Es probable que la volvamos a ver en la alfombra roja de los Oscars y también pasee en la de los Globos de Oro. Lo que viene a demostrar que es una actriz de galardones mayores. Y no es para menos. Kate Winslet, que a pesar de saltar nuevamente al fulgor de Hollywood y a las portadas de revistas por sus dos últimos papeles (en ‘Revolutionary Road’ y en ‘The reader’), no es una actriz que compita en sueldos millonarios, ni en escándalos. Es una actriz británica con mucha clase, que vuelve a dar buena muestra de su talento y a la que la acumulación de nominaciones no le suele cegar a la hora de saber elegir un buen papel. Su capacidad para expresar sentidas emociones con tan sólo una mirada, su entrega y la talla que siempre da en sus trabajos, la convierten en una de las grandes actrices actuales.
Tan sólo tiene 33 años pero posee una larga carrera a sus espaldas y siempre llega de alabanzas, buenas críticas, algunos premios y no exenta de cierto riesgo. En ésto es, precisamente, en lo que se distingue de otras actrices de su generación. Ha deslumbrado con películas independientes y con grandes producciones, no ha sucumbido a la cirugía extrema y ha sabido darle a su vida dedicación en los momentos importantes, sabiendo pausar su trayectoria cuando lo ha necesitado.
Ahora se le compara con Meryl Streep, otra reputada actriz, fuera del circuito de los focos y las fiestas, con la que comparte elevadas dosis de talento y buen hacer en pantalla. Con ella, coincide en una doble nominación a los Globos de Oro y, con probabilidad, estarán en el Teatro Kodak de Los Ángeles en la cita más destacada del universo cinematográfico americano. La comparación no sólo es casual, ya que ambas además, abanderan (cada una a su generación) un estilo de actriz con clase, estilo y cabeza.
Kate Winslet logró notoriedad y prestigio con la monumental ‘Titanic’, pero ya antes había demostrado que su juventud y su belleza natural no estaba reñida con el buen hacer como intérprete. No en vano lleva lo de actriz en la sangre, pero su introducción en el cine vino de la mano de una cinta lejana que causó mucha sensación: ‘Criaturas celestiales’ de Peter Jackson (mucho antes de su etapa Tolkien).
Con posterioridad, y en vistas de su sólida formación y de apuntar elegancia al más puro estilo británico, compartió cartel con otra dama del cine británico como Emma Thompson en ‘Sentido y sensibilidad’ (de Ang Lee). La adaptación de un clásico de Jane Austen que la convirtió en una actriz de primera línea.
Como gran puntal de las actrices inglesas más prometedoras encontró papeles que sabían sacar máximo partido a su inspirada etapa. Así, interpreta a una seductora mujer en ‘Jude’ del indie Michael Winterbotton, y a Ofelia en el ‘Hamlet’ de Kenneth Branagh.
Títulos que ponen a Kate Winslet en el mapa de las grandes productoras norteamericanas, sedientas de jóvenes actrices británicas que paseen su clase en producciones altamente comerciales. De ahí, le llega la oportunidad de ser la pareja de Leonardo DiCaprio en la taquillera y multipremiada ‘Titanic’ de James Cameron. Sin embargo, cuentan las crónicas, que no aceptó con tanto entusiasmo como el que se podía esperar. De hecho, no se veía dentro de una película que iba a ser explotada comercialmente, muy por encima de sus pretensiones artísticas. Pero, bien aconsejada, tomó el barco que la encumbró y le dio la fama, el prestigio y el brillo necesario para continuar con su selectiva trayectoria como actriz.
No se veía como actriz de renombre, iluminada siempre por los brillantes focos de la farándula, cuyo rostro en los carteles era un verdadero reclamo. De hecho, nunca se sintió especialmente favorecida por su físico. Un pasado de niña gordita pesaba demasiado sobre su memoria y los esfuerzos por mantener un tipo apropiado, para una actriz de su clase, estaban muy reñidos con la obligación de tener que lucir talla mínima bajo los cánones de la delgadez en todo momento.
Su seguridad en si misma le ha valido para superar los trances de los insultos y los calificativos más duros que ha recibido. Y prueba de ello, es que no ha dudado un ápice en mostrar su cuerpo con desnudez en varios títulos (la mencionada ‘Jude’, ‘Holy smoke’ o ‘Iris’ son algunos ejemplos).
Pero, por su fuerza y valor supo sobrevivir a ‘Titanic’ y todo lo que supuso su participación en la película más taquillera de la historia. No sucumbió al recurso fácil y supo mantenerse firme en sus ideales como actriz. Participó en ‘Holy smoke’ de la independiente Jane Campion, con un papel diametralmente opuesto al de ‘Titanic’. Volvió al cine de época y adaptaciones de clásicos con ‘Quills’ y en ‘Iris’.
Salvando algún título más olvidable (como ‘Enigma’) su carrera continuó demostrando su talento y valentía, con papeles de mujeres fuertes, con carácter, llenas de personalidad, combinado con un toque de dulzura y sensualidad (en ‘Descubriendo Nunca Jamás’, en ‘La vida de David Gale’, en ‘¡Olvídate de mi!’ y en ‘Juegos secretos’).
Encontró en el director Sam Mendes al que sería su marido y con el que tiene dos hijos, a los que ha dedicado más tiempo del que suele ser habitual en una estrella del cine. Ha sabido darle a su faceta como esposa y madre y eso demuestra su inteligencia. Y a pesar, de que ahora pasa más tiempo en su apartamento de Nueva York (distancia prudente de Hollywood) que en su casa en la lluviosa Gloucestershire (Inglaterra), sigue manteniendo ese arraigo de actriz británica.
Kate Winslet también ha aprendido que la fama del estrellato conlleva unas exigencias, que ahora sabe lucir con garbo en sus apariciones. Elegante y atractiva, defensora de las curvas a pesar de su pronunciada (y reciente) delgadez, es el estandarte de mujer con carisma que Hollywood necesita.
Con sus dos últimos trabajos, todo parece indicar que el público se reencuentra con su mejor inspiración, según indican tanto las críticas como las nominaciones recibidas por sus papeles. Dirigida por su marido, Sam Mendes, parece que borda su papel que le ha servido, además, para reencontrase con Leo DiCaprio, en ‘Revolutionary Road’ (que podremos ver en enero). Un drama ambientado en los 50 sobre un matrimonio en crisis.
Y también, aunque no como protagonista, en la aplaudida, pero aún inédita ‘The reader’ de Stephen Daldry, en el papel de una mujer, en la Alemania de posguerra que logra enamorar a un adolescente al que cuida desde niño.
Dos títulos que seguiremos muy cerca los que admiramos a esta espléndida actriz. Y esperemos que también gane la preciada estatuilla dorada, ya le toca.