El mítico intérprete Harry Dean Stanton ha fallecido esta noche en la ciudad de Los Angeles a los 91 años de edad por causas naturales. Con su desaparición, el actor ha dejado huérfanos tanto a la industria como a los cinéfilos de todos los rincones del globo del genio propio de uno de los grandes —y, en muchas ocasiones inadvertidos— estandartes norteamericanos de la interpretación de los últimos tiempos.
Stanton, que supo brillar como ningún otro en un segundo plano sin necesidad de ostentar más protagonismo del necesario, deja a su paso un intachable legado construido a lo largo de sesenta años de carrera, iniciada en 1954 con un papel en un episodio de la catódica 'Inner Sanctum'. Desde entonces, el natural de Kentucky engrosó su filmografía hasta alcanzar la impresionante cifra de 200 créditos.
Durante su trayectoria se ha codeado con los más grandes nombres del séptimo arte, trabajando con directores como Ridley Scott, Martin Scorsese, Monte Hellman, Sam Peckinpah o John Carpenter —por poner algunos ejemplos—. Del mismo modo, Stanton se caracterizó por abarcar un amplio abanico de géneros, estilos y producciones, aportando su grano de arena a filmes que oscilan desde la grandeza de 'El padrino: Parte II' o 'La última tentación de Cristo', hasta la genial modestia de 'Repo Man'.
Para el recuerdo quedan sus colaboraciones con David Lynch en 'Corazón salvaje', 'Inland Empire' y 'Twin Peaks: Fuego camina conmigo' —en el papel de Carl Rodd que repitió en la reciente tercera temporada de la serie—. Además de su rol en 'La chica de rosa', cabe destacar su escarceo con el cine de género, que nos regaló, entre otros, al memorable Brett de 'Alien: El octavo pasajero' o a Brain, de '1997: Rescate en Nueva York'.
No obstante, la inmensa mayoría de nosotros le recordaremos gracias al que fue su primer papel protagonista: el Travis Henderson de la maravillosa 'Paris, Texas', dirigida por Wim Wenders en 1984. Pero, más allá de por sus papeles, merece la pena evocar a Stanton a través de las palabras que el crítico de cine Roger Ebert vertió sobre él en una ocasión: "Ninguna película que tenga a Harry Dean Stanton o a M. Emmet Walsh interpretando un papel secundario puede ser mala de ningún modo."
Descanse en paz.
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