"No tengo las tetas perfectas": la escena más picante de 'Titanic' causó una ola de gordofobia que, por suerte, ya hemos superado

James Cameron, cuando pesaba menos de 60 kilos, la bautizó como "Kate Weigh-a-lot". Por suerte, el tiempo ha cambiado. ¿O quizá no tanto como nos gustaría creer?

Es sorprendente lo que el mundo puede cambiar en solo once años. ¿Os acordáis de los Óscar de 2013? Seth MacFarlane, por algún motivo, presentó aquella terrible gala en la que ganó 'Argo' y en la que todos asistimos, atónitos, a chistes totalmente fuera de lugar (como aquel en el que hablaba de una niña de nueve años como "dentro de 16 será demasiado mayor para George Clooney") precedidos por un número inicial en el que el presentador cantaba 'We saw your boobs', un musical sobre todas las actrices a las que habíamos visto los pechos en diferentes películas, desde Naomi Watts en 'Mulholland Drive' hasta Nicole Kidman en 'Eyes Wide Shut'.

Les caía gorda

El gag final de aquel sketch que ha envejecido fatal era nombrar todas las películas en las que Kate Winslet había salido desnuda: "'Criaturas Celestiales', y 'Jude', y 'Hamlet', y 'Titanic', y 'Iris', y 'Juegos secretos' y 'The reader', y lo que sea que estés rodando ahora". El chiste tiene aún más "gracia" si tenemos en cuenta que dos meses antes de la ceremonia la actriz había tenido problemas con unas fotos íntimas filtradas. Por lo que sea, McFarlane no repitió jamás como presentador de los Óscar.

Pero lo cierto es que a Winslet nunca le han asustado los desnudos, incluso en los 90, donde la mofa del cuerpo de las actrices (lo que ahora llamamos body shaming) estaba tan extendido que uno de los chistes de 'El diario de Bridget Jones' era que Renée Zellweger, con 61 kilos, estaba, aparentemente, gordísima (un running gag que causó problemas de autopercepción a miles de mujeres jóvenes en la época). Por supuesto, al atreverse a aparecer desnuda en 'Titanic' y no tener un cuerpo preocupantemente delgado como exigían los estándares de la época, Winslet se llevó golpes por todos los lados. Era otra época. Por suerte, la mayor parte de la sociedad ha evolucionado.

En su momento no era así. Como castigo social por esa escena, Joan Rivers, por ejemplo, decía "Si hubiera perdido tres kilos, ¡Leo habría cabido en la tabla!" y las revistas para adolescentes la sacaban en portada como ejemplo a no seguir, diseccionando su dieta y llamándola "gordita" y "regordeta". Era para tanto, que incluso James Cameron se inventó un apodo para ella: "Kate Weighs-a-lot" ("Kate pesa-mucho"). Por aquel entonces pesaba 56 kilos. Con el tiempo, la actriz ha procesado lo que estaba ocurriendo y se ha vuelto una defensora a ultranza del body-positive.

Es más: a los 48 años quiere seguir saliendo desnuda en pantalla por una simple razón, tal y como le dijo a The Sun: "Soy como la gente que ves caminando por la calle. No tengo las tetas perfectas. Tengo celulitis -claro que la tengo- y tengo curvas. Si eso algo que hace que las mujeres se sientan empoderadas, es genial". Se considera que ese desnudo tan polémico y que llenó tantos titulares de prensa amarilla es el que más gente ha visto jamás en un cine: 389 millones de personas vieron 'Titanic' en pantalla grande, la película con más público de la historia (fuera de China).

De hecho, a lo largo del tiempo, y una vez superado el bullying de los medios hacia ella, solo ha tenido un problema con el desnudo en cuestión: aquella vez que una compañera de colegio se acercó a su hija y le dijo "¡He visto las tetas de tu mamá!". Al menos, a estas alturas del partido, sabía que era por salir en una película y no porque un señor se estuviera riendo de ella en los Óscar o en una revista de cotilleo. Algo hemos avanzado.

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