Después de ver como uno de los grandes actores contemporáneos naufraga en un film aburrido y olvidable como '88 minutos', si bien es cierto que más por culpa de un pésimo guión y dirección que por falta de empeño del intérprete, a un servidor le asola la cuestión de qué le está pasando. Y es que, Al Pacino, en el caso citado, junto a Robert De Niro, en las mismas vicisitudes, están atravesando por una etapa en la que la sequía de buenos trabajos es realmente crítica, y más para dos gigantes del cine.
Por una parte, no están eligiendo bien sus nuevos proyectos, a los que caen más atraídos por el salario que por su estímulo interpretativo. Son dos vacas sagradas del séptimo arte (como bien los califican en 'El País'), pero parece que deambulan por títulos menores, que van acumulando a su dilatada filmografía. Lo grave es que están aislando más (y haciendo más grandes) sus elogiados y meritorios trabajos de épocas pasadas.
De Niro, parece más volcado en el mundo de la comedia (¡quién lo diría!), con títulos como el recién anunciado 'Everybody`s fine' (junto a Drew Barrimore y Kate Beckinsale) y en su faceta de productor, con producciones en cartera como 'What Just Happened?', que en encontrar papeles que rememoren sus mejores personajes del pasado. También es cierto, que pone su empeño por fortalecer cada año la celebración del Festival de Tribeca, así como se vuelca con más intensidad en su faceta empresarial, debido al reciente éxito de su cadena de hoteles temáticos de estilo japonés. Pero todo ello no le debería privar de dejarnos alguna que otra película digna cada cierto tiempo.
Por su parte, Al Pacino, que acaba de cumplir 68 años, alterna los escenarios teatrales con apariciones en películas insulsas, y no sabemos si su nueva joven novia argentina, además de hacerle sentir más joven, será capaz de inculcarle más voluntad por escoger mejores papeles. De momento, es seguro que pronto lo podremos ver encarnando a Salvador Dalí, lo que promete ser una interesante propuesta, pero a la vez, hace sentir el mismo miedo a seguir viéndolo resbalar en la mediocridad.
Todo ello plantea el interrogante: ¿qué pueden hacer para salvar sus carreras? En un reciente artículo de New York Magazine planteaban que lo mejor que se podría hacer es seguir la estela de otros grandes actores, evitando rechazar algunos papeles, que aunque no sean protagonistas, si pueden ser mucho más jugosos y reconocidos, así como no dar la espalda a la generación de nuevos directores actuales. Es una posible solución, que a otros grandes actores de la misma generación nos le ha ido tan mal.
Lo cierto es que resulta penoso, para alguien que se profesa gran admirador de ambos (como es mi caso), verles tan apagados en los últimos años. Por una parte, se puede plantear la excusa de que hoy Hollywood no ofrece buenos guiones, con personajes a la altura de su valía actoral, pero por otra parte es cierto que otros grandes actores saben mantenerse en lo más alto, y siguen dando buenas muestras de su calidad (como Nicholson, Eastwood, Caine, Hoffman...), quizás porque han sabido elegir bien sus trabajos. Como bien apuntó recientemente Francis F. Coppola, que no tuvo pelos en la lengua en reconocer que se estaban acomodando y que les falta ambición. Y con mayor acidez y dureza expresó el crítico Patrick Goldstein, del rotativo Los Ángeles Times, que los calificó de parodias de sí mismos, lo que causó gran revuelo.
Al menos nos queda un ápice de esperanza (pero que a la vez me hace temblar de pánico) con su nueva película juntos. Desde el thriller 'Heat' en 1995 no volvían a estar en la misma película, y ahora repetirán con 'Righteous Kill' que podremos ver el próximo mes de septiembre.
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