Si ves la gala de los Oscars todos los años, seguramente eres uno de los que instintivamente se fija en la cara de las personas que prometían ganar y pierden. Fue el caso este año de Lily Gladstone, que se hizo con el Globo de Oro por su papel en 'Los asesinos de la luna' y después fue perdiendo fuelle hasta encontrarse en una carrera por el Óscar en la que, hacia el final, ya solo estaba Emma Stone por 'Pobres criaturas'. ¿La parte buena? No parece que le importe demasiado.
Gladstone no es de piedra
En una entrevista con Esquire, la actriz, que ha sido miembro del jurado del último Festival de Cannes, ha afirmado que nadie se puso triste porque no ganara. Al contrario: a volver a casa, su tribu se juntó para hacer el Día de Lily Gladstone.
"Fue el mayor honor que cualquiera podría recibir. La confederación decidió unánimemente que quería hacerlo. Fue una vuelta a casa preciosa". Es más: 2000 personas acabaron acudiendo, algo que hizo que la actriz se emocionara más que cualquier premio.
Los organizadores del evento me llamaron antes y me dijeron que tenían un montón de pequeñas estatuillas doradas de cartón que parecían un Óscar, para dárselas a los niños. Me preguntaron si estaba bien o si me iba a herir los sentimientos. Yo dije "No, para nada". De eso van las campañas de premios y la naturaleza competitiva de enfrentar arte contra arte. Claramente esta película, en este momento, tenía significado. Hizo su trabajo.
Es más, ganar o no, de hecho, le parece (al menos ahora) irrelevante: "Cuando gané el Globo de Oro, mucha gente muy alejada de la industria creyó que eran los Óscar. Es irrelevante si me fui a casa con esa estatua en la mano o no". Hay dos posibilidades: o lo siente de corazón... o este es el inicio de su campaña hacia una segunda nominación. Quién sabe.
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