'Ice Road' nos propone un ejercicio de acción, suspense y supervivencia con espíritu de serie B noventera y olor a VHS recién abierto
A Liam Neeson hay que quererle. Desde que arrancó su carrera a finales de la década de los 70, el actor ha sabido equilibrar su filmografía trabajando en producciones dignas de Óscar como 'La lista de Schindler', grandes franquicias como 'Star Wars', títulos más serios y solemnes como la 'Silencio' de Martin Scorsese e, incluso, delirantes aventuras con espíritu comiquero como la genial 'Darkman' de Sam Raimi.
Gloria al videoclub
No obstante, la trayectoria reciente del irlandés ha ido ligada estrechamente al cine de acción. Por méritos propios, Neeson se ha convertido en el gran héroe maduro contemporáneo; rol en el que ha demostrado encajar a la perfección bajo las órdenes de Jaume Collet-Serra y en largometrajes de un perfil más bajo como el divertidísimo y autoconsciente 'Ice Road'.
Tras debutar en 2004 adaptando 'El castigador' de Marvel junto a Thomas Jane y una década después de que firmase su última cinta bajo el título de 'Matar al irlandés', Jonathan Hensleigh volvió a la carga con su cuarto trabajo para la gran pantalla; un híbrido entre el thriller de acción más arquetípico y el cine de supervivencia entre la 'Carga maldita' de Friedkin y la 'Taken' de Pierre Morel.
No cabe duda de que 'Ice Road' está concebida a golpe de plantilla y no deja demasiado espacio a la improvisación, pero esto no quiere decir que no sea un entretenimiento perfecto para los espectadores más abiertos a su propuesta. Sus personajes son arquetipos vistos una y mil veces y su estructura y puesta en escena pueden resultar genéricas, pero, sorprendentemente, la película se las apaña para sacar pecho gracias a dos grandes elementos.
El primero de ellos es su gran sentido del suspense, potenciado por el gran manejo de la urgencia como motor dramático. El segundo, mucho menos rebuscado, es su espíritu de serie B noventera, que convierte a la producción en una suerte de heredera de los directos a vídeo que podían encontrarse en el videoclub hace treinta primaveras y que se antojaban como la excusa perfecta para plantarse delante del televisior y desconectar el cerebro durante una hora y media cargada de adrenalina y ausente de complejos.
Sumad a la ecuación unas localizaciones reales realmente sorprendentes, un Neeson que tira de oficio acompañado de Lawrence Fishburne y Amber Midthunder y una dinámica de personajes inesperadamente funcional, y tendéis un cóctel perfecto para meteros entre pecho y espalda esta noche de domingo. Tenéis una cita con Neeson y compañía a las 22:20h en Factoría de Ficción.
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