Born in the U.S.A.
En una clásica conversación a la hora del café, aunque se traslada más allá de las máquinas expendedoras, los personajes de Matt Damon y Jason Bateman tienen lo que parece una conversación trivial antes de lanzarse al tajo. En ella, además de ofrecer detalles de su vida que le vuelven tridimensional, el personaje de Bateman comenta que no había reparado hasta ahora en la canción 'Born in the USA' de Bruce Springsteen, que escuchaba todas las mañanas antes del trabajo para animarse pero que vio con otros ojos en cuanto escuchó detenidamente la letra.
Es difícil culparle, porque hay muchos casos de canciones de éxito que se celebran con euforia aunque sus intenciones sean de denuncia (aun hay gente que se sorprende si les dices de qué va 'Killing in the Name' de Rage Against the Machine). Parece una escena completamente trivial dentro del esquema del argumento, pero de manera muy fina vemos a Ben Affleck señalándonos las verdaderas intenciones de su aparente oda al capitalismo corporativo en 'Air', más allá de ofrecernos un entretenimiento adulto sólido.
Maravillosa jugada
Sería inexacto hablar de mensajes antisistema en una historia sobre cómo un grupo de trabajadores de Nike trató de fichar a Michael Jordan para su división de calzado deportivo y ganó miles de millones de dólares en el proceso. Pero hay más que desgranar de lo que parece en este sensacional drama deportivo donde no se bota un solo balón que, al fin, se puede ver a través de Amazon Prime Video.
Basada en la historia real que dio origen a la marca Air Jordan, donde el precario departamento de baloncesto de la corporación Nike decide dar el golpe a la banda para firmar a ese talento de Carolina del Norte que sólo había quedado tercero en el draft. Sonny Vaccaro, el brillante ojeador del departamento, convence a todo el mundo, incluyendo al presidente de la empresa Phil Knight (interpretado por el propio Affleck que dirige la cinta), que hay que destinar todos los recursos para fichar a este escolta que puede cambiar el deporte para siempre.
Las cualidades de entretenimiento maduro están muy presentes, con una historia real contada con la ligereza que caracterizó determinado tramo de 'Argo' para evitar caer en la rigidez del biopic, acercándose también a la finura de una 'Moneyball: Rompiendo las reglas'. Por la manera en la que estos trabajadores deciden realizar el golpe del siglo para firmar a Jordan, también parecen relucir detalles de un cine de atracos que Affleck controla de maravilla y la acerca también a la peli para padre eléctrica que es también 'Le Mans ‘66'.
Rodada con exquisita eficiencia, nada espectacular (al final son muchas conversaciones en despachos), y bombardeando con temazos de la época, puede dar la sensación de que no hay más intención que celebrar este gran logro para una de las empresas deportivas más importantes.
'Air': lo importante es el talento
Pero hay un núcleo más que interesante sucediendo entre conversaciones de marketing, de ajustar presupuestos y de grandeza deportiva. 'Air' tiene una ambición renovadora desde su propia concepción, con Affleck y Damon produciendo y cambiando la compensación económica que recibe el talento tras la cámara (fotografía, edición, etc) dándoles más participación en los beneficios de la película de lo que habitualmente reciben. Este elemento extracinematográfico se traslada al corazón de una película que defiende que el talento (desde el jugador estrella a los currantes que intentan ficharlo) importa y una empresa no tiene valor sin él.
Affleck aprovecha las conversaciones que tratan de ensalzar la grandeza de Jordan para dar un golpe de efecto dramático al final, que tiene sus consecuencias en el mundo real donde ahora los jugadores resultan más relevantes que los equipos de baloncesto. Es también su manera sofisticada de defender que la gente que da significado a una marca debería recibir una compensación acorde, señalando así una de las partes más incómodas sobre las que se sostiene el sistema económico y que resulta más relevante que nunca en estos tiempos de huelga de guionistas.
Todo ello contado en una perfecta mezcla de elegancia y de capacidad de entretener, con actores pudiendo darse rienda suelta en sus retratos de las diferentes partes involucradas en esta negociación (Chris Messina es de los más destacados dando la interpretación más salvaje y divertida de la película). Quizá no convierta a 'Air' en una de las cintas más esenciales del año, porque al final no tiene los personajes tan cuidados como sus intenciones narrativas, pero sí es una de las películas más formidables que vamos a poder ver. Una en la que vale la pena leer la letra además de disfrutar de los sonidos eufóricos.
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