Y seguimos con fallecimientos, la maldición de mueren de tres en tres me la voy a empezar a creer, como sigamos así. Henry Gibson era uno de esos actores típicos, de los que el público no conocía el nombre, pero sí reconocía su cara. Perteneciente sobre todo al mundo de la televisión, donde apareció en infinidad de series conocidas —desde ‘Embrujada’ (‘Bewitched’), hasta ‘Boston Legal’, pasando por ‘McGyver‘—, intervino también en producciones cinematográficas de la más diversa índole, y casi siempre con personajes con un punto entrañable.
Ahí están sus colaboraciones con Robert Altman en ‘El largo adiós’ (‘The Long Goodbye’, 1973) o ‘Nashville’ (1975), y con Joe Dante en ‘El chip prodigioso’ (‘Innerspace’, 1987), ‘Gremlins 2’ (‘Gremlins 2: The New Batch’), o la olvidada y maravillosa ‘No matarás al vecino’ (‘The Burbs’, 1989) en la que interpretaba a un curioso doctor. Otros papeles memorables fueron en ‘Granujas a todo ritmo’ (‘The Blues Brothers’, John Landis, 1980) —donde interpretaba al líder de una banda nazi que perseguía a los protagonistas—, o en la impresionante ‘Magnolia’ de Paul Thomas Anderson.
Eterno secundario, de rostro amable, con carisma y gran talento, murió de cáncer a la edad de 73 años. No ocupará las portadas de los periódicos —algunos ilustres de este país ni lo nombrarán— como otros de mayor fama. Una pena.
Hasta siempre Henry.
Vía | Las horas perdidas