Estamos acostumbradas a leer sobre el auge y caída de actores y actrices, pero no todas tienen la suerte de que su trayectoria audiovisual acabase simplemente porque ya no conseguían papeles relevantes. En el caso del joven Brad Renfro, su vida fue especialmente sombría y acabó a una edad tristemente temprana.
"Era una persona emocionamente abandonada"
Brad Barron Renfro nació en 1982, en Knoxville (EE.UU.). Venía de una familia desestructurada que se fragmentó con el divorcio de sus padres, tras lo cual se crió con su abuela paterna. Desde pequeño fue un niño problemático, al que sus profesores no supieron ayudar y con un entorno de adultos que no le marcaron los límites que necesitaba.
A los 12 años, su camino se cruzó con el de la directora de casting Mali Flinn, que nada más verlo supo que encajaría a la perfección en la piel del niño que terminaba envuelto en problemas con la mafia de 'El cliente', la adaptación de la novela de John Grisham dirigida por Joel Schumacher.
Renfro dejó impresionado a todo el equipo con su actuación, que reunía la energía y la rebeldía de una persona de 20 años en el cuerpo de un preadolescente. Lo que todo el mundo interpretó como un elevado talento interpretativo, escondía un velado grito de auxilio. Así lo explicó J.J. Harris, la que se convertiría en su representante:
"Estaba pidiendo a gritos que alguien le pusiera algún tipo de límites, algo que nunca sucedió. (...) No era un mal chico, sino una persona emocionalmente abandonada".
A partir de ese papel, su carrera despegó y empezó a hacer todo tipo de películas: 'Que nada nos separe', 'Tom y Huck', 'Sleepers', 'Ídolos, mentiras y rock and roll', 'Verano de corrupción', 'Bully', 'Ghost World' o 'Jóvenes salvajes' son algunas de las más destacables.
Lo hipnótico de su interpretación parecía invitar a las personas que le rodeaban en los distintos proyectos a ignorar unos hábitos chocantes en una persona tan joven, como el hecho de que las cervezas desaparecían cuando se encontraba cerca, fumaba constantemente desde los 14 años, acudía a las fiestas de rodaje de adultos o que no paraba de flirtear con todas las mujeres que veía.
El guionista de 'Ídolos, mentiras y rock & roll', Joe Eszterhas, contó en sus memorias que: "Las chicas lo rodeaban. Sus madres las llevaban hasta el hotel donde se hospedaba y esperaban en el coche mientras Brad las entretenía en su habitación. Fue el chico de 14 años más viejo que he conocido nunca".
"Arrastraba muchos demonios y necesitaba ayuda" reflexionó Barry Levinson, que le dirigió en 'Sleepers'. Una ayuda que nadie le brindó y que se hizo más necesaria conforme su adicción a las drogas fue a más con el tiempo. Larry Clark, que le dirigió en 'Bully' como uno de los adolescentes descarrilados de la película, presenció algunos de sus momentos más bajos, como cuando fue a buscarle a su casa y salió con los brazos ensagrentados o cuando Renfro acudió directamente desde la cárcel a un rodaje:
"Estaba completamente deshidratado y tenía una pinta horrible. Pero podía hacer ese tipo de cosas, era muy joven. Era un actor muy natural, no se estudiaba sus líneas. Dudo que se leyera todo el guion, pero encendías la cámara y era mágico. Era tan bueno que le perdonabas que fuera un desastre. Por un minuto".
Los retrasos que provocó en ese rodaje le hicieron perder su seguro, y fue a partir de entonces cuando le costó cada vez más conseguir nuevos papeles; la industria de Hollywood le fue olvidando poco a poco. Su última película fue 'Los confidentes', basada en la novela de Bret Easton Ellis y estrenada en 2008.
Renfro murió de sobredosis en enero de 2008, poniendo fin de forma definitiva tanto a su vida como a su carrera como actor. Un compañero suyo le encontró muerto en su cama, y así lo certificaron las autoridades de Los Ángeles. Solo tenía 25 años.
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