No había terminado de escribir el post sobre el fallecimiento del actor James Farentino cuando me entero de otra triste noticia. Nicol Williamson falleció en su casa de Amsterdam el pasado 16 de diciembre, y por alguna extraña razón el mundo se entera hoy. En estos tiempos de Internet me parece increíble y me da una idea de lo poco que nos interesan algunas cosas sin duda más importantes que otras de menor relevancia. Ni siquiera la prestigiosa IMDb había recogido la noticia, pero en la web del actor puede leerse un comunicado de su propio hijo.
En cualquier caso en Blogdecine citamos a Williamson por muchas y diversas razones. Una es que con no demasiadas películas en su haber, teniendo en cuenta que empezó su carrera cinematográfica a mediados de los años 50, era uno de esos actores de carácter de poderosa presencia que poseía un enorme magnetismo. Algunos le definieron como el mejor actor del mundo desde Marlon Brando —tal afirmación sobre Brando es discutible, pero eso es otro tema—, y pasó a la Historia por haber dado vida al mejor Merlín del cine, al que dio vida en esa obra maestra de título ‘Excalibur’ (id, John Boorman, 1981). Otros papeles de relevancia fueron el Little John en la crepuscular ‘Robin y Marian’ (‘Robin and Marian’, Richard Lester, 1976), el mismísimo Sherlock Holmes en ‘Elemental Dr. Freud’ (‘The Seven-Per-Cent Solution’, Herbert Ross), o su personaje en ‘El factor humano’ (‘The Human Factor’, 1979) una de las peores películas del gran Otto Preminger.
Acabó su carrera con la lamentable ‘Spawn’ (id, Mark A.Z. Dipé, 1997), y la inició con un muy breve papel en ‘Faldas de acero’ (‘The Iron Petticoat’, Ralph Thomas, 1956), un producto al servicio de Bob Hope y Katharine Hepburn. Durante los años 60 y 70 fue considerado el mejor actor británico de su generación al lado de Albert Finney.
Hasta siempre Nicol.