Hay algunas actrices que sin mostrar un especial valor melodramático en sus interpretaciones son, en cambio, capaces de elevar el sentido de sensualidad en pantalla hacia cotas casi tangibles. El caso de Rose McGowan, que hoy cumple 35 años, es un buen ejemplo. Actriz originaria de la Toscana y de una familia singular (de padres artistas y ex miembros de una extraña secta), primero despuntó como modelo infantil, para después ir labrando una carrera como actriz forjada en papeles para televisión mientras evidenciaba un enorme potencial para seducir con una mirada y una actitud provocadora, excesiva y desafiante.
Eso mismo debió encandilar a Quentin Tarantino y Robert Rodríguez (sobre todo, puesto que ahora es su esposa) para que contaran con ella para su doble sesión gamberra de título 'Grindhouse'. No sólo supuso un salto cualitativo al estrellato (aunque ya era muy conocida en Estados Unidos), sino su reconversión en actriz versátil, además de bella, inteligente y carnalmente sexy.
Casi todo en McGowan es excéntrico, llamativo y peligroso. Tras aterrizar en Estados Unidos después de un periplo europeo con su familia, fue aflorando la jovencita peligrosa y extraña. Así llamaba la atención con su atuendo gótico, radical y su comportamiento problemático, pero siempre supo cómo provocar y eso llevado al campo de la interpretación, con control y formación, es un valor añadido en Hollywood. Sin embargo, su ascenso no fue fácil, pero tampoco pasó desapercibida, y eso que no era/es precisamente una belleza de cánones comúnmente aceptados. Siendo una adolescente se lanzó al mundo de la moda y del cine de forma independiente (emancipada de sus progenitores), primero en Seattle y más tarde dando el salto a Los Ángeles, donde se unió a la legión de aspirantes a estrellas que llegan cada día. Aunque la suerte estuvo de su parte.
Logró su propósito en algunos títulos con pequeños papeles, hasta llegar a 'Maldita generación' ('The Doom Generation', 1995), un film independiente del venerado Gregg Araki, no demasiado exitoso pero que se convirtió en título de culto y la crítica se fijó en ella, logrando el premio en los Spirit Awards por su trabajo como la fascinante Amy Blue.
Realmente fue su graduación como actriz y el trabajo que le motivó a continuar su carrera. Se movía como pez en el agua en cintas de bajo presupuesto y de sello independiente, pero fue logrando "oficio" a base de explotar su desinhibida capacidad para escenas de terror, destacando 'Scream' de Wes Craven, para el humor y la maldad como villana en la comedia adolescente 'Caramelo asesino' ('Jawbreaker'). Sus apariciones por Sundance la fueron situando como objetivo de la prensa, que no dudaron en valorar su fotogénica belleza, su inteligencia aguda y su sarcástico sentido del humor.
Sin embargo, a pesar de su obstinación en el cine, sería la televisión la que lograría darle más popularidad. Así fue designada para sustituir a la sosa Shannen Doherty (con quien, curiosamente, mantuvo una relación notoria durante bastante tiempo) en el papel de Paige Mathews en la serie 'Embrujadas'.
Tras aparecer en revistas masculinas, subir puestos en los rankings de mujeres más atractivas y como fémina osada, no dudó en coquetear con el mundo de la música, interpretando algún tema y trabajando en algún que otro videoclip. Algo que no le suponía especial dificultad ya que fue pareja de Marilyn Manson nada menos (lo tuvo a sus pies, fascinado por su atractivo). Sus apariciones públicas por esa época incrementaron su fama, dejando a su paso restos de babeos de hombres y mujeres por igual.
Curiosamente su aparición en un título destacado no estuvo acompañado de mucha suerte. Su intervención en 'La Dalia Negra' de Brian de Palma no le supuso un revulsivo, puesto que fue un rotundo fracaso de crítica y público. Algo que no le afectó demasiado debido a su carisma. Llegando a manifestar que confesaba haber realizado muchas películas malas, pero que a diferencia de Kate Hudson o Gwyneth Paltrow (dulces rubias) no ha crecido en Hollywood, sino que llegó allí intentando sobrevivir y tenía que aceptar papeles para pagarse el alquiler.
Gracias a la finalización de la serie 'Embrujada', Rose pudo volcarse de lleno en el cine y fue cuando llegó Robert Rodríguez y quedó prendado (uno más) de sus peligrosas virtudes: única, cautivadora, divertida, bella y con carácter. A partir de 'Grindhouse' su carrera se ha disparado. Rodríguez la ha convertido en su particular musa, con lo que la veremos en 'Red Sonja', 'Sin City 2' y probablemente como 'Barbarella' (no se me ocurre mejor actriz para este papel). Pero también veremos en pantalla otros trabajos como 'Fifty Dead Men Walking' en un papel secundario y como protagonista en 'Black Oasis', ésta aún en preproducción.
A pesar de su extraña belleza, aderezada de cirugía plástica, mantiene con fuerza su gran capacidad sensual y es una actriz diferente, a la que no se puede ignorar. Por cierto, su inteligencia está fuera de toda duda. No en vano, actualmente se le puede ver en el canal TCM (en USA) en el programa de cine 'The Essential' de Robert Osborne (presentador e historiador de cine), donde realiza sus comentarios sobre películas clásicas.
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