Hay varias razones por las que a Tom Hanks se le conoce como "el niño bonito de América". Su plana de papeles es variada, pero entre interpretar a Woody de 'Toy Story'(1995), al mismísimo Walt Disney, un niño convertido en adulto en 'Big' (1988), o al inolvidable Forrest Gump, el actor de 63 años ha representado gente con valores en su carrera.
Demasiado buen tipo para ser el malo
No se puede decir que nunca haya probado con el mal. Fue sicario leal, del jefe de la mafia irlandesa (Paul Newman), John Rooney, en 'Camino a la perdición' (Road to Perdition, 2002), aunque tenía cierta escala de grises. En 'Ellas dan el golpe' (A League of They Own, 1992) interpretó a un borracho bastante desagradable pero con redención final y en 'Ladykillers' (2004) fue un intrigante ladrón que asesinaba.
Hanks es consciente de que tiene una carencia en la variedad de papeles y tiene una buena razón para ello. En una reciente entrevista reciente con el New York Times, el actor hizo una interesante aclaración de por qué rehuye esos papeles:
"Reconocí en mí mismo hace mucho tiempo que no le infundo miedo a nadie. Ahora, eso es diferente de ser amable, ¿sabes? Creo que tengo un alijo de misterio. Pero no es de malevolencia. Es porque lo que nunca los consigo, porque los malos, en general, requieren un cierto grado de maldad que no creo que pueda fingir".
Estas declaraciones, sin embargo, difieren con las que el actor ofreció en 2013 en la revista Total Film 214:
"No estoy interesado en hacer del malo, nunca. No quiero ver a los malos que son malos, ¿sabes? ¿Por qué son malos? Hay villanos malvados con distintas facetas, que son intrigantes para interpretar. Pero los malos no lucen desaliñados ni son horrendos, se parecen a ti o a mí. Podrías tener un cuchillo en tu zapato, ¿sabes? "
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