Eric Anthony Roberts, 61 años, actor, nominado al Óscar a mejor secundario en 1985 por 'El tren del infierno', hermano de Julia Roberts, padre de Emma Roberts y poseedor de —abróchense los cinturones— 488 créditos como intérprete registrados en IMDb a fecha de hoy. Con estas credenciales, aunque no os venga a la mente su cara a bote pronto, podéis estar seguros de que vuestros caminos cinéfilos se han cruzado con el bueno de Eric en más de una ocasión.
Más allá de esta salvaje cifra de producciones en las que ha participado, y que van desde filmes de prestigio como 'El caballero oscuro' o 'Puro vicio' a subproductos con títulos tan delirantes como 'Las Vegas Vietnam: The Movie', la carrera reciente del señor Roberts destaca por el logro alcanzado en su último año, periodo de tiempo en el que ha filmado 74 largometrajes. El artista ha revelado su secreto para alcanzar estos números astronómicos durante una interesante entrevista concedida a Vanity Fair.
La clave del extenso currículum del actor, que gozó de un merecido pico de popularidad en los años 80 para después verse condenado a la prolífica serie B debido a sus excesos con la cocaína y a un terrible accidente de tráfico, pasa, como es obvio, por no rechazar una sola oferta de trabajo —ni tan siquiera las que cualquiera en su sano juicio descartaría—; especialmente después de que los grandes directores dejasen de contar con sus servicios, obligándole a buscarse los garbanzos en cintas de todo tipo.
Roberts resume cómo esto dañó su reputación y modificó su imagen frente a la industria y su entorno en la siguiente declaración:
"Empecé haciendo un montón de películas de serie B —bam, bam, bam, bam, bam, bam— una tras otra y, de repente, habían pasado dos o tres años en los que hice unas 30 películas. Ahora, en los últimos dos años he hecho unas 70... Empecé divirtiéndome en el trabajo. ¡Soy un puto fanático! Podría hacerlo todos los días, durante todo el día. Pero entonces todo el mundo empezó a reírse de mi y fui a [mi mujer] Eliza con una pregunta: '¿Por qué?'. De repente me vi con unas unas 250 y me di cuenta de que había pasado de ser un chiste que haría cualquier cosa a ser un '¿hay algo que no pueda hacer?'.
Aunque haya calculado mal cuántos trabajos ha realizado durante los últimos 24 meses hay que reconocer que, más allá de la excentricidad derivada de su voluntaria explotación cinematográfica, puede entreverse algo realmente admirable: a una persona que, tras sobreponerse de ciertas dificultades y de una severa caída profesional, continúa edificando una carrera haciendo lo que más le gusta y sin miedo alguno a ser juzgado por su entorno; y eso es algo de lo que todos deberíamos aprender.
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