Para cada acción hay una reacción igual y en sentido opuesto, y en el caso de las denuncias de acoso a personajes poderosos de Hollywood suscitadas por el movimiento #metoo, pocas causaron tal conmoción como las acusaciones que se levantaron contra Morgan Freeman, debido al respeto y el poder que atesora el actor en la industria del cine. El pasado mes de mayo su prestigio se puso en entredicho cuando fue objeto de numerosas acusaciones que funcionaban como caja de resonancia de una primera denuncia de la periodista de la CNN Chloe Melas.
Fue Melas la que inició una investigación al afirmar verse acosada por el actor estando embarazada de seis meses en el junket de la película 'Un golpe con estilo', donde el actor estaba acompañado de sus compañeros de reparto Alan Arkin y Michael Caine. Según Melas, dio la mano al actor para saludarle y este dejó caer expresiones inadecuadas como "ojalá haber estado ahí" o "estás a punto de caramelo".
Se dijo que las acusaciones fueron apoyadas por un total de 15 personas, 16 en total contando a Melas, 14 de ellas anónimas, describiendo una actitud similar del actor en distintos rodajes y eventos con prensa. Todo ello fue difundido por CNN en una investigación que no fue desmentida por el actor: su representante envió un mensaje a The Hollywood Reporter en su nombre en el que pedía disculpas a cualquiera que se pudiera haber visto incomodado por su comportamiento, algo que en todo caso negaba indirectamente. La primera consecuencia inmediata que tuvo la acusación fue la cancelación de un contrato para un anuncio que Freeman tenía con VISA.
La situación parece haber dado un vuelco en términos de credibilidad con un artículo publicado por el portal Red Ética y titulado 'Dando a luz un fraude periodístico: Morgan Freeman y CNN'. En él, el escritor Tomoo Terada afirmaba que el motivo de que aún no se hayan emprendido acciones legales contra el actor, como en el caso de Harvey Weinstein, se debe a que las acusaciones fueron "un fraude de una reportera racista de CNN”. Ese es el motivo de que todas las fuentes que le acusaban fueran anónimas -dando a entender que la mayoría eran inventadas-, con la excepción de dos mujeres: Chloe Melas, inductora de la acusación y Tyra Martin, productora del programa 'WGN TV News', que se desvinculó inmediatamente de lo que se decía en el reportaje de CNN, acusando al canal de distorsionar sus palabras.
En al artículo, Tomoo expone que, por una parte, el vídeo con la entrevista y los comentarios inapropiados de Freeman estaba remontado para que pareciera que el comentario del actor de "ojalá haber estado ahí", único registrado por la cámara, se refería a la periodista, cuando en realidad se refería a que desearía haber estado presente en una metedura de pata graciosa que Michael Caine había contado en plan distendido. El vídeo estaba claramente remontado, afirma Tomoo, para culpabilizar al actor.
Por otra parte, Tomoo desvela quiénes eran algunas de las fuentes anónimas. Dos de ellas acabaron desmintiendo lo que afirmaba el articulo de CNN. Una era la periodista belga Kristien Morato, que declaró a un diario de su país que la cadena americana había manipulado sus palabras. La otra es el ayudante de director Christopher T. Sadler, que afirmó en una entrada en su perfil en Facebook (borrada posteriormente, pero capturada para la posteridad) que sus declaraciones fueron manipuladas, cuando no directamente inventadas, y que veía claro el carácter racista de Melas, embarcada en una "venganza personal".
De momento lo único seguro es que la situación y el nombre de Freeman están en el aire después de las acusaciones. Parece haber pruebas fidedignas en contra de las acusaciones de Melas, pero por ahora ni ella ni la propia CNN, que posiblemente debería haber iniciado una investigación para clarificar el asunto, han hecho declaraciones oficiales.
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