujos animados golpeados por puños marca ACME. Además, el uso de lentes y objetivos wide combinado da un efecto brutal, en ocasiones la cámara sigue a los personajes en movimientos que resultan imposibles de seguir pensando que hay una cámara ahí en medio. La inmersión es brutal.
Sorprende también el papel del luchador en la vida real Conor McGregor, perfecto como villano atolondrado, una mala bestia con mirada crujealmas que deja algunos de los momentos más dolorosos de ‘Road House’ y podría protagonizar su propia historia de orígenes en un cómic cazurro de Garth Ennis. El único pero es que la divina Daniela Melchior no sale todo lo que debería, aunque sí propina algún bofetón estupendo y además, el amago de romance que se plantea no acaba de la forma más tradicional con un final diferente.
Por tanto. Puede que no hiciera falta hacerla, pero esta nueva ‘Road House’ no solo sabe diferenciarse de forma justa de ‘De profesión duro’, sino que su existencia honra y hace una justa difusión a un clásico que no debería permanecer olvidado por ser uno de los mejores hitos de acción de USA, que mucha gente no ha visto porque cree que es una chusta de videoclub, aunque sí se eche en falta el especial “arrancanueces” del primer Dalton.
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