¿Yo? Soy deshonesto. Y siempre puedes confiar en que un hombre deshonesto haga cosas deshonestas. Honestamente, es de los honestos de quien más hay que tener cuidado…”
El reciente estreno de la cuarta parte de las aventuras de Jack Sparrow y compañía, titulado ‘Piratas del Caribe: En mareas misteriosas’ (‘Pirates of the Caribbean: On Stranger Tides’, Rob Marshall, 2011), es una excusa tan válida como cualquier otra (en realidad es más que una excusa, por lo que representa Sparrow para bien y para mal en la carrera de este actor) con la que lanzarnos a una disección sobre la desigual carrera de uno de los intérpretes norteamericanos más célebres, famosos y queridos de la actualidad. Johnny Depp es ya, en realidad desde hace bastante tiempo, una megaestrella mundial, con una larga carrera de la que presumir en la que hay prácticamente (y sin el prácticamente…) de todo. Con cuarenta y ocho años y muchísimas películas en las últimas dos décadas, Depp ha luchado con denuedo por fusionar trabajos arriesgados con otros más comerciales, estableciendo un estilo o un icono que no siempre se sostiene en su estilo a menudo extremo o excéntrico, que le ha valido una lógica polarización por parte de la crítica.
Nadie va a decir ahora (o casi nadie…) que Depp no es un buen actor. Desde luego, lo es, y lo ha demostrado en algunos papeles magníficos. Pero también es capaz de demostrar justo lo contrario con algunos engendros de películas a las que él, inexplicablemente, ha consentido en prestar su rostro y su energía. De ahí el título de este artículo, pues Depp, y aquí no creo que pueda haber mucha discusión, o tal vez sí, nos sorprende a menudo con decisiones muy estimulantes, que ensanchan a golpe de talento su aureola de intérprete valiente y audaz, y otras veces se gana a pulso el desprecio o el ninguneo de tantos analistas que ven en él a un verdadero “bluff”. Supongo que Depp es bien consciente de esto, y ahora que se asoma a su cincuentena (aunque no lo parece, más bien parece que ha hecho un pacto con el Diablo, como tanta gente dice) quizá tenga que plantearse seriamente el otorgar mayor densidad a una trayectoria abarrotada de altibajos estéticos.
Las infinitas servidumbres de la fama
La carrera de este actor, que empezó siendo masacrado por Freddy Krueger en la aventura inicial de ‘Pesadilla en Elm Street’ (‘A Nightmare on Elm Street’, Wes Craven, 1984) se divide en tres grupos muy diferenciados, y uno de ellos no es precisamente el de su maridaje artístico con Tim Burton. Aunque durante los ochenta no se puede decir que despuntara demasiado, en roles minúsculos o intrascendentes, siempre explotando su imagen de guaperas de ascendencia variada (dicen que irlandesa, francesa, alemana y hasta cheroqui), casi condenado a una carrera de sex-symbol o por lo menos de icono venerado por las adolescentes. Ha contado él mismo muchas veces que la serie ‘Jóvenes policías’ (‘21 Jump Street’, 1987-91) le proporcionó mucho dinero, pero también un agujero negro de frustración del que salió gracias a un personaje con tijeras en lugar de manos, previamente rechazado por Tom Cruise y que sigue siendo uno de sus esfuerzos creativos más recordados. Fue el verdadero comienzo de una estrella y de un actor que se ha balanceado con fortuna sobre el resbaladizo filo de navaja que es Hollywood.
Papeles más que interesantes: Aquí se incluyen todos esos que le valieron la etiqueta de actor underground, o lo más parecido a un intérprete alejado de lo que se espera de una estrella. Son sus mejores papeles, los más comedidos, los más estimulantes, los más arriesgados. Hablo de su fenomenal trabajo en ‘Ed Wood’ (id, Burton, 1994), de su Gilbert Grape en ‘¿A quién ama Gilbert Grape?’ (‘What’s Eating Gilbert Grape’, Lasse Hallström, 1993), su magnífico William Blake del inolvidable ‘Dead Man’ (id, Jim Jarmusch, 1995), su infravalorado esfuerzo en ‘Donnie Brasco’ (id, Mike Newell, 1997), y otros en los que a Depp se le ve más cómodo, fingiendo menos, elaborando una imagen propia e inimitable, como en ‘Sleepy Hollow’ (id, Burton, 1999), ‘La novena puerta’ (‘The Ninth Gate’, Roman Polanski, 1999), ‘Desde el infierno’ (‘From Hell’, hermanos Hugues, 2001) o incluso su singular e inclasificable Jack Sparrow.
Papeles de divo insoportable No son muchos (menos mal…), pero son lo peor de su carrera. Hablo de su divo divino de ‘Chocolat’ (id, Lasse Hallström, 2000), en la que más que interpretar se dedicaba a poner caritas de tío bueno y a negar su talento como actor. O como el absurdo personaje (por mucho que sea real…) de la insoportable, aburridísima, ‘Blow’ (id, Ted Demme, 2001), que más que narcotraficante parecía un modelo de pasarela en vacaciones. O su birria de trabajo en la también infumable ‘El mexicano’ (‘Once Upon a Time in Mexico’, Robert Rodríguez, 2003). Son papeles en los que este buen actor roza el ridículo más espantoso, o directamente cae en él sin remisión. Algunos de los que ha tenido con Burton tampoco se salvan de la quema, como su Willy Wonka, su Sombrerero Loco, o su Sweeney Todd, caracteres incoherentes, irritantes y faltos de toda chispa, caprichos que puede permitirse una estrella.
Papeles poco destacados: Demasiados, que diluyen su carrera. Me refiero a su Dillinger de ‘Enemigos públicos’ (‘Public Enemies’, Michael Mann, 2009), su escritor de ‘La ventana secreta’ (‘Secret Window’, David Koepp, 2004), su estrafalario personaje de ‘Antes que anochezca’ (‘Before Night Falls’, Julian Schnabel, 2000), su espantajo de ‘Vidas furtivas’ (‘The Man Who Cried’, Sally Potter, 2000), su astronauta de ‘La cara del terror’ (‘The Astronaut’s Wife’, Rand Ravich, 1999)... Papeles de relleno que se podría haber ahorrado porque no le aportan nada, porque nada bueno (tampoco malo…) puede extraerse de ellos, y que han terminado por convertir su trayectoria en una verdadera incógnita, siempre esperando que un buen papel le llegue antes de que él decida meterse en proyectos de dudoso interés. Porque algunos todavía estamos esperando el que pueda ser el gran papel de su vida, antes de que el Diablo deje de prestarle un físico envidiable en el borde de la cincuentena.
Pienso que Depp da lo mejor de sí mismo o bien en papeles muy concentrados, muy parcos en gestos, actuando sólo con el interior, que asoma a su sojos, o bien en papeles bastante extremos, a los que sin embargo él dota de credibilidad y verdad con talento inusitado. Ahora que ha desembarcado el cuarto Jack Sparrow, con su papel protagonista en la nueva película de Scorsese, veremos si rompe esa racha de darnos una de cal y otra de arena, y alcanza la plenitud tan esperada.