Estar buena no lo es todo.

Estar buena no lo es todo.
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¿Quién diría que a una mujer con esta belleza y estas dimensiones le iba a ir mal con los hombres? Pues eso es lo que ha declarado Anita Ekberg cuando, a sus 74 años, se ha puesto a hacer balance de su vida sentimental. En declaraciones que publica el diario 'The Times', ella misma lo achaca a su propia "estupidez" y dice que hoy en día prefiere a sus perros. Ekberg afirma que uno de sus maridos, Rick von Nutter, actor de segunda fila, le robó todo lo que tenía cuando le anunció en 1963 que quería divorciarse. "Vació tres cuentas bancarias que estaban a mi nombre. Robó mi yate, mi motora fuera borda, mi Ferrari, mi chalet y todos los objetos de arte y la plata, además de los muebles y hasta mi ropa". A todos probablemente nos sonará muy pijo quejarse de que te despojen del yate, el Ferrari, el chalet y esas cosas, pero es que la protagonista de ‘La dolce vita’ parecía la Barbie talla XXL con descapotable y mansión incluidos en el mismo pack. ¿Es que al tal Von Nutter no le pareció bastante con llevar a esa gran señora al altar? Tampoco parece que le fuera mucho mejor con Tyrone Power, cuya esposa embarazada le montó un numerito; conVictor Mature, de quien declara que "no le soportaba"; ni con Frank Sinatra, del cual afirmó que: "Ése es otro con el que no quise casarme. Tener una aventura está bien".

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Todo esto puede servir de consuelo para la común de las mortales. La lección es que de poco sirve un cuerpo de escándalo. Así que dejemos de preocuparnos tanto por nuestro aspecto. La relación entre estar buena y encontrar la felicidad sentimental no siempre es directa. Otra cosa es que el cuerpazo sea una herramienta profesional, como en el caso de ésta y de muchas otras actrices (y actores, por supuesto), pero lo más habitual es que se le dé más importancia de la que tiene. Siempre se ha dicho eso de que el dinero no hace la felicidad. Pues Anita parece que nos sirve de ejemplo para ese refrán y también para su versión revisada: el buen aspecto físico no da la felicidad. ¿O sí? ¿Qué pensáis vosotras?

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