Severus Snape (Alan Rickman) es el segundo personaje más odiado de la saga 'Harry Potter' después de Voldemort. Al menos así lo es hasta que en la última película descubres el pastel y conoces toda la historia. De repente, ya no es el esbirro de Voldemort que quiere acabar con la vida de Harry, sino todo lo contrario: es el personaje que lleva salvándole la vida hasta entonces. Y tú sin enterarte.
El amor: el fin que justifica todos los medios
Snape es, en realidad, el protagonista de una novela de amor romántico, una de esas donde el desenlace termina en muerte y no solo en desamor. Su amor hacia Lilly Evans (la madre de Harry) fue el motor de su vida y, a la vez, su condena.
Enamorado de ella desde muy pequeño, Snape nunca vio con buenos ojos la amistad y posterior relación romántica entre los padres de Harry. Por un lado porque estaba enamorado de Lilly, y por otro porque James Potter y sus amigos le hicieron bullying desde el primer curso en Hogwarts.
Fue este aislamiento social el que, poco a poco, le fue llevando a centrarse más en una de sus pasiones: las artes oscuras. Este ámbito de la magia le condujo a Voldemort, a quien sirvió como mortífago hasta que éste planeó matar a Harry motivado por una profecía. A pesar de que Snape apeló a la influencia de Dumbledore para impedirlo, Lilly y James Potter murieron protegiendo a su hijo.
Con un sentimiento de culpa que nunca le abandonaría, Snape se convirtió en el doble espía que Dumbledore necesitaba para controlar el regreso de Voldemort, cuando Harry fuese mayor. Desde el primer momento en el que Harry pisa Hogwarts, Snape no le quita los ojos de encima: le salva del hechizo que sufre su escoba en el primer partido de Quidditch y vigila de cerca al profesor Quirrell que planea robar la piedra filosofal (por orden de Voldemort).
A pesar de que el leitmotiv de Snape era cuidar de Harry, su comportamiento habitual y de cara a la galería, consistía en despreciarle públicamente recordándole que era tan arrogante como su padre. Y así llegamos hasta la quinta película, donde la trama respecto a Voldemort se endurece y la vida de Harry empieza a peligrar de forma más considerable.
A partir de ahí, el doble juego de Snape se incrementa aún más, y le vemos simultáneamente como miembro de la Orden del Fénix y como uno de los consejeros de confianza de Voldemort. Consejero de confianza nivel: enseño a Harry Potter a que te lea la mente sin que tú, señor Tenebroso, te enteres. De hecho, fue Snape quien avisó a Sirius Black y el resto de la Orden del Fénix de que Harry y sus amigos corrían peligro en el Ministerio de Magia.
Severus Snape: una vida que oscila entre la culpa y los chantajes
Una vez que nos adentramos en la sexta película, y sabemos que Dumbledore se está muriendo es, de nuevo, Snape quien recurre a un antídoto para alargar unos meses la vida del director de la escuela. Gracias a este gesto, la maldición del anillo de Gaunt que estaba necrosando la mano de Albus, fue ralentizada y éste pudo invertir tiempo en explicarle a Harry todo lo que tenía que saber sobre los horrocruxes.
Si Snape no hubiese alargado unos meses la vida de Dumbledore, Harry no hubiese sabido cómo matar a Voldemort por mucha espada de Gryffindor que se le apareciese después. Paralelamente a esta trama, Voldemort pide a Draco Malfoy que asesine a Dumbledore. Sin embargo, Albus había ordenado previamente a Snape que fuese él mismo quien acabase con su vida cuando la maldición llegase a su periodo final.
A pesar de que Draco logró reunir a todos los mortífagos en la escuela no fue capaz de cumplir con la misión de Voldemort y fue Snape quien realizó el crimen. De cara al ejército de Voldemort, Snape quedó como un héroe cuando simplemente estaba cumpliendo con la promesa que le había hecho a Dumbledore. Sin embargo, a ojos de Harry (quien presenció la escena en segundo plano) Snape seguía siendo el mismo villano de siempre.
Con Dumbledore fuera de juego, Snape se convierte en el hombre de confianza de Voldemort y en director de Hogwarts, cumpliendo así con los deseos de ambos magos a los que prestaba servicio como espía. Desde esta nueva posición, Snape continúa ayudando a Harry tratando de persuadir a Voldemort y guiándole en la búsqueda de los horrocruxes.
De hecho, fue Snape quién guió a Harry hacia la espada de Gryffindor cuando estaba en el bosque oscuro. Por medio de su Patronus, condujo a Potter hacia el lago helado donde estaba la espada lo que provocó, a su vez, que Ron fuese a ayudar a su amigo que estaba en problemas. De esta forma, Snape no solo entrega una herramienta elemental para destruir horrocruxes, sino que también desenquista los problemas de amistad que había entre Ron, Harry y Hermione.
Cuando Harry regresa a Hogwarts en busca del último horrocrux (la diadema de Rowena Ravenclaw) Voldemort se da cuenta de que la varita de sauco (que pertenecía a Dumbledore) no le obedece como debería y llega a la conclusión de que solo obedece al asesino del mago al que pertenecía, ergo, solo obedece a Snape. Cegado por este pensamiento y sin escuchar las explicaciones de Snape, Voldemort le mata con el único objetivo de conseguir que la varita, por fin, le obedezca.
El asesinato de Snape es presenciado por Harry, Ron y Hermione, quienes acuden a él cuando todavía agoniza. En su último aliento, Snape entrega sus lágrimas a Harry para que al menos él sepa que entregó su vida a cambio de la suya. Snape no solo ayuda a Harry a resolver la ecuación de Voldemort sino que le explica todo lo que no pudo explicarle en vida. Harry ve en los recuerdos de Snape que el amor fue el móvil que le llevó a morir.
Por amor a su madre dedicó su vida a protegerle y se convirtió en el villano que logró engañar al mago más poderoso de la historia con un único objetivo: darle a Harry la oportunidad que Voldemort le quitó el día que mató a sus padres, la oportunidad de vivir sin miedo. Una oportunidad que Snape perdió desde el día en el que cedió a la culpa y los chantajes.
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