Harry Potter. Las dos palabras que hacen que el millennial medio pueda hablar durante horas con sus vivencias, las películas, las novelas, los videojuegos, aquella vez que hizo un combate de hechizos y hasta cuando vio de lejos a Daniel Radcliffe durante una alfombra roja. Todos sabemos lo que fue del actor que hizo del joven mago, y hemos seguido de cerca la carrera (en hiato) de Emma Watson, pero nos falta una pata para el trío, esa persona en la ecuación que ha volado mucho más bajo que sus compañeros. Y es que... ¿Qué pasó con Ron Weasley? O sea, ¿qué fue de Rupert Grint?
Ron, ron, ron, y la botella de ron
Rupert Alexander Lloyd Grint nació el 24 de agosto de 1988 (por entendernos: ya va por los 35 años) en Harlow, un pueblo del condado de Essex de algo menos de 100.000 habitantes. Su madre, Jo, era ama de casa, y su padre, Nigel, se dedicaba a comerciar con objetos del mundo de las carreras. De pequeño, Grint creció con normalidad y con una meta en la vida: ser heladero. Bueno, hizo felices a muchos niños, así que no iba tan desencaminado.
En el año 1999, con tan solo 11 años, Grint era uno más de los miles de fans de 'Harry Potter' y JK Rowling. Además, había probado las mieles del éxito en un par de obras de teatro estudiantiles (no olvidéis que todos nos volvemos adictos al aplauso), así que, cuando se enteró del casting abierto a todo el mundo, no lo dudó: se grabó rapeando sobre su fanatismo por la saga, intentando conseguir el papel de Ron Weasley. Y en esta batalla del todo o nada ganó el todo.
Como sabemos, fue un sonoro éxito: el año siguiente conoció a Daniel Radcliffe y Emma Watson. Solo Radcliffe había hecho un par de papeles antes, y todos estaban igualmente nerviosos por la responsabilidad de adaptar la saga. Pero 'Harry Potter y la piedra filosofal' fue un exitazo, recaudando 974 millones de dólares en todo el mundo y Grint incluso ganó un par de premios por el camino. El camino pintaba perfecto para el mediano de los Weasley. De momento.
Avada Kedavra, carrera
Durante los años que duró 'Harry Potter', Grint compaginó esas películas con otras con las que apenas consiguió notoriedad, como 'Thunderpants', en la que hacía de un niño genio que creía poder solucionar los problemas de flatulencia mundiales, o la amable comedia indie 'Driving lessons'. Para entonces, el actor ya había dejado los estudios (nunca le importaron demasiado, según ha afirmado más de una vez) y se enfrentaba a una terrible vicisitud.
Por un lado, seguía viviendo con su familia, que controlaba sus finanzas (ni siquiera sabía cuánto dinero tenía realmente). Por otro, había dejado sus manos marcadas delante del Teatro Chino de Los Angeles, su carrera estaba a punto de abrirse en cuanto filmase la octava película de la saga... y no tenía ni idea de por dónde quería tirar. Rico, joven y sin las ideas claras: la receta de una filmografía con continuos subibajas.
Grint intentó dar un vuelco a su carrera con 'Cherrybomb', donde interpretaba a un joven durante un fin de semana de alcohol, drogas y perversión. Fue un fracaso que apenas recaudó 30.000 dólares en taquilla, pero eso no le impidió seguir escogiendo un tipo de cine de corte más independiente, con cintas como 'Blanco escurridizo' o 'Perdidos en la nieve'.
Perdido, como estaba Grint, dedicó un año completo después de 'Harry Potter y las reliquias de la muerte - parte 2' a descansar. Se lo había ganado. "Literalmente ha sido mi infancia", le dijo al New Jersey Online. Y hay que sacar tiempo para despedirse de ella. Al fin y al cabo, tenía 23 años, había encontrado el amor y tenía toda la vida por delante.
Una nueva esperanza
El actor, desde entonces, ha hecho todo tipo de cosas, desde llevar la antorcha durante los juegos Olímpicos de Londres hasta narrar un documental para el planetario sobre la vida en otros planetas. En 2013, por primera vez, probó el teatro interpretando a un camello (de los que venden anfetaminas, no el animal) y fue allí, durante los ensayos, un día que llegó diez minutos tarde, donde, tras una bronca, aprendió una lección que después Shyamalan le alabaría: hay que ser siempre extremadamente puntual en este mundillo.
Tras un puñado de películas que poco o nada le aportaron ('Moonwalkers', 'Super Clyde', 'CBGB'), acabó encontrando refugio en televisión a partir de 2017, protagonizando series como 'Snatch', 'Baja por enfermedad', un episodio de 'El gabinete de curiosidades de Guillermo del Toro' o 'Servant', en Apple TV+. Fue allí donde conoció a M. Night Shyamalan, que le ofreció un retorno a primera clase por todo lo alto con 'Llaman a la puerta'.
En 2020, mientras su carrera estaba volviendo a enfocarse tras una década viviendo de las rentas, Grint tuvo a su primera hija, Wednesday, con su novia desde hace más de una década, Georgia Groome. En noviembre de ese mismo año se abrió una cuenta de Instagram para presentar a Wednesday en sociedad y acabó entrando, de rebote, en el Guinness: superó el millón de seguidores en solo cuatro horas y un minuto. Porque hay gente a la que da gusto querer.
Actualmente tiene 5 millones de seguidores a pesar de que no actualiza desde septiembre de 2023, tras la triste muerte de Michael Gambon, y, por supuesto, apareció en la reunión especial de 'Harry Potter' de HBO Max. Puede que Grint no haya tenido una carrera increíble, pero nunca ha dejado de ser él mismo: fan del Tottenham, familiar, sin esperar fama repentina, aprendiendo de sus errores. Al final, ser él mismo era la verdadera magia.
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