Mickey Rourke nació para boxear, pero terminó siendo nominado al Óscar. Y es que uno sabe cómo empieza su carrera, pero no cómo la va a acabar. Por el camino hay una historia de victorias, derrotas, chanchullos pugilísticos, combates en Oviedo, papeles con grandes directores, héroes y villanos comiqueros, ideas políticas flucturantes y muchos, muchísimos perretes. Hace tiempo que no sabemos nada de él, así que vamos a preguntarnos... ¿Qué fue de Mickey Rourke?
1, 2, 3... ¡KO!
Philip Andre Rourke Jr nació el 16 de septiembre de 1952 en Shenectady, una ciudad del estado de Nueva York, fruto del amor entre un irlandés y una escocesa. Sus raíces son importantes: en 1989 donó lo que ganó por la película 'Francesco' a hacer campaña para que Estados Unidos acogiera a un miembro del IRA (aunque no lo consiguió). Tuvo que vivir el divorcio de sus padres (él, en particular, se marchó sin dejar rastro) y una mudanza a Miami. No fue un trauma: allí pudo empezar a hacer lo que más le gustaba en el mundo. ¿Actuar? Claro que no: boxear.
A los doce años, que se dice pronto, Phil Rourke (aún no tenía nombre artístico) luchó su primer combate de boxeo amateur, ganando sin problemas. Era tan bueno que incluso fue entrenado por el número uno del mundo en aquel momento, Luis Manuel Rodríguez, apodado "El Feo" (francamente, no era para tanto la cosa). El problema es que en 1973, después de 27 victorias, había tenido tantas conmociones cerebrales que los médicos le recomendaron tomarse un tiempo lejos del ring. Por suerte, enseguida encontró su siguiente obsesión, el motivo por el que hoy estamos hablando de él: la actuación.
Primero fue una obra de teatro de la Universidad de Miami, pero se enamoró tanto de la profesión que los siguientes pasos le salieron perfectos casi sin pensarlo: pedirle 400 dólares a su hermana, mudarse a Nueva York, estudiar actuación con la entonces actriz de teatro Sandra Seacat... Y, finalmente, entrar en el Actor's Studio tras una prueba que dejó anonadado al mismísimo Elia Kazan. Su nivel como actor era tal que Los Angeles Times le definió como "un joven león de Hollywood, un actor con la intensidad melancólica de Marlon Brando y la electricidad de James Dean". Casi nada.
Yo no soy Michael Rourke, soy asturiano
Puede que algunos hayáis reconocido la canción a la que hago referencia: la fama de Mickey Rourke despegó tanto a partir de 1979, cuando debutó al mando de Steven Spielberg en '1941', que incluso Zapato Veloz, un grupo extremadamente cañí, le dedicó un temazo noventero ("Me vestí de ejecutivo y todas aquellas chicas creyeron que yo era el divo, aquel actor de moda que tiene a todas en vilo"). No es para menos: protagonizó películas de Francis Ford Coppola ('La ley de la calle'), Barry Levinson ('Diner'), Lawrence Kasdan ('Fuego en el cuerpo') y hasta Michael Cimino ('El año del dragón'). Y entonces, llegó su mayor éxito... y su maldición.
Todos hemos oído mil rumores sobre '9 semanas y media', unos más graciosos y otros menos, pero llevó al estrellato de los mitos eróticos a Mickey Rourke y Kim Basinger, que diría de él años después que era como "besar un cenicero". Pero mientras la segunda pudo levantar su carrera (durante un tiempo, al menos), Rourke fue perdiendo su estela poco a poco. Y la culpa fue, bueno, del propio Rourke.
Su mala elección de películas es antológica: a lo largo de su carrera, el actor ha rechazado, ojo, 'Rain man' (de hecho Dustin Hoffman le llamó personalmente, y al final lo aceptó Tom Cruise), 'Platoon', 'Los intocables de Elliot Ness' y 'Pulp fiction', entre otras. Eso, sumado a su fama de peligroso y destructivo en los platós, dio como resultado un empobrecimiento de su carrera repentino. Hay que añadirle su afición a la cirugía estética, su presencia en las revistas del corazón, y una tendencia a aceptar lo que fuera para sobrevivir.
Rourke escribió su primer guion, sobre un boxeador que iba y venía, 'Homeboy', y se abocó a protagonizar thrillers eróticos tan lamentables como 'Orquídea salvaje' o infracine de acción que ahora se reivindica, como 'Dos duros sobre ruedas'. Era 1991, y su carrera no tenía pinta de remontar. Y entonces, decidió, como el personaje de la película que guionizó, volver al ring a sus 40 años, pero esta vez como un profesional entrenado por uno de los Ángeles del Infierno. Entre 1991 (su primer combate tuvo lugar, por cierto, en Oviedo, cuando el boxeo lo petaba en la televisión española) y 1994 ganó seis combates y empató dos, pero a cambio su cara se desfiguró para siempre. Adiós a la cirugía estética.
Retorno a la lona de Hollywood
Lo cierto es que, más allá de su pobre elección de papeles, Rourke hizo todo lo posible por levantar su carrera en el retorno a Hollywood: trabajó de nuevo con Coppola en 'Legítima defensa', Steve Buscemi ('Animal factory'), Sean Penn ('El juramento') y hasta Sylvester Stallone en su remake (ahora odiado por él mismo) de 'Get carter'. Pero su cara ya no vendía entradas, el público se estaba olvidando de él y, cada vez más, era una vieja gloria. Tras participar como el villano de 'Double team', junto a Dennis Rodman y Jean-Claude Van Damme, llegó la hora de hacer lo que nunca pensó que haría: a sus 45 años, volver a '9 semanas y media'.
'9 semanas y media II' se rodó en 1997 y dio el pistoletazo de salida a una nueva etapa en su carrera: la de las películas directas a vídeo. El actor y boxeador lo había intentado, pero nada le sacaría del atolladero en el que estaba... hasta ocho años después. Con el cambio de milenio, Frank Miller y Robert Rodríguez vieron en su cara resquebrajada, sus facciones profundas y su voz ajada por la vida a la persona perfecta para interpretar a Marv en 'Sin city'. Y como ya sabemos por estos artículos, nada gusta más a Hollywood que un retorno en condiciones.
Y eso que el actor hizo todo lo posible por ganarse enemigos, primero defendiendo la guerra de Irak y a George Bush, y después expresando su admiración por Vladimir Putin. Por si tenéis curiosidad, aunque siempre ha sido republicano, en las últimas elecciones dio un vuelco y apoyó a Joe Biden. ¿El motivo? Acabar con un viejo enemigo, Donald Trump, al que considera un "matón" y, bueno, algo más. Preparaos para leer unas declaraciones que hará que evitéis enfrentaros con Mickey Rourke.
La mayor escoria del planeta es ese puto gusano, Donald Trump. Que le jodan. Que le jodan al caballo en el que se monte. Creo que su mujer es una de las mayores buscafortunas. Quiero decir, ¿cuánto puedes querer dormir al lado de ese trozo de mierda flácido y gordo y correrte? Donald Trump puede joderse. No es un tío duro. Es un matón y una zorra, y me puede comer la polla. Me lo encontraré en la habitación del hotel cualquier puto día de la semana y le romperé un bate en la cabeza. Bésame mi puto culo, cabrón, macarra, comepollas.
Los premios y los perros
Al margen de sus ideas políticas, Mickey Rourke ganó premios a mansalva por 'Sin city', y el cine volvió a quererle en papeles principales. Los actores más jóvenes clamaban por su retorno, y tras unas cuantas cintas como secundario, en 2008 llegó el papel de su vida de manos de Darren Aronofsky, como un personaje que paradójicamente anhelaba lo mismo que él: subirse a un ring a pelear. 'El luchador' supuso la primera (y, por ahora, única) nominación de Rourke al Óscar. Se lo llevó Sean Penn por 'Yo soy Harvey Milk', pero suyo fue el Globo de Oro, el BAFTA, el Independent Spirit... El futuro pintaba prometedor para Rourke, y lo aprovechó. A su manera.
Por cierto, el Globo de Oro se lo dedicó ni más ni menos que a sus perros, porque cuando su carrera se acabó y su primera mujer le dejó, lo único que le hizo seguir adelante y evitar el suicidio fueron sus mascotas. De hecho, les quiere tanto que cuando su queridísimo Beau Jack murió, Rourke le hizo el boca a boca durante 45 minutos. Eso es devoción.
De látigos a latigazos
Después de 'El luchador', el departamento de casting de Marvel, al que poco se agradece su perfección continua, contactó con Mickey Rourke para ser el villano de 'Iron man 2', Latigazo. Probablemente nunca volvamos a verle en el UCM porque, bueno, se inmolaba a sí mismo, pero en el cine de superhéroes nunca se sabe, y daría para titulares a mansalva. Y a partir de aquí, 'Immortals', 'Los mercenarios' (en un papel enano, pero increíble), la secuela de 'Sin city'... Y el retorno al éter.
En 2014, a sus 62 años, Mickey Rourke decidió volver a probar suerte en su mayor afición: el boxeo. Solo fue un combate contra un chaval de 29 años, al que venció en el segundo round... aunque poco después se supo que todo había estado más que amañado. Desde entonces, la nada: Rourke se ha dedicado al cine independiente y directo a vídeo, además de una aparición sorpresa en 'Mask Singer'. Pero si de algo sabe Mickey Rourke es de subir y bajar como en una noria.
Tras casi diez años sin acariciar el mainstream, tiene pendientes de estreno lo último de Roman Polanski, 'The palace'. En un hombre cuya carrera ha constado de idas y venidas constantes (tanto del cine como del boxeo) nunca podemos decir que ha llegado su final. Al menos, no mientras siga teniendo perretes.
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