Ahora mismo da la sensación de que Luca Guadagnino es una fuerza imparable. A su prolífico nivel de producción se le suma una voluntad inquebrantable por no acomodarse, por no dar siempre lo que uno espera de él. De ahí que sus bandazos terminan dejando descolocando a muchos, especialmente cuando decide tocar una obra tan querida como fue en el caso de su remake de ‘Suspiria’.
Suspiros de inquietud
Su libre interpretación del clásico de terror de Dario Argento no busca la repetición o los guiños nostálgicos, sino explorar las sensaciones que le dejaron la obra original. Esto ha convertido esta impresionante obra, que se puede ver en streaming a través de Amazon Prime Video, en algo increíblemente polémico, sobre todo entre fans del género y de la auténtica ‘Suspiria’.
A través de seis actos (y un epílogo) somos transportados a la Berlín de los años setenta, a donde se dirige Susie Bannion para ingresar en la escuela de danza más prestigiosa, dirigida por la implacable Madame Blanca. Sin embargo, no todo es lo que parece en la academia, con estudiantes que desaparecen o mueren en extrañas circunstancias, además de poderosas fuerzas sobrenaturales.
El esfuerzo de Guadagnino busca ser tan opuesto a la obra que se inspira, cambiando desde el tono estrafalario y la fotografía colorida hasta el musicote de rock progresivo, que casi se recibe como una provocación directa. Sus colores neutros, su sobriedad casi autoimportante y los alambicados e inquietantes sonidos de la música de Thom Yorke proporcionan una experiencia tan distinta que casi ni cabe comparación.
Es por ello que resulta más fácil analizarla como una obra propia de Guadagnino, donde su estilo y sus inquietudes se despliegan de forma estimulante. Su estudio del movimiento y la psicología perturbada, en ocasiones atravesadas por una inesperada sensación de melancolía, crean una experiencia absolutamente arrebatadora, capaz de ser visual e intelectual.
Tampoco en necesario hacer un estudio de capas profundas para dejarse llevar por el horror psicológico que despliega, y deja secuencias bastante estremecedoras. Dakota Johnson ofrece una interpretación valiente y arriesgada que se complementa con el trabajo poliédrico (y doble) que realiza Tilda Swinton, solidificando una propuesta única y distinguible.
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