El actor hace una de sus clásicas interpretaciones desatadas en esta mirada cínica a los medios de comunicación
Existen determinados tipos de actores que se vuelven obsesión para la cinefilia tuitera y que, por la propia naturaleza de comunidades como Twitter, terminan dejados de lado sin llegar a haber renunciado a justo lo que les volvió populares en primer lugar. En casos como el de Jake Gyllenhaal podemos comprobar que el trato de favor de hace una década ya no está presente para valorar su trabajo actual.
Pero su método de interpretación tan desatado e intenso, además de caótico de una manera extrañamente enfocada, le ha permitido ser el protagonista de cierto tipo de cine adulto ya cada vez más en peligro de extinción. Un estilo que ahora se ve problemático, pero que hace una década era ineludible gracias a trabajos como el de ‘Nightcrawler’.
Cazador de desgracias
El thriller periodístico autodestructivo y neo-noir llevado al culto absoluto gracias a su estrella y a su buen entendimiento con el director y guionista Dan Gilroy, además de con un reparto que incluye también a René Russo y Riz Ahmed. 10 años se cumplen desde su estreno que dejó a muchos deslumbrados, y hoy se puede ver en streaming a través del alquiler en la plataforma Rakuten.
La historia sigue a Lou Bloom, un hombre desocupado que se mete a freelance en el terreno del periodismo de sucesos, intentando llegar lo antes posible con su cámara a los lugares donde se producen los peores accidentes en la zona de Los Ángeles. Sus controvertidos métodos le permiten conseguir el mejor material e ir ascendiendo en la preferencia de las cadenas, aunque el coste será más elevado del que cree.
Gyllenhaal se vuelve aquí un ejemplo bastante claro de la cultura de la mentalidad de tiburón, el neoliberalismo desatado por los discursos del “si quieres, puedes” donde se intenta imponer la gloria y éxito individual por encima de cualquier otra cosa. Incluyendo todos los tipos de consideraciones éticas que se puedan tener.
‘Nightcrawler’: emprendiendo hacia el desastre
La interpretación extrema del actor no choca con el enfoque meticuloso y concienzudo, sino que lo eleva. Permite un cierto elemento de disparate con el que apuntar balazos a todos lados, desde los supuestos “entrepeneurs” hasta el sistema que los habilita, con el morbo de los medios de comunicación de por medio (un tema imperecedero).
Con un adecuado estilizamiento, un pulso de hierro en la dirección y un guion sin remilgos a la hora de meterse en la moralidad más enfangada, ‘Nightcrawler’ contaba con todo para ser el objeto de culto que terminó siendo. Los excesos de Gyllenhaal están aprovechados como nunca y forman un trabajo icónico que se ha vuelto una bandera que ir izando de cuando en cuando en proyectos posteriores.
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