Todo —o casi todo— en esta vida tiene una explicación, y esto incluye el motivo por el que hemos asociado la trayectoria reciente de un grande como Nicolas Cage a producciones de dudosa calidad en las que ha participado interpretando papeles no menos peliagudos. La respuesta al enigma no sorprende lo más mínimo: el bueno de Nic sólo pretendía saldar sus deudas.
Claroscuros
Eso sí, el montante al que se enfrentaba el último Drácula de la gran pantalla, a quien ha dado vida en la divertidísima 'Renfield', no entra dentro de los que manejamos los más comunes de los mortales; y es que, según ha contado en 60 Minutes, la suma total a la que se enfrentaba era de 6 millones de dólares. Casi nada.
"Invertí demasiado en bienes inmuebles. El mercado inmobiliario colapsó, y no pude salir a tiempo. Les devolví todo el dinero, pero eran unos 6 millones de dólares. Nunca me declaré en bancarrota".
Cage describe ese momento de su vida como "oscuro", y subraya que, por muy irregular que pareciese el proyecto, siempre se preocupaba por él y trataba de dar lo mejor de sí mismo.
"El trabajo siempre fue mi ángel de la guarda. Puede que no fuera de primera categoría, pero seguía siendo trabajo. Aunque la película fuese cutre, sabían que no la hacía sin esforzarme, que siempre me importaba".
En 2020, el actor ya habló sobre su situación financiera con GQ, y mencionó uno de sus mejores trabajos de los últimos años: la fantástica 'Mandy' de Panos Cosmatos, en la que aterrizó durante este periodo de necesidad.
"Cuando rodaba cuatro películas al año, una detrás de otra, tenía que encontrar algo en ellas que me hiciese darlo todo. No todas funcionaron, algunas fueron geniales, como Mandy, pero algunas no funcionaron. Pero siempre me esforcé. Si había una idea equivocada era esa, que lo hacía sin importarme. Me importaba".
Desde luego, hay que quererle.
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