Ya no están saliendo estrellas de cine como las de antes, y las que todavía quedan están acercándose a la retirada. Pero no por eso está dejando de haber un interesante relevo generacional que se produce de manera paulatina, con jóvenes promesas que cada vez son más una realidad. Y pueden salir de los lugares más insospechados, como demuestra el caso de Anya Taylor-Joy.
Es interesante el caso de Taylor-Joy, ya que su ascenso se ha ido produciendo desde pequeñas e interesantes producciones, que se salen de lo convencional o aconsejado para que un intérprete despegue. Y su mayor concesión al mainstream fue prácticamente ignorada, como fue el caso de 'Los nuevos mutantes'. Eso es bueno, ya que puede permitirse salir en interesantes proyectos que van a recibir atención por tenerla a ella. Como el caso de la sugerente 'Purasangre'.
Escuela de jóvenes asesinas
Ausente del streaming durante una temporada, la película ya se encuentra disponible para ver en SkyShowtime, y no deberías dejar pasar la oportunidad de ver uno de los trabajos más destacables de la actriz, así como de la también prometedora Olivia Cooke y uno de los últimos papeles del gran Anton Yelchin. Todos se ponen a las órdenes del debutante Cory Finley, que junto a 'La estafa (Bad Education)' se está posicionando como uno de los autores recientes más interesantes.
Taylor-Joy y Cooke interpretan a dos adolescentes, Lily y Amanda respectivamente, localizadas en los suburbios de Connecticut, que retoman su amistad tras años de haberse distanciado. Ambas son jóvenes brillantes y prometedoras, pero no han escalado igual en el ensortijado sendero del prestigio social. Una ha conseguido la atención, la popularidad, mientras que la otra ha terminado siendo más reservada.
Pero algo las unirá más allá de los años de amistad en la infancia. Amanda le hizo la eutanasia en vivo a un caballo y Lily tiene problemas para permanecer en un centro de estudios y no traga a su padrastro. Ambas evidencian problemas psicológicos notables, que ambas querrán explotar en lugar de suprimir para terminar con un enemigo común. Y aquí terminar tiene implicaciones letales.
'Purasangre': Adoro a las pijas de mi ciudad
La película funciona bastante bien dentro de las limitaciones, tanto presupuestarias como de localización. Nacida originalmente como una obra de teatro, se notan ciertas construcciones en 'Purasangre' pensadas para que las actrices de turno carguen con el peso a partir de sugerentes interacciones y de revelar con mesura los sórdidos rincones morales que busca tocar. Pero funciona, no sólo por tener dos actrices excelentes, sino por un buen control del tono.
Sabiendo retorcer el cine juvenil indie que sale habitualmente de Sundance, tirando de comedia negra y de una interesante y gélida incomodidad que parece propia de un Yorgos Lanthimos, Finley hace un interesante juego que indaga en aspectos morales muy ambiguos. Esa manera de tejer con alambres de espino es lo que vuelve a 'Purasangre' una de las joyas indies más interesantes de los últimos años. Quizá no una que vaya entrar igual a todo el mundo, pero sí digna de ser vista.
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